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Parana » Informe Digital
Fecha: 23/06/2025 13:30
La Iglesia Católica en Argentina criticó con contundencia al gobierno de Javier Milei por el crecimiento del narcotráfico en los barrios vulnerables y advirtió que el “retiro del Estado”, caracterizado por la falta de políticas de prevención y asistencia, “es una forma indirecta de condenar a la muerte a muchos”. “Observamos con preocupación y dolor que la retirada del Estado de esos sectores facilita el avance del narcotráfico, que ocupa ese vacío y se convierte en una especie de Estado paralelo, donde los narcos ofrecen a los jóvenes una vida fugaz pero aparentemente mejor, a cambio de su dignidad, su libertad y, en muchas ocasiones, su vida”, señalaron los obispos en una declaración de la Conferencia Episcopal (CEA) a la que accedió Infobae. Y añadieron: “No se puede seguir esperando que quienes apoyan a los jóvenes más vulnerables lo hagan sin recursos. La entrega desinteresada de cientos de voluntarios es muy valiosa, pero debe complementarse con equipos que se dediquen de lleno a esta tarea, lo que requiere financiamiento. Desfinanciar estas iniciativas, retrasar la ayuda o dejar todo a la buena voluntad de voluntarios fatigados es una forma indirecta de condenar a muchos a la muerte”. La declaración, titulada “Si el Estado se corre, entra el narcotráfico”, fue firmada por la Comisión Ejecutiva de la CEA, compuesta por Marcelo Colombo, arzobispo de Mendoza; el vicepresidente Ángel Sixto Rossi, arzobispo de Córdoba; César Daniel Fernández, obispo de Jujuy; y Raúl Pizarro, obispo auxiliar de San Isidro. “La Iglesia en Argentina reafirma su compromiso en la lucha contra el flagelo del narcotráfico y el consumo de drogas, una herida profunda en el corazón de tantos jóvenes, muchos de ellos en situaciones de extrema pobreza”, comenzaba el comunicado. “La droga mata desde adentro, apaga la esperanza y destruye los sueños de tantos jóvenes atrapados en el circuito del consumo. Esta realidad nos duele y nos interpela: ¡No podemos naturalizarla!“, destacaron los obispos. Y enfatizaron que “en los barrios más vulnerables la Iglesia está presente”, señalando que “desde hace años, comunidades eclesiales de todo el país (parroquias, capillas, Hogares de Cristo, Centros Barriales, Cáritas, Fazendas de la Esperanza y otras iniciativas junto a organizaciones de la sociedad civil) acompañan de manera silenciosa, cercana y constante a quienes luchan contra la adicción y buscan una salida”. La Comisión Ejecutiva de la CEA resaltó que “la prevención y la educación son pilares insustituibles en esta lucha, concretados en espacios de contención, escucha y formación. Por lo tanto, es urgente y necesario que las autoridades nacionales, provinciales y municipales reconozcan y respalden el trabajo que ya se realiza en el territorio, aportando los recursos necesarios para potenciarlo y ampliarlo”. “Sin una presencia constante del Estado y el compromiso de toda la sociedad en la formación de nuestros niños, niñas y adolescentes, siempre estaremos corriendo detrás del problema”, afirmaron, y añadieron que “la recuperación no es un camino solitario: se sostiene en vínculos, en el abrazo de una red fraterna, en la pertenencia”. “Es fundamental cuidar y fortalecer estas comunidades que salvan vidas todos los días. Sin el compromiso económico del Estado, esta ardua tarea no podrá sostenerse. Y si este esfuerzo se desmorona, no habrá quien reciba a quienes tocan fondo buscando una segunda oportunidad. A los responsables de gobierno les pedimos: ¡Escuchen el clamor de quienes luchan por salir del consumo! ¡Vean el dolor de familias y comunidades devastadas por este flagelo!“, expresaron los obispos, quienes agradecieron especialmente a quienes se comprometen a asistir a las víctimas de esta problemática social. Un informe dramático La declaración se produce tras la difusión de un impactante informe elaborado por el Centro de Investigación y Acción Social (CIAS) y el think tank Fundar, titulado “La narrativa rota del ascenso social, Un estudio sobre las expectativas de los jóvenes de barrios populares”, que revela, a partir de encuestas en el territorio, especialmente en barrios vulnerables, el impacto devastador del narcotráfico en las familias y en los jóvenes. “La compraventa y el consumo de drogas son una realidad cotidiana y visible. En la encuesta, el 51% manifestó que la mayoría de sus amigos consume drogas, mientras que un 43% indicó conocer a personas del barrio que las venden. En las entrevistas, los jóvenes coinciden en que el consumo es generalizado, se da entre grupos de amigos y comienza a edades cada vez más tempranas”, señala el estudio liderado por el sacerdote jesuita Rodrigo Zarazaga. “También coinciden en que el consumo conduce a la participación en grupos delictivos. La naturalidad con la que hablan sobre sus propias adicciones o las de amigos y familiares refleja la cotidianidad con la que enfrentan estas situaciones. Seis de ellos, por ejemplo, comenzaron a consumir porque alguno de sus padres ya lo hacía”, añade el informe. La investigación se llevó a cabo mediante una encuesta de 600 casos y 47 entrevistas en profundidad a jóvenes de entre 16 y 24 años en barrios populares del AMBA, con el objetivo de captar sus experiencias y las narrativas sobre sus vidas. “Lejos de ser un grupo marginal, el universo estudiado abarca un amplio espectro social; se estima que el 34% de los jóvenes del país reside en el AMBA, y que el 40% de los jóvenes del Conurbano Bonaerense vive en barrios populares o zonas vulnerables”, indica el texto al que accedió Infobae. Una de las definiciones más alarmantes: “Todos los jóvenes coinciden en que el consumo suele comenzar alrededor de los 13 o 14 años, aunque también aseguran que cada vez se inicia a edades más tempranas, incluso de 9 o 10 años (…) Muchas familias están fragmentadas, muchas escuelas desbordadas, y muchos barrios populares están “ocupados por los narcos” y cada vez más desconectados de la vida de la ciudad”. “El entorno barrial se percibe como una amenaza constante. Esta percepción se basa en la creencia generalizada de que la droga está omnipresente en el barrio. La valoración de sus madres como ‘guerreras’ o ‘superhéroes’ no solo refleja gratitud, sino que también evidencia la capacidad de estas mujeres para navegar con fortaleza y resiliencia entre los múltiples desafíos que enfrentan en contextos de exclusión y violencia”. La investigación además reveló que el consumo problemático y el delito se reproducen intergeneracionalmente: “Cinco jóvenes cuentan que sus familias se dedicaban a vender drogas, y siete mencionan que tienen o tuvieron a alguno de sus padres en prisión. Lara (20 años) relata que su madre fue encarcelada por narcotráfico cuando ella tenía 16 años y que, desde entonces, se ve forzada a ejercer la prostitución: ‘El trabajo en la calle me acercó a la droga. Es lo peor. Mi vida es un fracaso’. El consumo de drogas se presenta, de acuerdo a CIAS-Fundar, como una causa de abandono escolar. Entre los 29 jóvenes que no terminaron la secundaria, diez abandonaron debido a estar en situación de calle y tener problemas de adicciones crónicas. En las narraciones de los jóvenes, el consumo de drogas se asocia a un estilo de vida que incluye delinquir y romper los lazos con quienes intentan ayudarles a salir del consumo. “La mitad de los jóvenes entrevistados (23) consumen o consumieron drogas y consideran que tres razones los llevaron a la ‘vida en la esquina’: olvidar las dificultades, obtener ingresos o lograr reconocimiento. Aquellos que vivieron desde pequeños en situación de calle advierten que las condiciones tan adversas los llevan casi inevitablemente al consumo”, resalta el informe en sus aspectos fundamentales. El estudio de campo, que circuló entre obispos y agentes sociales vinculados a la Iglesia, pinta un panorama desolador y proporciona datos sobre una situación dramática. Los obispos, con su declaración en el marco del Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas, lanzaron una alerta al Gobierno para impulsar un mayor compromiso en la reversión de esta problemática actual.
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