26/06/2025 09:30
26/06/2025 09:30
26/06/2025 09:30
26/06/2025 09:30
26/06/2025 09:30
26/06/2025 09:30
26/06/2025 09:30
26/06/2025 09:30
26/06/2025 09:30
26/06/2025 09:30
» Diario Cordoba
Fecha: 26/06/2025 02:24
Mi abuela Carmina va a cumplir 96 años. Es una mujer de una belleza legendaria: de pronto me preguntan por ella importantes caballeros y señoras, que la conocieron de joven, y lo hacen con media sonrisa y los ojos brillantes, como se paladea haber conocido íntimamente a una estrella de cine o un amor secreto e increíble. Tiene la cabeza lúcida y controla sus cosas y su casa, que administra perfectamente. Ha cambiado de teléfono y esto ha originado cierta hecatombe, que se concreta en no poder acceder al borrador de la renta. Todo se arregla, pero mientras hacía con ella los trámites y le preguntaba datos, le notaba un enfado creciente por la velocidad y pocas explicaciones que le daba yo, la condescendencia del tono administrativo y sus callejones sin salida y, en última instancia, que la obliguen a depender de otro por diseño. Le he visto entre las manos, de pronto, una libreta con años de anotaciones: dato a dato, según la importancia que ella les ha concedido. Ninguno servía en ese momento. Es triste descubrir que le han quitado importancia a nuestras cosas sin avisar, en el trance de querer calcular la base general. Es una infamia que de pronto tus problemas se resuelvan por la ayuda (ya elegante, ya burda) de otros, porque ellos sí ven la letra animada de una pantalla, o pueden pinchar cuatro enlaces seguidos, o usan los recursos del mundo que en este momento les pertenece. ¿Me pasará a mí, cuando me niegue a implantarme un chip subcutáneo o un nanorrobot en la córnea? Me pasará, así o como no puedo imaginar. Nos pasará, porque siempre nos caza el tiempo de los demás. *Abogado
Ver noticia original