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» Diario Cordoba
Fecha: 26/06/2025 09:56
Hace más de dos años que Montse, de 40 años, observa cómo su madre Teresa, diagnosticada de Alzheimer, ya no consigue terminar un bordado ni tejer una bufanda. “Cuando lleva un trozo hecho, se da cuenta de que no está bien, lo deshace y vuelve a empezar”, nos cuenta. A veces, cuidar a una madre con demencia se parece mucho a eso: a intentar tejer algo que abriga, que protege, que sostiene. Algo que, como el punto de esa bufanda, avanza y retrocede, a veces se pierde, se enreda, se desarma… Pero aun así, con amor, paciencia y constancia, Montse sigue tejiendo. Para ella, “cuidar es mirar con amor incondicional, acompañar siendo un espacio seguro”. Lo hace cada día, siendo refugio frente a la vulnerabilidad que genera el Alzheimer, cuando acompaña a Teresa en su pequeña rutina, reducida ya a cuatro calles del barrio barcelonés en el que viven; cuando se asegura de que su madre —también diabética— se pinche la insulina antes de cada comida; cuando, tras solo unas horas fuera, regresa deprisa porque no puede permitirse alejarse mucho tiempo; cuando imagina nuevas formas de estimularla; cuando, en medio del cansancio, siente que su vida ya no le pertenece y le asalta el temor de fallar. Pero también cuando Montse ve a Teresa activa y decidida, cuidando las plantas o paseando a su perrita, y encuentra en ese momento la satisfacción de saber que está protegida y acompañada. Una labor esencial pero poco valorada Montse forma parte de esa red invisible de personas en España —mayoritariamente mujeres— que asumen el cuidado de un familiar en su hogar sin ser profesionales, y casi siempre sin la formación ni los recursos necesarios. “Con frecuencia, son los propios familiares los que asumen este rol —explica Enrique Ordieres, presidente de Grupo Cinfa—. Esta situación supone un gran impacto en la vida de estas personas, pues deben compatibilizar esta labor con las exigencias diarias y, a menudo, con el cuidado de los hijos e hijas”. En el caso de Montse, su trabajo como administrativa en la Diputación de Barcelona le da cierta flexibilidad para conciliar, pero la realidad es que “la sociedad debería adaptar las obligaciones con la realidad (las personas necesitan cuidados)”, exige. Pero, además, como señala, la cultura dominante tampoco ayuda: “Cuidar de un recién nacido se percibe como algo bonito. Pero cuando el bebé ya cumplió 70, 80 o 90 años, ya no hace tanta gracia”, afirma. Cinfa y su compromiso con las personas cuidadoras En este contexto, y con una población cada vez más envejecida, surgen iniciativas que buscan visibilizar, reconocer y acompañar la labor de quienes cuidan. Una de ellas es la recientemente lanzada por Cinfa: el laboratorio farmacéutico, en el marco de su trayectoria social al lado de los pacientes, ha puesto en marcha su primera convocatoria de ayudas dirigidas a entidades sociales que desarrollen proyectos innovadores de apoyo a personas cuidadoras no profesionales. Estas ayudas respaldan con 60.000 euros, repartidos en dos años, a dos iniciativas con foco asistencial y preventivo cuyo objetivo sea mejorar la calidad de vida física, mental o emocional de quienes cuidan. Las entidades pueden optar a ellas hasta el 30 de septiembre a través de la web cuidados.cinfa.com, donde además las personas cuidadoras encontrarán recursos útiles sobre cómo cuidar a otra persona, cómo cuidarse a sí mismas y cómo fortalecer el vínculo con la persona cuidada. Para Montse, “estas iniciativas que incentivan las buenas prácticas en los cuidados son súper necesarias y positivas, pues los recursos son muy limitados y las personas que cuidan también necesitan ser cuidadas. Si no lo hacemos, no podemos cuidar bien. Es como en el avión: primero debes ponerte tú la mascarilla de oxígeno y, luego, ayudar a los demás a colocarse las suyas”. Es precisamente este tipo de apoyo el que Cinfa quiere impulsar con su nueva línea de ayudas, así como con el Observatorio Cinfa de los Cuidados, una plataforma de análisis y divulgación sobre la realidad de las personas cuidadoras. Su primer estudio, avalado por la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, se publicará este otoño y pondrá el foco en el cuidado de personas mayores, ampliando después su mirada a otras situaciones como los cuidados entre parejas o el de hijos o hijas con discapacidad o enfermedad. “El cuidado de las personas mayores por parte de sus familiares es una realidad que debe darse a conocer para que todas aquellas personas que cuidan sientan que no están solas, que la sociedad reconoce su valor, y que lo hace sin prejuicios ni estereotipos. Tenemos claro que no hay una forma correcta de cuidar: cada familia es única y cada vínculo entre la persona cuidadora y la cuidada es único también”, explica Alicia López de Ocáriz, directora médica de Grupo Cinfa y presidenta del Observatorio. Además, la compañía ha impulsado diferentes acciones de apoyo y reconocimiento como “La voz del paciente”, “La mirada del paciente” o “Ellas Cuentan” (junto al Club de Malasmadres), y ha promovido alianzas con diferentes instituciones referentes en el cuidado en España. En concreto, Cruz Roja y Cinfa, colaboradoras desde hace una década, llevan a cabo en la actualidad el proyecto “Atención a Personas Cuidadoras”, que busca mejorar la calidad de vida de personas cuidadoras que atienden a sus familiares mayores o dependientes. Este proyecto ofrece, de la mano de Cruz Roja, formación especializada para el cuidado cotidiano de la persona a la que atienden, así como habilidades para su autocuidado. Paralelamente, también se trabaja en la gestión emocional a través de asesoramiento personalizado, actividades de respiro o grupos de apoyo. Por su parte, CEAFA y Cinfa han puesto en marcha en los últimos años diferentes proyectos para mejorar la calidad de vida de las personas afectadas por la enfermedad de Alzheimer y otras demencias, y la de sus familiares cuidadores, con especial foco en las repercusiones y la posible exclusión social que pueden llegar a sufrir. Ahora, han comenzado a desarrollar un proyecto que incidirá en la salud emocional de las personas cuidadoras de nuestro país. Gracias a estas iniciativas, Montse, al igual que muchas otras personas en situaciones similares, encuentra un hilo de esperanza que la impulsa y ayuda a seguir tejiendo. Y para que ese tejido no se rompa, hace falta reforzarlo entre todos.
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