Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • Desde las entrañas de La Voz Argentina: un día en las audiciones a ciegas entre llantos, nervios y big show

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 24/06/2025 02:43

    Alrededor de 150 personas trabajan en La Voz Argentina. 200 participantes fueron parte de las Audiciones a ciegas y más de 20 mil se presentaron al primer casting (Adrián Díaz/ Telefe) “¡03- 03-456!... ¡Na-na-na- na- na-naaa! El teléfono dice que tú no estás”. Soledad Pastorutti y Ale Sergi en los estudios Ronda de Telefe calientan los motores en la prueba de sonido de La Voz Argentina. Luego entrarán los concursantes con sus nervios y sus anhelos en la espalda, pero ahora 150 personas en las tribunas aplauden el show improvisado de dos de los coaches del programa que regresa a la televisión después de tres años sin aire. Nico Occhiato en el backstage revisa su celular apoyado sobre una caja de aluminio, de esas que sirven para cargar instrumentos. Luego de cuatro temporadas de la competencia, a él le tocará suceder a Marley. “Él es muy chill”, comentan de la producción sobre el estilo del conductor. Falta poco para la una de tarde, es el último día de las grabaciones de las Audiciones a ciegas, la instancia más popular del talent show, esa que en YouTube acumula millones y millones de visualizaciones. Más allá, un joven corpulento hace ejercicios de calentamiento vocal junto a Dorita Chávez, vocal coach del programa y toda una institución como corista de Diego Torres y Natalia Oreiro a Sarah Brightman y Marc Anthony. Nico Occhiato asumió el desafío de la conducción de La Voz Argentina en esta temporada 2025 (Adrián Diaz/Telefe) Mientras tanto, el show prueba sus luces, la banda va tomando temperatura e irrumpe sobre el escenario Luck Ra, el debutante en las sillas de los entrenadores que le dio una plaza al cuarteto en esta edición. Se escuchan gritos para el cordobés. Va vestido como si una bola de espejos azul hubiera explotado sobre su traje y sus pantalones ajustadísimos. El resultado: sexy. La Sole no se queda atrás. De cuero, top y jean, como una Joan Jett de Arequito, ahora entona “El rock del gato” a modo de karaoke, como un relax antes de comenzar a trabajar. Llevada por el clásico de los Ratones Paranoicos, Juliana Gattas se suma a sus compañeros y comienza a contonearse entre sensual y espasmódica. El “gritómetro” del público lo rompe Lali Espósito cuando hace su irrupción, toda de negro y con una melena larguísima como de sirena. Viene con un estado gripal desde hace unos días, pero ni siquiera esto evita que se incorpore al canto grupal. Hay risas cómplices, bailecitos en conjunto, la música altísima, pero ya es momento. Ahora todos marchan a sus lugares. “Le voy a pedir que cante Sapo cancionero… Ya sé que es de Nati, la hermana, pero no importa”. Un club de fans de la folclorista fue todo el mes que duraron las grabaciones, fascinados con tener bien cerca a su ídola. No por nada se sentaron lo más cerca en la tribuna de ella y la esperaron todos los días en su salida. Antes de que ingrese el primer participante, los jurados charlan por lo bajo de aviones, viajes y por qué las azafatas “podrían ser más empáticas con las madres con hijos”. Entonces, hacen silencio e ingresa el primer concursante. La Voz Argentina vista desde el control del reality show En el control, encabezado por el productor ejecutivo, Diego Nuñez, todo parece un vuelo a punto de despegar. Cerca de él está Virginia Módica, la directora vocal del show de talento y la encargada de la selección del multitudinario casting que tuvo más de 20 mil personas y más de 6 mil solo en TikTok, repasa una planilla de quiénes serán los próximos concursantes en probarse frente a la dinámica del ciclo, y aprieta sus auriculares contra sus oídos. “Díganles que despeguen la banda de la participante”, pide. Allí dentro en control realizan su propia reacción de los cantantes que van teniendo su turno. Hay folcloristas y traperos, chicas que cantan cumbia y algún señor que se le anima a una balada poderosa de los 80. Dorita y Virginia se lamentan por una concursante que no fue elegida por ninguno de los cuatro. “Fue impecable”, coinciden. Alguien más desaprueba a otro que ofreció más show de breakdance que virtuosismo vocal. “¡Andá al escenario!”, lo desafían ellas, conscientes de los caminos de un artista. Unos minutos después, el control es sacudido por el huracán de un hit inoxidable. ¿Una de Beyoncé? ¿Guns N’ Roses? ¿Los Beatles? No, no. “Que venga/ Yo le doy mi lugar/ Que recoja tu mesa, que lave tu…”, gritan a la par de una mujer, vestida de plateado, que eligió un fundamental de los Pimpinela. “¡Esta canción te la sube tanto que te dan ganas de romper algo!”, festeja Nuñez, de pie. Sofi Martínez oficia de host digital en esta edición Por ahí anda Sofi Martínez, una de las host digitales, que entrevista a los concursantes y sus familiares antes y después de sus presentaciones. A veces le toca poner el micrófono entre llantos de felicidad, en otras en medio de lágrimas amargas. Mientras tanto, dos chicas con botellas de agua en las manos esperan su turno. Una tiene alrededor de 20 años, lleva una cola de caballo alta y botas blancas. La otra, de top plateado, tamborillea sus uñas de acrílico y piedras contra una de sus piernas. Ya pasaron casi 200 participantes y al final de este día, los equipos habrán completado sus fichajes. Ahora hay pelea. En la dinámica más clásica del show, los jurados buscan agenciarse a los participantes para sus grupos ofreciéndoles las bondades por las que tienen que ser elegidos. Unos minutos antes un treinteañero de rulos que cantó una chacarera parecía destinado para Soledad, pero se va con los Miranda! En este momento Lali busca seducir a una intérprete de Córdoba, la tierra de Luck Ra. “Serviste ‘aparato reproductor femenino’”, le dice. Mientras Occhiato, debajo del escenario y con el abuelo de la cantante, expectante, oficia de traductor. “Le dijo que ‘sirvió concha’. Es así...”, completa, sobre la jerga del mundo drag y trans que se coló hasta el prime time del canal de las pelotas. El estudio de La Voz Argentina en las audiciones a ciegas tiene más de 1.200 m2 y una tribuna para 150 personas “El entretenimiento tiene que ser un reflejo de lo que pasa en el mundo”, soltó John de Mol, creador de la franquicia de The Voice y titán de los medios, también padre de Gran Hermano, una de sus máximas durante una entrevista que concedió en 2014. Él giro de La Voz es la elección a lo “gallito ciego” de los aspirantes para una vieja tradición: los certámenes de canto nacieron con la radiofonía cuando las emisoras advirtieron que la gente buscaba más que noticias. Fernando López Rossi, director musical del programa y también en su puesto en el control, destaca cómo la música urbana permeó en las audiciones, un espejo del boom de artistas argentinos que vienen rompiendo las fronteras como Duki, Ca7riel & Paco Amoroso, Emilia o Nathy Peluso. “La música existe por el público que la consume. Ahora la música está pasando por ese barrio, digamos. Hay un montón de gente que lo aprovecha, que le gusta y la hace. Después eso va girando. En algún momento el tango dejó de ser tan popular. Ahora el rock nacional dejó de ser tan popular. Las juventudes también van cambiando”, analiza, sobre esa otra grieta. Soledad Pastorutti, Ale Sergi y Juliana Gattas de Miranda!, Luck Ra y Lali Espósito son los coaches de La Voz Argentina. Nico Occhiato debuta en la conducción del talent show “Este año tenemos más audiciones a ciegas y más participantes por equipo. Del 2022 a 2025 la música pasó por muchos cambios y procesos. Se acumuló el talento. Tenemos mucha música nueva, más versiones y versatilidad”, suma la directora vocal, sobre el color que tendrá esta edición. “Los chicos de ahora sí consumen la música de sus padres y antes no pasaba”, teoriza López Rossi. “Por eso está bueno cuando el que se sienta frente a la tele, tiene 18 años y quiere escuchar a María Becerra, le aparece una canción de Fito Páez y descubre que es un temazo. Yo creo que va a pasarle a la gente en sus casas. A lo mejor también tenemos suerte de que los de 40 o 50 digan ‘che, que bueno esto de María Becerra o de Lali’. El objetivo es integrar a la familia”, explica. Unos minutos después, una muchacha lánguida llora en los brazos de su padre, mientras la mamá le frota la espalda. “¡No puede ser, llegué a una nota que nadie llega!”, solloza. Más allá, espera su turno una señora que podría ser la madrina de boda más despampanante de cualquier fiesta: en esta instancia, la ropa como el peinado corren por cuenta del participante. Luego, cuando entran a la competencia oficial, el equipo de vestuario hace su trabajo. Ahí está Marcela Amado, asesora de moda de Susana Giménez, exmodelo, madre de Pedro Rosemblat y suegra de Lali. La famiglia unita. 150 personas son los operarios de una máquina monumental como esta. En una televisión de aire en crisis, donde los emisoras de aire ya no compiten entre sí y el rival a vencer son las plataformas de streaming y, en menor medida, el cable, acá todavía late el corazón del big show. Al final del día, el canto es la conexión que hace que todo tenga sentido. Incluso antes del fuego, el canto estaba ahí entre las civilizaciones primigenias. En el estudio un chico de 15 años, abrazado a Occhiato, permanece atragantado por el orgullo cuando las sillas de los jurados se van dando vuelta y su mamá ataca las notas sobre el escenario con la ferocidad de una amazona. Entonces, es como si floreciera. Fotos: Adrián Diaz/ Telefe

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por