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Parana » Informe Digital
Fecha: 25/06/2025 00:00
SAN PABLO, BRASIL.- “Estamos viviendo una revolución silenciosa”. Con esta afirmación, Alessandro Cruvinel, director del Ministerio de Agricultura de Brasil, resumió el proceso transformador que impulsa el país desde el ámbito agropecuario. La frase encapsula una estrategia destinada a combatir el cambio climático mediante la articulación entre la ciencia, las políticas públicas y el sector privado. En un escenario global caracterizado por la creciente presión ambiental y nuevas exigencias comerciales, líderes de los sectores público, privado y científico debatieron sobre el papel de la agricultura como parte de la solución. Durante la sesión inaugural del panel “Construyendo resiliencia climática a través de la agricultura sostenible” en el World Agri-Tech South América, se resaltaron herramientas clave como los bioinsumos, la digitalización del agro y la investigación genética aplicada a cultivos más resilientes. LA NACION estuvo presente en este evento, gracias a un viaje organizado por BASF. “Ya contamos con tecnologías disponibles, pero necesitamos una estrategia”, advirtió Cruvinel. Como ejemplo, citó el programa de biocombustibles y propuso replicar ese modelo en otras cadenas productivas. Entre las políticas ya en marcha, mencionó “Agro Brasil + Sustentable”, una plataforma gratuita que permite a los productores demostrar sus prácticas sostenibles ante mercados que exigen trazabilidad y certificación libre de deforestación. También destacó Mapa Conecta, una red digital y territorial que conecta a inversores, universidades, empresas, gobiernos subnacionales y startups en torno a la innovación agrícola. Desde Embrapa, la empresa pública de investigación agropecuaria, su directora ejecutiva, Ana Euler, explicó que la tecnología de fijación biológica de nitrógeno —un tipo de bioinsumo— ya se aplica en más de 46 millones de hectáreas de soja y maíz. Esta innovación ha permitido a los productores brasileños ahorrar 24.800 millones de reales (aproximadamente 4.700 millones de dólares) y evitar la emisión de 78 millones de toneladas de dióxido de carbono equivalente. “Estamos guiando la investigación hacia nuevas especies, más allá de las leguminosas, como los pastos, que son fundamentales para la producción de leche y carne”, destacó Euler. Agregó que Embrapa cuenta con más de 10.000 tecnologías listas para ser transferidas y tiene 43 unidades de investigación en todo el país, algunas con alcance nacional y otras con enfoque territorial. La ejecutiva también subrayó el trabajo en genómica aplicada para desarrollar cultivos más adaptados al cambio climático y anticipó el lanzamiento de seis nuevos bioinsumos este año, en colaboración con el sector público. Además, remarcó el impulso a la digitalización del agro y el trabajo con pequeños y medianos productores, quienes representan dos tercios de los establecimientos rurales en Brasil. “Hoy, una de las principales barreras para escalar nuestras tecnologías es la falta de asistencia técnica”, reconoció Euler. Por ello, uno de los focos actuales de la entidad es la transformación e inclusión digital, utilizando herramientas de trazabilidad, comercio electrónico y agricultura de precisión. Otro ejemplo mencionado fue una experiencia en zonas semiáridas, donde se desarrolló un sistema de gestión eficiente del agua que se convirtió en política pública. Este sistema ya ha sido adoptado por más de 1000 familias rurales, lo que les ha permitido continuar su actividad productiva en contextos de sequía. Embrapa tiene más de 10.000 tecnologías listas para ser transferidas y cuenta con 43 unidades de investigación en todo el país, algunas con alcance nacional y otras con foco territorial. Desde el sector privado, Silvia Dávila, presidenta de Danone para América Latina, enfatizó la urgencia de actuar de manera coordinada. “La agricultura lo cambia todo”, afirmó, y añadió: “Si se realiza correctamente, puede ser una parte fundamental de la solución a los desafíos climáticos y sociales que enfrentamos”. Dávila advirtió que los sistemas alimentarios enfrentan una fuerte presión y que no hay tiempo para discusiones aisladas. “La única manera de avanzar es construir un ecosistema robusto que incluya a gobiernos, empresas, productores y consumidores, con reglas claras, incentivos correctos y un compromiso ambiental”, expresó. También subrayó que la sostenibilidad no es opcional, sino una necesidad, especialmente en el uso del agua y la energía. “Necesitamos innovar, pero también claridad regulatoria y acceso al financiamiento”, dijo. En este sentido, valoró el papel de las políticas públicas como facilitadoras de la acción privada. “Cuando hay una visión a largo plazo y estabilidad, las empresas pueden invertir e innovar”, añadió. “La combinación de tecnología, legislación y compromiso es la base para un futuro mejor”, resumió Dávila. Señaló que en toda la cadena alimentaria hay oportunidades para reducir emisiones, mejorar la eficiencia y generar empleo de calidad, siempre que se trabaje de forma articulada.
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