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» Primerochaco
Fecha: 23/06/2025 21:50
En un escenario nacional de ajustes, retiros voluntarios y reducciones presupuestarias, la ingeniera Diana Piedra, directora del Centro Regional Chaco-Formosa del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), destacó la vigencia y la resiliencia de la institución que cumple 70 años al servicio del desarrollo agropecuario en Argentina. Durante una entrevista con medios locales, Piedra aseguró que, a pesar del clima de incertidumbre y los recortes, “el INTA sigue en marcha, con proyectos activos y una fuerte vocación de servicio a los productores y al país”. Una institución nacional con anclaje regional El INTA tiene presencia en todo el territorio argentino y su estructura en el NEA incluye cinco estaciones experimentales y 21 agencias de extensión en Chaco y Formosa. Allí trabajan actualmente 420 personas, entre profesionales, técnicos y becarios, aunque esa dotación ha disminuido notablemente en los últimos años. “Hemos atravesado un proceso de retiro voluntario que dejó fuera del sistema a más de 300 trabajadores en todo el país y muchas personas fueron intimadas a jubilarse. En total, el sistema tendrá más de 1.000 agentes menos en 2025”, advirtió Piedra. La dotación nacional actual es de aproximadamente 6.000 personas, aunque según estudios internos la cantidad óptima debería ser significativamente mayor. El valor estratégico del INTA para el agro y la ciencia Piedra puso en valor los servicios que presta el INTA y la necesidad de que la sociedad comprenda su rol. “Nos dedicamos a investigar y transferir tecnología. INTA no es solo vacunas o variedades de cultivos. Custodiamos el recurso genético del país”, afirmó. Uno de los casos emblemáticos es la Estación Experimental Agropecuaria Sáenz Peña, que cumplió 100 años y es reconocida como un centro de referencia en mejoramiento genético del algodón. Allí funciona uno de los bancos de germoplasma más grandes del mundo, clave para el desarrollo de variedades adaptadas al cambio climático. “El algodón es un orgullo nacional y es en Chaco donde se desarrollan las semillas que se siembran en todo el país”, recordó. Y agregó: “Así como acá está el germoplasma del algodón, en otras provincias INTA resguarda las variedades de arroz, cítricos, vid y ganado criollo, entre otros”. Presupuesto prorrogado y desafíos estructurales Consultada sobre la situación presupuestaria, Piedra explicó que el INTA recibe los fondos prorrogados del presupuesto nacional, lo que garantiza un funcionamiento mínimo, pero con limitaciones. “Venimos recibiendo lo que estaba establecido, pero no hay margen para recuperar vacantes ni ampliar equipos”, señaló. En su Centro Regional, la reducción de personal es evidente: “Cuando asumí en 2014, teníamos 540 personas. Hoy, somos poco más de 420. Eso nos obliga a priorizar temas y dejar de cubrir otros”, indicó. Una de las consecuencias es la pérdida de especialistas en áreas sensibles como fitopatología. “Nos está costando sostener líneas de investigación por falta de recursos humanos, algo que debería preocuparnos a todos”, sostuvo. Participación, control social y orientación territorial La directora destacó que el INTA mantiene un sistema de control social y participación activa, a través de sus consejos regionales donde están representadas las provincias, universidades, entidades de productores y organizaciones del sector agropecuario. “Nos reunimos una vez al mes y allí se definen prioridades: desde continuar con el algodón, trabajar en alimentación ganadera o encarar nuevas líneas de trabajo. Son los productores y referentes los que nos orientan territorialmente”, explicó. Una estructura que resiste A pesar del contexto adverso, Piedra expresó confianza en la institucionalidad del INTA. “Vamos a cumplir 70 años en 2026, pero nuestras raíces se remontan a más de un siglo, como en el caso de Sáenz Peña. El INTA trasciende gestiones de gobierno y sigue siendo una institución estratégica para el desarrollo del país”, concluyó.
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