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Parana » El Diario
Fecha: 23/06/2025 15:32
La escalada bélica en el Golfo Pérsico ya encarece gas y petróleo, presiona los precios internos y preocupa a empresas e industrias argentinas. A eso se suma el freno por tasas altas y la pulseada de gobernadores por fondo. a escalada de la crisis en Medio Oriente, con nuevos ataques en el Golfo Pérsico, reconfiguró de golpe el mapa de riesgos globales y encendió alertas rojas para la economía argentina. Con el precio del petróleo en suba y un mayor costo del gas natural licuado (GNL) en plena temporada de frío, el impacto directo se podría sentirá en las facturas de energía para comercios, pymes y consumidores, y también en los costos logísticos que pagan industrias y transportistas. Analistas locales ya advierten que la inflación podría recalentarse si la tensión geopolítica se prolonga, sumando presión a una canasta básica que venía mostrando una desaceleración leve. Para muchas empresas, sobre todo pymes manufactureras y grandes consumidores industriales de gas, la combinación de tarifas más caras y combustibles en aumento amenaza con elevar los costos de producción y ajustar aún más márgenes de rentabilidad que ya están bajo presión. En paralelo, la política monetaria restrictiva que implementa el Banco Central, con tasas de interés en niveles históricamente elevados, empieza a mostrar señales de freno sobre la actividad económica real. Varios sectores, desde la construcción hasta el comercio minorista, reportan menor movimiento y mayor dificultad para financiar stocks o proyectos de inversión. El endurecimiento crediticio, que buscaba contener la demanda de dólares y desalentar la inflación, ahora desafía la reactivación de un consumo que venía tambaleando tras la corrección de precios regulados y la fuerte devaluación de meses atrás. Frente a este combo de amenazas externas y enfriamiento interno, el ministro de Economía, Luis Caputo, mueve sus fichas para robustecer el colchón de reservas internacionales del Banco Central. Según trascendió, la estrategia oficial combina acelerar acuerdos de financiamiento, sumar ingresos por exportaciones y mantener un estricto control del gasto público para evitar un mayor drenaje de divisas. Este blindaje busca mitigar el golpe de un shock externo severo, que podría desatar corridas cambiarias o acelerar la salida de capitales. Pero los problemas no terminan ahí. La Casa Rosada enfrenta esta semana un frente político que podría complicar aún más la hoja de ruta fiscal: los gobernadores, reunidos en bloque, esperan hoy una respuesta oficial a sus reclamos financieros. Exigen precisiones sobre el reparto de coparticipación, compensaciones por la quita de fondos discrecionales y la actualización de partidas clave para obras públicas y servicios esenciales. El temor en los despachos oficiales es que, sin una respuesta clara y recursos frescos, la tensión se traslade al Congreso, donde varios mandatarios provinciales tienen poder de bloqueo sobre proyectos estratégicos para el Ejecutivo. Un quiebre con las provincias podría trabar reformas claves, alimentar la incertidumbre política y agravar la percepción de inestabilidad macroeconómica justo cuando los mercados internacionales vuelven a mirar con lupa a Argentina. En definitiva, el Gobierno apuesta a resistir este combo de tormentas —shock externo, inflación energética, tasas restrictivas y pulseada política— sin resignar el ancla fiscal ni la calma cambiaria que logró sostener en los últimos meses. El resultado depende de la duración de la crisis internacional, la efectividad de la hoja de ruta de Caputo para acumular reservas y la voluntad de diálogo con los gobernadores. Por ahora, cada factor tiene el poder de recalentar o enfriar la economía local, con impacto directo en negocios, industrias y en el bolsillo de millones de argentinos. Por: Marcos Cicchirillo
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