25/06/2025 15:35
25/06/2025 15:32
25/06/2025 15:31
25/06/2025 15:31
25/06/2025 15:30
25/06/2025 15:30
25/06/2025 15:30
25/06/2025 15:30
25/06/2025 15:30
25/06/2025 15:30
» Elterritorio
Fecha: 25/06/2025 11:36
Franco Bacigalupi y una mirada reflexiva: cómo convivir con el dolor, los aprendizajes, la felicidad y el don liberador de volcar en un libro lo ocurrido en la Tragedia del Paraná miércoles 25 de junio de 2025 | 7:00hs. Franco y el Paraná de fondo. “La vida te juzga si hiciste bien o mal las cosas”. Foto: Guadalupe De Sousa Hubo un par de contactos por WhatsApp pero imponderables postergaban la charla. Había algo dando vueltas para abordar, una historia muy fuerte, de esas que penetran la piel, de esas que quedan grabadas para siempre. Y que cuando aparecen, como flashes, provocan un shock, que dan paso para que entren a jugar las emociones. Llueve en Posadas, algo casi típico en estos últimos días, y el protagonista, Franco Bacigalupi, recibe a El Territorio en su oficina de trabajo. Algo diminuta y con una cara opuesta a Franco si se compara que casi toda su vida fue al aire libre, como profe de Educación Física o en el agua. En el ida y vuelta, en retrospectiva aparece un libro (Tragedia del Paraná, una tragedia que se podía haber evitado) lanzado hace poco más de diez años, en el que Franco -hermano de Mauro, víctima de la Tragedia del Paraná- volcó conocimientos, investigación y una mirada crítica sobre lo que sucedió. “La presentación del libro fue cuando terminó el juicio, por las redes, largué a un grupo de amigos y lo primero que aclaré en un primer momento fue que el libro no se vende. Para que la gente no crea que quiero hacer un beneficio personal”. Aclaró que a las otras víctimas “las nombro nomás por el hecho, pero no comento nada más. La idea era al inicio que todos los que pedían el libro hagan una donación a la casa de chicos con cáncer (Casita Creación), después pasó tanto… el libro llegó a España, a México… todo de boca en boca”, repasó. “Lo que quería es que la gente entienda lo que pasó. Hubo muchas hipótesis y algunas muy erradas, y lamentablemente la gente opinaba por opinar. Mi preocupación era que la gente comprenda qué pasó, lo que pasó una familia en una búsqueda, a nosotros fue una búsqueda de más. Dejar de ser hermano para ser rescatista…”, reflexionó y allí marcó un inconveniente inesperado que se le presentó. “Otro de los problemas fue que empecé a olvidarme cosas, me costaba antes de empezar el libro. Entonces me empecé a asustar, Mauro tenía un hijo de 21 días y dije ‘cuando me pregunte, qué le voy a decir, qué me voy a poder acordar’. Entonces empecé a escribir y la idea era contar lo que sucedió día por día y una parte de análisis de las cosas que hicieron mal, errores de seguridad, hasta llegar al juicio. Pero la idea es día a día que la gente sepa y comprenda lo que vivimos. Es la devolución que hacen. No era la intención que el libro sea emotivo y real, y la idea es que el libro quede para que no vuelva a pasar. Que la gente lea y sea más consciente de que errores mata gente”. Respecto de su hermano, agregó que comenta “lo que era Mauro, qué hacía, tenía un hijo de 21 días, pero me metí más en que la gente entienda lo que pasó. Que tengan algo explicado, con imágenes, dibujos, demostrando que las condiciones estaban dadas y que hubo un embudo que fue la barcaza”. Repasó que cuando estaba dándose el juicio “venía escribiendo, pero no tenía un rumbo y justo hablé con una profesora del Liceo Storni Ingrid Fisher, entendió mi idea y ella termina de darle el broche final. Pero está todo de manera cronológicamente”. ¿Cómo se hace para volcar una historia tan fuerte cuando te toca tan de cerca? Nunca pensé en escribir un libro. Capaz era la necesidad de contar tantas cosas que no podía, me pasó en reuniones que no podía terminar la historia. Fuimos los primeros con gente del Liceo Storni, hicimos un peritaje y nos dio que la barcaza casi había pivoteado 90º. O sea la barcaza se metió al canal… y hoy está el juicio civil y un perito de la Armada dio el mismo dictamen que dimos apenas había pasado la tragedia. Esas cosas quería contar… Pasó también que algunos venían a preguntar porque querían saber y otros venían por chisme o a cuestionar. Entonces, con esto… lean. Por ahí había momentos en donde estábamos en el monte buscando y gritando el nombre de Mauro… y también hablar de lo que ayudó la gente. Hacía años que no había una colaboración de todo el mundo. Una vez que concluiste, ¿sentiste ese don liberador? Es como que cerrás un círculo.Esa es la sensación, un alivio, sacarte un montón de cosas de encima, ver plasmado lo que uno quería contar y que la gente sienta. Siempre digo que la gente en la vereda de enfrente opina. Y cuando me tocó a mí te cambia la vida, la mirada… un montón de cosas. La forma de pensar, el carácter… Son cicatrices que tenés y te quedan en la piel. Sabés lo que te dolió y aprendés de eso. ¿Lloraste mucho? Ufff, sí, sí, sí… siempre digo. Hoy me volví muy sentimental, veo videos, la familia, niños, un libro y se me cae una lágrima. Te das cuenta que la vida es muy frágil, son momentos. Donde si no vivís con tus hijos no lo recuperás más. Y también te das cuenta que la vida es como un vaso de cristal, uno cree que tiene planeada y no es así, es un día a día, un sube y baja. Te cuesta, no le echo la culpa, pero si lloré mucho. Cuando volvía de la búsqueda, me bañaba y lloraba. Con el transcurrir de los años, ¿cómo se convive con el dolor? Uno se acostumbra, si bien siempre digo que perder un hermano no es lo mismo que perder un hijo, porque lo vi con mis viejos y con amigos, pero el dolor nunca te vas a olvidar, te acostumbrás a ese dolor; pero son fiestas que no están más, abrazos, es difícil y lo llevás de la mejor manera. Los veo a mis viejos, cuando llega el cumpleaños de Mauro o ven una foto. Es muy difícil entender que no vas a ver más a alguien. Y después, cuántas veces uno se pregunta por qué. Y nunca vamos a encontrar respuesta, la vida sigue, hay otras personas que dependen de uno y tienen que tratar que lo te queda, que sea de la mejor manera. Son dos opciones, o te enojás con la vida o seguís… y la gente que se enoja la vive mal y los que estamos alrededor nos abandonamos. La otra opción no es la mejor, pero en mi caso me tocó un lugar de hacer que no vuelva a pasar. Y tenemos que tratar de llevarlo de la mejor forma. Fue muy shockeante para todos, por los ocho que fallecieron, porque eran conocidos. Y costó. Uno empieza a comprender que todos estamos para algo y soy creyente que Mauro estuvo para ser ángel guardián de los catorce que salvó ese día. Hoy estás en una función que generó suspicacias, ¿cómo aprendiste a convivir con eso? Fue difícil. Esto era un proyecto de Mauro con otros guardavidas, cuando me ofrecen pensé en que esto no vuelva a pasar y me pegaron de todos lados. Que me vendí… fue medio chocante, porque mi idea era hacer las cosas bien y que nadie viva el hecho de buscar a un familiar. Cuesta, seguimos peleando con gente que no quiere hacer bien las cosas, los privados y las piletas. Sabemos que lamentablemente no vamos a salvar a todos, la mayoría de los accidentes son por errores humanos, ese es el problema y la gente tiene que entender que debe colaborar. Hicimos mucho trabajo de prevención y bajamos el número de ahogados. Nunca va a ser cero y nos duele un montón cuando fallece un chico por negligencia porque un tercero no quiso pagar un guardavida. Me puso mal esta chica que falleció en la pileta de la Municipalidad, porque volvimos a cero. La seguridad es todo o no es nada. Mucha gente se nos ríe en la cara a veces cuando hacemos las inspecciones… hoy tenemos guardavidas en Brasil, han ido a Portugal. Es más, la reválida que tenemos en la provincia es la más fuerte de Argentina, vienen muchos de otras provincias y no la aprueban. Demostramos que no estábamos equivocado, ¿si creo que tenemos que mejorar? Sí. ¿Y cómo llevás esa autoexigencia? Trato de administrarla. A ver, lo que no quiero es ensuciar el nombre de Mauro. Me tocó pelear con muchos jefes, pero acá hay que comprender que es una vida. Y ahí la gente reacciona, cuesta pero la seguridad no se negocia. Porque en un momento nos daban que queríamos matar al deporte náutico y la Dirección es un órgano de contralor pero no dejamos de entender que debemos colaborar. Antes dábamos la seguridad, pero hoy hay guardavidas suficientes. Es un costo, si alguien quiere hacer un evento y cree que va a sacar gratis todo, es imposible. No hagamos más evento por amor el deporte. Hagamos un evento en el que digas, ‘tengo que cobrar esto y es para la seguridad’. Hacemos la misma exigencia con los guardavidas. ¿Qué te llena hoy? Uhhh… Saber que hice algo bien o que tomamos decisiones buenas. Por ahí no es el aplauso o la palmadita en la espalda, pero si bien no logramos mucho, desde que comenzamos hasta ahora hicimos muchos pasos importantes. Se cambió, hoy hay eventos muy seguros. Nos pasó que vino gente de otro lado y no podía creer que había guardavidas en una competencia de vela o que había un plan de contingencia, un equipo coordinando si pasaba algo; y cuando pasó algo se activó. Hoy hay clubes que alquilan embarcaciones y tenés un plan de contingencia, tenés playas seguras. Soy muy duro conmigo. No es que te digo me llena. Hice lo que tenía que hacer y hasta un punto haré cosas. Después vendrán otros. No soy eterno y no sé todo. Pero en un momento te apartás del trabajo… Sí, sí, hoy, necesito. Hoy aprovecho el canotaje como cable a tierra, como decir ‘me despego de todo’. Pero sigo estando en el agua. Me cambió mucho en mi forma de ser, vivir el momento, hoy estamos y mañana no estamos. ¿Sos feliz? Sí, soy feliz. La línea es muy delgada, hoy está atada a muchos estándares… Claro, ese es el problema. Tenemos estándares que no son nuestros. Obvio que seríamos felices si fuéramos millonarios, pero es un estándar que lo vemos en las redes sociales. Y lo que tenemos no lo ves. Tengo dos hijos espectaculares (Julián de 18 y Matías de 14), no tengo problemas con la adolescencia. Los amo con toda mi alma, me pongo a charlar, pero tampoco les exijo que hagan lo que yo hice. Y a mis viejos si, me doy cuenta que por ahí más que nada ‘el te quiero, te abrazo’, pasar momentos, no los pierdo. Si bien los veo todos los días, uno a veces no se da cuenta de que no somos nada. Mañana no estás, ¿y qué dejaste? Pienso en dejarle algo a mis hijos. No sé, estar cuando juegan al fútbol. Y a veces lo tomamos como una pérdida de tiempo darle tiempo a nuestros hijos y no, estás dejándole un legado, educando. Y eso a mí me motiva. Y bajarle a ellos a la realidad, que tengan un título y que puedan trabajar de lo que sea, valores que se perdieron. La vida te va a juzgar si hiciste bien o mal las cosas. Esos momentos pasan y no los recuperás y tus hijos se van. Si tuvieras que definir el libro, ¿cómo lo harías? Uhhh… Siempre digo que fue un hecho desgarrador. Ves la desesperación de una familia para encontrar con vida o el cuerpo. Muchas impresiones (del libro) dejé en varias facultades, bibliotecas. Más que nada que no vuelva a pasar, que nadie vida lo que tuvimos que vivir, llevar a un evento que es deporte, salud, felicidad y por la ineficiencia de personas terminar así. Y que quede como antecedente, éste escribió, se hizo mal. Que quede plasmado, a ver... la gente se olvida. Eso fue más que nada el libro y creo que para que el hijo de Mauro tenga un recuerdo de su papá. Él lo único que conoció fue el latido de su papá. Cuando quiera saber qué pasó, bueno, con el libro sabrá que “esto pasó”. Perfil Franco Bacigalupi Director de Seguridad Acuática Es profesor de Educación Física (egresado del Instituto Montoya, año 2002). Comenzó a trabajar como docente en el 2003 en el Liceo Storni. Desde el 2011 cumple funciones como director de Seguridad Acuática de la Provincia, área que desde 2018 pasó a la órbita del Ministerio de Gobierno. También se dedicó a la natación y al canotaje, disciplina esta última que aún practica. Con 13 años ganó el Cruce del Paraná.
Ver noticia original