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» Diario Cordoba
Fecha: 23/06/2025 10:42
Son una de las mejores bandas norteamericanas de las últimas décadas, pero también una de las mejores que cualquiera pueda ver en directo en el mundo, en cualquier estilo imaginable. Wilco nos visitan de nuevo en junio: están el 26 en el Poble Espanyol de Barcelona, el 27 en el Parque Enrique Tierno Galván de Madrid (Alma Festival), el 28 en la Feria de Muestras de Granada y el 29 en la Marina Nord de Valencia (Nits Voramar). Su distintivo guitarrista desde 2004, el virtuoso y versátil Nels Cline (San Diego, California, 1956), atiende a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA por zoom desde su casa en Nueva York. Es el músico más veterano del sexteto que completan el vocalista, guitarrista y compositor Jeff Tweedy, el bajista John Stirratt, el batería Glenn Kotche, el teclista Mikael Jorgensen y el guitarrista Pat Sansone. Es también el miembro que más evidencia una conexión con el jazz y las vanguardias, a través de su trabajo en proyectos como Nels Cline Singers, Nels Cline Trio, Nels Cline 4 o el Consentrik Quartet, con quien acaba de publicar un nuevo álbum para el legendario sello Blue Note. Una enciclopedia andante, y por suerte bien abierta, a tenor de su carácter afable, que provoca que la charla se extienda más de lo acostumbrado en estos casos. P. La última vez que Wilco pisaron España usted no pudo tocar en Valencia por haber contraído covid un día antes. Le hablo desde allí: hay muchas ganas de volver a verlos con su guitarra. R. Fue un auténtico bajón para mí. Porque tampoco me encontraba tan mal. Pero tuve que estar aislado en la habitación del hotel, por precaución. Sentó un precedente peligroso eso de que la banda tocara sin mí: a lo mejor les va mejor así (risas). Fue un incordio, así que ahora hay una motivación extra para volver a España. Siempre nos alegra ir allí. P. Bueno, eso de que igual les va mejor sin usted, dígaselo a quienes se quedaron con las ganas de escuchar 'Impossible Germany', con su distintivo solo de guitarra. Paradójicamente, una de las canciones más populares de Wilco, extraída de un disco que rara vez figura entre los favoritos de sus fans, como fue Sky Blue Sky (2007). R. Tocamos esa canción, con ese solo, prácticamente en todos los conciertos. Su repercusión creció con el tiempo, y casi me obligaba a darle un toque renovado cada vez que la abordamos. Es como un divertido desafío. P. Wilco acaban de celebrar el veinte aniversario del que está considerado por mucha gente como su mejor disco, A Ghost Is Born (2004). Usted aún no formaba parte del grupo: le quedaban semanas. No figuró en los créditos de un disco suyo hasta el directo Kicking Television. Live In Chicago (2005). ¿Cómo recuerda aquel tiempo? R. Cuando Jeff (Tweedy) contactó conmigo para proponerme que entrase, me envió el contenido de A Ghost Is Born (2004) ya mezclado, pero sin masterizar ni secuenciar, en un CD-R. Me impresionaron dos cosas: en primer lugar el material, que me pareció maravilloso. Y que me podía ver a mí mismo en él, disfrutándolo e hincándole el diente; y en segundo lugar que el sonido de la guitarra se había puesto en primer plano en canciones como Spiders (Kidsmoke) o At Least That’s What You Said. Le pregunté qué quería de mí, porque el sonido de esas guitarras ya me parecía brillante, y me dijo “ya lo pensaré”. Él tocaba los solos de esas dos canciones, y yo gradualmente fui introduciendo mi estilo dentro de ese material. Casi no me puedo creer que haya pasado tanto tiempo. Son 21 años desde que Patrick (Sansone) y yo nos incorporamos. Desde entonces, somos las mismas seis personas. A Ghost Is Born (2004) ganó un Grammy justo cuando lo presentábamos en directo, en ese mismo momento: me alegro de que estuviéramos sobre el escenario y no esperando sentados para saber si nos lo daban o no. Nunca he sido un gran fan de las competiciones por creatividad, así que me alegra que nos pillara trabajando. Fue emocionante, aún así, que el disco fuera reconocido, porque es muy bueno. P. Es la formación más estable de Wilco, desde luego, y una garantía de que cada concierto va a ser sobresaliente, independientemente de la calidad del disco de turno. R. Muchas gracias. He de decir que estoy orgulloso de nuestro trabajo. Creo que somos buenos [risas]. P. ¿En qué medida su necesidad creativa está cubierta con Wilco, dado que tiene muchos otros proyectos? R. No soy un escritor de canciones como Jeff (Tweedy), que es uno de los más grandes. Mi objetivo es servir a la música, sea cual sea, me guste o no, y lo cierto es que me gusta rockear con Wilco, o proveer atmósferas y orquestaciones a la estructura de sus canciones. Pero no escribo canciones como las suyas. Y me siento realizado, porque sé que puedo hacer mis cosas, que son más instrumentales y basadas en la improvisación, y tener la suerte de compaginarlo con mi trabajo para las fantásticas canciones que escribe Jeff. Es un mundo diferente en el que puedo adentrarme cada vez que empezamos a tocar. P. Son una banda muy de directo. ¿No les agotan las giras? R. No es una carga. Nos gusta, porque nos gusta tocar. Es duro el día antes de salir: me siento un poco agobiado, porque me gusta ver a mi mujer a diario y la vida en Nueva York. Pero tan pronto como me meto en el bus de camino al aeropuerto, me sumerjo en un estado de ánimo distinto. Feliz de tocar. En modo gira. No es un incordio: es un privilegio. Llevamos mucho tiempo juntos y no nos cuesta. P. ¿Llegan a tener tiempo de conocer las ciudades? R. A veces. Menos de lo que me gustaría. Soy el viejuno de la banda, no tan intrépido como otros, llevo girando por el mundo muchos años y depende también de dónde esté. Ya no salgo mucho: me gusta leer y tocar la guitarra. Si estoy en Barcelona, me gusta ir a la Fundació Tàpies. Suelo visitar museos de arte. No soy muy de playa, huyo del sol (risas). He hecho amigos en muchas ciudades, a veces quedo con ellos: eso es importante. Si salgo, es para comer en algún sitio. P. ¿Cómo se sienten en Europa? ¿Es distinto aquí el público? R. No lo sé. Seguro que hay diferencias culturales. En Norteamérica podemos tocar en un bonito teatro y que todo el mundo se ponga de pie, mientras que en Europa nadie se mueve de su asiento porque hay un respecto por lo solemne del recinto: eso me parece un signo de refinamiento y cultura. Me gusta, aunque entiendo que no es fácil permanecer sentado en un show de rock. A mí solo me interesa que la gente escuche. Y creo que los europeos son muy buenos oyentes [risas]. Pero quizá no debería generalizar. Ahora mismo me genera nerviosismo la simple presencia de estadounidenses en cualquier lugar del mundo, porque estamos en un periodo muy tenso y oscuro de nuestra historia, diseminando muy mala energía. Y eso creo que nos obliga aún más a emitir energía positiva. A unirnos con la gente que se preocupa por el prójimo y por el futuro. P. Aquí tenemos el dilema sobre dejar de comprar productos estadounidenses, pero luego pienso que la gente que los manufactura quizá no tenga la culpa de lo que está pasando. Como bien dice, los músicos y los agentes culturales como ustedes tienen la oportunidad de dar otra visión de su país. R. Sin duda. Supongo que Jeff (Tweedy) dirá algunas cosas desde el escenario, pero al fin y al cabo él no es un político. Nuestro mensaje número uno es la música. Y esa especie de unidad de espíritu que se genera entre la gente cuando se junta para disfrutar en un concierto. Sin público, nuestra presencia no tiene sentido. Estamos todos juntos en esto: eso es lo más bonito, y posiblemente lo tengamos que preservar más que nunca. Suena inquietante, pero si nos aferramos a ello, saldremos mejor. Al menos tendremos algo con lo que calentar nuestras almas y nuestros corazones. P. Volviendo a la carrera de Wilco: ¿cree que ha sido musicalmente más conservadora desde 2004, menos arriesgada o vanguardista? R. No estoy de acuerdo. ¿Escuchaste el EP Hot Sun Cool Shroud (2024)? No creo que sea muy conservador. O el álbum Cousin (2023). O Cruel Country (2022), por ejemplo, que creo que es un álbum distinto por diseño sonoro, en el que no tocamos canciones súper rock, porque las interpretamos todos juntos a la vez y en tiempo real. Hay formas clásicas de canción, de acuerdo, pero incluso discos como Star Wars (2015) tampoco me parecen especialmente conservadores: las guitarras de Jeff son muy salvajes. También creo que mucha gente asocia la idea de la creatividad desbordada de Wilco a Yankee Hotel Foxtrot (2002), por cómo sonaba y cómo sorprendió cuando se publicó. Pero honestamente, a mí nunca me sonó extraño: mira cuál es la música que suelo hacer yo por mi cuenta. Me resultó interesante, pero en absoluto radical. Pero entiendo que en el contexto de los discos previos de Wilco, e incluso más allá, es ciertamente único y destacó. Pero ya te digo que no tengo la sensación de que nos hayamos convertido en una banda conservadora. A Jeff no le gusta repetir la forma en la que graba los discos. No sé cuál será nuestro siguiente paso. No creo que grabemos este año. Seguramente el próximo pondremos mucho material en circulación. P. Quizá también pesa demasiado aún el viejo estereotipo del malditismo rock: la idea de que lo que hacía Jeff Tweedy era más interesante cuando procedía de su época turbia, cuando sufría migrañas y tenía mal humor, que no de lo que hace en los últimos tres lustros, cuando lleva una vida más feliz y plácida. R. Creo que Jeff no compraría esa idea ni por un minuto. Es increíblemente prolífico, y ya lo era antes de que nos conociéramos. Lo fue algo menos en la época de Sky Blue Sky (2007), cuando tenía problemas. Creo que él quiere crear todos los días, y que la gente que lo acompaña también lo haga. Y no creo que la desgracia o el sufrimiento sean catalizadores de la creatividad. Tampoco él lo cree. Es una idea romántica que la gente del mundo occidental, mayormente, viene arrastrando desde hace tiempo, un pensamiento que tiene más que ver con la economía que con la realidad: simplemente nos ponemos unos frente a otros para tocar y generar felicidad. Y queremos que la gente sea feliz, tanto si genera arte como si no. También pienso que el arte es el estado natural de mucha gente que se siente perforada por el funcionamiento de la sociedad, y que esa creatividad genera felicidad. Y que es mejor aferrarse a ella que al sufrimiento. Es cierto que Jeff tuvo problemas para controlar determinadas sustancias, y aún tiene migrañas de vez en cuando, no se han ido del todo, es algo con lo que mucha gente ha de lidiar toda su vida. Las dificultades siguen ahí: todos nos hacemos mayores, yo lo siento y lo noto, así que creo que al final es una cuestión de encontrar la propia felicidad, como decía aquel libro de Joseph Campbell. Y de sentirse agradecido cuando se encuentra. Eso es más importante que aferrarse al dolor. P. Supongo que la música les ha salvado la vida, en cierto modo. Por cierto, ¿quiénes fueron sus héroes de la guitarra? R. Sí, la música y el arte nos salvaron. El término “arte” suena grandilocuente. Pero a mí es algo que me dio una dirección y una inspiración. A veces incluso un sentimiento de trascendencia. Creo que lo primero que me hizo pensar seriamente en la música fue Ravi Shankar. Y la música clásica india, que descubrí con diez años, cuando estaba en la escuela primaria. Me obsesioné con el sitar. Quise aprender, pero luego leí la primera autobiografía de Ravi Shankar, un librito que se llama Mi música, mi vida (1968), en el que explicaba el estricto método de práctica que llevaba con el instrumento, y me dije a mí mismo que ni de coña iba a pasar por eso [risas]. Luego llegaron a mi vida, más o menos al mismo tiempo, The Byrds, con una figura tan importante para mí como Roger McGuinn. También Jimi Hendrix fue muy importante: el más grande para mí, la razón por la que me dediqué a la guitarra, fundamentalmente. Creo que eso me encarriló en la senda del blues y la psicodelia. Ambos elementos estaban en Jimi, pero también en Jeff Beck. Me metí en un universo de blues rock, hasta que descubrí a John Coltrane. El blues para mí era B.B. King, Freddie King y Albert King. También me gustaban Duane Allman y Dickey Betts. Y Peter Frampton cuando estaba en Humble Pie. Luego llegó el rock progresivo a mi vida, con tipos como Steve Howe, Peter Banks o Robert Fripp. O Jan Akkerman. Y luego me metí en el jazz. Sea lo que sea lo que llames jazz. Era un adolescente por aquel entonces, cuando empecé a escuchar a John McLaughlin, John Scofield, John Abercrombie… los Johns. A George Benson, Pat Martino, Jim Hall. El jazz eléctrico. Tuve muchos héroes de la guitarra. Escuché mucho a Fred Firth cuando estaba en el instituto, escuchando a Henry Cow pero también sus discos en solitario. P. Son todos anteriores al estallido del punk. No sé si fue para usted un movimiento revolucionario, o cree más bien que no lo fue en absoluto. R. Interesante pregunta. Porque no me lo pareció al principio, honestamente. Trabajé en una tienda de discos desde 1976 a 1986, y a consecuencia de eso escuché cada single de punk rock que llegaba a la tienda: bandas que se habían formado un par de semanas antes de editar su primer disco a 45 RPM, a las que escuchaba, pero realmente no me interesaban porque escuchaba a Ralph Towner o a John Abercrombie, intentando aprender a tocar como ellos. Ocasionalmente me engancharon Television, y cuando escuché Marquee Moon (1977) es cuando empecé a reinvertir mi tiempo y mi interés en lo que entonces supongo que llamábamos rock and roll. Pero el de Television no es un disco de punk. Yo diría que mi interés por Television y por el Patti Smith Group me reengancharon al rock, pero lo que galvanizó mi interés por lo que podemos llamar punk rock fueron Minutemen. Aún son una de mis bandas favoritas de siempre. Y una de las mejores que se pueden ver en directo. Ahí me di cuenta de la importancia de la escena punk de Los Ángeles. Porque la creatividad de Minutemen era tan intrigante y vasta, tan única a muchos niveles, pero muy muy rockera, que me recondujo al rock y al punk sobre 1980. El punk llevaba años existiendo, pero no me interesó hasta que descubrí a Minutemen. P. Siempre pensé que sus principales referentes en el mundo del rock eran de la costa este. La escuela de Tom Verlaine, Richard Lloyd o Robert Quine, es decir, la de Television, prolongada por Dean Wareham y tantos otros. R. Vivía allí todavía, en la costa oeste, y Minutemen tocaban muchísimo. Y cuando les oigo ahora me recuerdan a cosas que yo hacía en aquella época, con la diferencia de que mi guitarra tenía mucha más reverb. Pero el estilo melódico es similar. Tom Verlaine es una de las figuras más importantes de la guitarra, para mí y para cualquiera, como lo fue Duane Allman durante una época anterior de mi vida, cuando estaba en el instituto. Pero el estilo de Verlaine no es muy agresivo, ni se basa en tocar alto y rápido al servicio de canciones para ser cantadas a voz en grito. Es bellamente melódico, creo que tiene mucho que ver con la música de los sesenta, con guitarristas psicodélicos de San Francisco como John Cipollina. También le interesaban Albert Ayler, el free jazz y el jazz moderno. Cuando le oigo, veo muchos puntos en común conmigo. Y la verdad es que Minutemen tampoco tenían un estilo punk rock a piñón: tocaban todo tipo de músicas, con unos textos de una poesía radical increíble. Son maravillosos. P. ¿Qué tipo de música escucha ahora? R. Un poco de todo. Intento escuchar los discos de mis amigos (risas). Cosas de la escena del jazz de vanguardia de Nueva York, si hay que llamarlos de algún modo. Tim Berne, el Tom Rainey Duo, Max Kutner, Brandon Seabrook… guitarristas amigos que hacen una música fantástica. También me gusta mucho L’ Rain: su último disco, I Killed Your Dog (2023), es de mis favoritos, y en directo es de lo que más me gusta ver, aparte de Deerhoof o a Tim Berne en su local, el Lowlands. Me gusta mucho escuchar música en directo, y es fácil en Nueva York. También he pasado mucho tiempo estos últimos tres meses oyendo mi propia música por haber publicado mi álbum con el Consentrik Quartet, y se me hizo raro. Las mezclas, el mastering, la secuencia… llega un momento en el que te preguntas si aún te gusta tu propio disco, de las vueltas que le das. Eso me lleva mucho tiempo, y prefiero escuchar la música de otros. Con la mía propia, aunque me guste, siempre detecto cosas que ahora grabaría de otro modo. Pero me temo que eso no va a cambiar.
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