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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 23/06/2025 04:48
El uso desmedido de las tecnologías –y más específicamente del celular–, aunque conlleve ciertos beneficios, perjudica el desarrollo de los niños y niñas (Imagen Ilustrativa Infobae) La sociedad actual se encuentra atravesada por el cambio constante, y este se ve acompañado de usos cada vez mayores de tecnologías digitales. Independientemente de los diversos estatus socioeconómicos, casi –si no todas– las personas en Argentina tienen hoy en día un celular, a tal punto que UNICEF demostró que el 83 % de los chicos y chicas argentinos adquieren su primer celular con acceso a internet entre los 9 y 11 años. En este contexto de modificaciones instantáneas existe una carencia de reflexión sobre cómo se transforma y a quiénes afecta, lo que se ve reflejado en la escuela. El uso desmedido de las tecnologías –y más específicamente del celular–, aunque conlleve ciertos beneficios, perjudica el desarrollo de los niños y niñas. Los efectos atencionales en el ámbito escolar son cada vez más perniciosos, lo cual se evidencia en un informe de Argentinos por la Educación sobre el uso del celular en el aula de niños de 15 años en 2022, donde el 54 % de los estudiantes declararon distraerse. Además, afecta al bienestar emocional por comprometer las interacciones entre los estudiantes y acrecentar la ansiedad que cada uno puede experimentar. Al identificar las problemáticas que el uso del celular en el aula produce, junto con indicadores para respaldarlas, parecería lógico recaer en la prohibición de los mismos, pero eso contemplaría solo una parte de la imagen dejando afuera los beneficios que provee, como también la realidad que transitan los estudiantes. Por un lado, es necesario considerar que los riesgos de dependencia sobre los celulares, sobre todo por parte de los niños/as, son inminentes. En este sentido, se manifiestan las damnificaciones como deficiencias atencionales, incremento de ansiedad y problemas de vinculación. Por otro lado, al estar en esta sociedad cambiante enfocada en el uso de las tecnologías digitales, es menester no soslayar la necesidad de preparar a los estudiantes para incorporarse en la vida social de la mejor manera posible. Asimismo, entender el beneficio que el uso del celular puede traer en términos pedagógicos. Entonces, ¿cómo actuar hoy, preparando a los niños y niñas para el mañana, permitiéndoles insertarse en la sociedad eficientemente pero mitigando los efectos negativos del uso del celular en el aula? El primer paso es la inclusión de la pluralidad de voces. Mientras el foco de los indicadores y el análisis al respecto de este conflicto se centra en los niños y niñas, no parece haber un espacio para que expresen su propia opinión. Tampoco se transmite a gran escala a los estudiantes los posibles riesgos que este uso constante puede generar en ellos. Es identificable social y culturalmente una ausencia de comprensión sobre el fin de las relaciones entre adultos y niños/as como un mero depósito de conocimiento, ya que en esta cultura prefigurativa los niños/as son también creadores del saber. La consideración de sus opiniones no implica la ruptura de las relaciones de cuidado e instrucción de los adultos sobre ellos, sino que la retroalimentación permitirá un mejor uso e implementación de regulaciones que los beneficien realmente. Es crucial contemplar que hoy en día el conocimiento es dinámico y fluye en múltiples direcciones. En este intercambio de roles que se vuelven fluctuantes, es esencial desarrollar estrategias que permitan la comunicación y el aprendizaje intergeneracional, fomentando el respeto mutuo entre jóvenes y adultos en un mundo en constante evolución. Por consiguiente, esta multiplicidad de voces claramente necesaria, debería incluir tanto a los niños/as como a los docentes y a las familias, que terminan siendo los adultos más repercutidos por la problemática y –al igual que los niños/as– ampliamente excluidos del debate.
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