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  • “No era alto ni fuerte”: la humilde historia de Shai Gilgeous-Alexander, la estrella que llevó a Oklahoma a la gloria de la NBA

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 23/06/2025 02:32

    Oklahoma City Thunder se consagró campeón de la NBA por primera vez en su historia desde el nacimiento de la franquicia en 2008, cuando reemplazó a los históricos Seattle Supersonics. La victoria en la serie decisiva ante los sorprendentes y batalladores Indiana Pacers le dio cierre al “maleficio” de dos finales perdidas (en 2012 y 2024 en la NBA Cup) y una de sus estrellas principales fue Shai Gilgeous-Alexander. El base canadiense, nombrado como MVP (Jugador Más Valioso) de la temporada regular con números asombrosos en puntos (32.7), asistencias (6.4) y porcentajes de lanzamientos (51.9%) que solamente Michael Jordan había alcanzado durante el inicio de su gloriosa etapa en los Chicago Bulls, fue el estandarte para liderar a los Thunder al tan ansiado título y lo ratificó en el juego definitorio ante los Pacers con 29 puntos y 12 asistencias, lo que significó además que se lleve otro galardón como el mejor jugador de las finales. La historia de vida de este gran anotador y armador de juego de 1.98 metros de altura y 26 años nacido en Toronto tiene como raíces una familia de atletas, lo que ayudó a potenciar los genes deportivos que llevaba Shai desde chiquito. Su madre, Charmaine Gilgeous, fue una estrella del atletismo en su país, Antigua y Barbuda, al que representó en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, donde corrió los 400 metros llanos. Su padre, Vaughn Alexander, era un fanático del básquet, que siempre ejerció como tutor de su hijo en una cancha. De niño, la actual figura de los Thunder siempre fue pequeño y esmirriado, sin características como la velocidad o la técnica, que lo diferenciaran demasiado del resto. Tenía 11 años cuando la familia se mudó a Hamilton, una ciudad de puerto marítimo al suroeste de la gran ciudad. A los 12 arrancó en la escuela secundaria St. Thomas More Catholic, pero nada fue fácil y en el primer año fue desafectado del primer equipo y terminó jugando con los peores de su edad. Eso no lo conmovió ni deprimió. “No era tan bueno, debía mejorar como jugador. En mi infancia siempre fue así. No era alto ni muy fuerte, más tirando a flaquito. Y siempre supe que debía encontrar otra manera de destacarme. No tenía la velocidad y la altura para pasar a todos y dejar una bandeja. Debía intentar algo distinto. Seguramente de ahí vienen esos movimientos un poco extraños que tengo”, recordó Gilgeous-Alexander entre risas hace un tiempo. Shai Gilgeous-Alexander, la estrella de Oklahoma City Thunder y MVP de la temporada 2024/25 de la NBA, en acción (AP Foto/Nate Billings) El pequeño Shai, que apenas medía 1m65, siguió jugando, entrenando hasta que fue pasado al primer equipo. Allí comenzó un desarrollo cada día más importante y terminó siendo el MVP y campeón de la ciudad. Fue por eso que la familia decidió trasladarlo a otro colegio, el Sir Allan MacNab, donde tendría más chances de seguir progresando en el deporte que había elegido, pero rápidamente hizo otro cambio, ahora incluso de país, buscando lo mejor para su futuro y terminó en la Academia Cristiana Hamilton Heights ubicada en Chattanooga, Tennessee. “Fue porque sentí que necesitaba estar en una mejor competición”, admitió. Allí jugó su año junior y senior, los últimos dos, hasta graduarse en 2017. En la última temporada promedió 18.4 puntos, 4.4 rebotes y 4 asistencias, empezando a generar mucha atención a nivel nacional. Un año antes, en 2016, cuando ya era una joya, estuvo en el campus Sin Fronteras de la NBA y jugó para el combinado internacional, anotando 11 puntos. Ya estaba en el radar de muchos, aunque no era uno de los principales prospectos. Tuvo ofertas de facultades, aunque no tantas como otros. Y, al final, se terminó inclinando por la Universidad de Kentucky, básicamente porque John Calipari tenía la fama de terminar de formar muy buenos bases armadores, como John Wall, Brandon Knight, Eric Bledsoe, Devin Booker, De’Aaron Fox y Tyler Herro, todos muy buenos jugadores NBA. No todo inició tan bien como se podía esperar, porque comenzó la temporada como suplente, pero rápidamente Calipari se dio cuenta que tenía a alguien distinto entre manos y le empezó a soltar las riendas. Sí, como a un caballo salvaje que empieza a ser domado… Aquella primera y única temporada universitaria de Shai fue muy buena, promediando 14.4 puntos, 5.1 asistencias y 4.1 rebotes, logrando ser incluido en el segundo mejor quinteto de la conferencia y en el mejor de novatos. Los Wildcats no pasaron de las semifinales regionales (Sweet 16), pero Shai ya tenía tomada la decisión de que intentaría en la NBA. Al canadiense se lo notaba como un base versátil, muy bueno en jugadas de pick and roll, condiciones defensivas e inteligencia pasadora, pero se dudaba todavía de su tiro en suspensión y, especialmente, de su cuerpo, tal vez no tan portentoso (80 kilos) para soportar contactos en la mejor liga del mundo. De cualquier forma su pick N° 11 del Draft fue lo que se esperaba. Lo eligieron los Charlotte Hornets, pero rápidamente fue enviado a Los Ángeles Clippers que estaban buscando el salto definitivo hacia el campeonato. Shai Gilgeous-Alexander con el premio MVP de la temporada regular tras la consagración de Oklahoma City Thunder en la Conferencia Oeste (Alonzo Adams-Imagn Images) En el primer -y único- año en California, Shai G-A colmó las expectativas, promediando 10.8 puntos, 3.3 asistencias y 2.8 rebotes, jugando mucho como titular (72 de 81 partidos). Pero, cuando los Clippers vieron la chance de sumar a Paul George, no lo pensaron dos veces y cedieron a su pujante figura. Oklahoma City fue su siguiente destino. En su primera temporada, el equipo sorprendió a todos, logrando el quinto lugar en la Conferencia Oeste y llevando a Houston Rockets a un Juego 7 en la primera ronda. Gilgeous-Alexander empezó a explotar, llegando a los 19 puntos, 5.9 rebotes, 3.3 asistencias y 1.1 robo, mientras compartía un gran quinteto con Chris Paul, Schröder, Gallinari y Adams. Con uno de los mejores directores de juego de la historia a su lado en la figura de Paul, Shai creció en ejecución, llegando al 40% en tiros de recibir y lanzar, al 44% en lanzamientos tras pique y casi 52% en acciones de penetración. Se mostró como un jugador que tomaba buenas decisiones, perdiendo pocas pelotas y muy confiable en situaciones de aclarado, 1 vs 1. Todo tuvo que ver con la ética de trabajo que rescataron sus compañeros y entrenadores. Luego de cada verano, Shai se presentaba mejor al comienzo de la pretemporada. El pibe, lejos de irse al Caribe o a centros de entrenamientos de grandes ciudades, volvía a Hamilton, su ciudad en Canadá, a estar con amigos y entrenadores, donde hacía siempre rutinas diarias. Y algo que ha dejado sorprendido a su entrenador en OKC, Mark Daigneault: “Podría tener lo que quisiera. Si hubiera que ponerle preparadores que se fueran con él a Hawái, se los pondríamos. Pero prefiere quedarse en Hamilton y entrenar con sus amigos”, admitió el coach campeón. Luego, lo que vino fue un crecimiento exponencial, que quedó demostrado no solo en la NBA, sino que también en la selección de Canadá, donde Shai fue uno de los líderes de la escuadra nacional en un histórico tercer puesto en el Mundial 2023, donde venció a Estados Unidos en el duelo por el podio. En su equipo, el base dio el salto definitivo y demostró en cancha todas las expectativas que se habían puesto en él. Anotó, defendió, asistió a sus compañeros y se llevó todos los honores. Fue máximo anotador de la temporada regular y de los playoffs, y salió campeón. Igual que un tan Michael Jordan (lo hizo seis veces), Shaquille O’Neal y Kareem Abdul Jabbar. Nada mal para aquel chico esmirriado que no tenía grandes virtudes para destacarse...

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