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  • El Parlamento de Irán vota a favor del cierre del Estrecho de Ormuz, por el que pasa el 20% del crudo mundial

    La Paz » Politica con vos

    Fecha: 22/06/2025 22:57

    El estrecho, localizado entre Omán e Irán, conecta el golfo Pérsico con el golfo de Omán y el mar de Arabia. Por Guillermo del Palacio La escalada de la guerra en Oriente Próximo, especialmente tras el ataque de Estados Unidos a Irán, amenaza con tener, una vez más, consecuencias energéticas y económicas. El Parlamento de Irán ha aprobado el cierre del Estrecho de Ormuz tras el ataque de EEUU a tres de sus instalaciones nucleares, según informa Reuters y Al Arabiyah citando a Press TV, la cadena del régimen. Para que se lleve a cabo esta medida se requiere el aval del máximo órgano de seguridad del país. Los mercados ya notaron el impacto del primer intercambio de bombardeos entre Israel e Irán, con subidas en el precio del petróleo. Ahora, además, se suma una nueva posibilidad: que Irán cierre el estrecho de Ormuz, un punto clave por el que pasa el 20% del petróleo. El estrecho, localizado entre Omán e Irán, conecta el golfo Pérsico con el golfo de Omán y el mar de Arabia. Su característica clave es que tiene tanto la anchura como la profundidad suficiente como para que puedan pasar por él los enormes buques petroleros o metaneros que transporten crudo, productos petrolíferos o gas natural Según la EIA (la Administración de Información Energética de Estados Unidos), a lo largo del primer trimestre de 2025 pasaron cada día por el estrecho 20,1 millones de barriles de petróleo de media, cerca del 20% del consumo mundial global. La cifra es muy similar a la que se registró el año anterior (20,3 millones de media), aunque entonces sí se notó una caída reseñable respecto a los ejercicios anterior (21,4 millones de barriles tanto en 2022 como en 2023, un 5% menos). «Grandes volúmenes de petróleo fluyen por el estrecho y existen muy pocas alternativas para trasladar el crudo fuera del estrecho si se cierra«, advierte la organización en un informe reciente. En ese mismo documento, anterior al ataque estadounidense, la IEA señalaba que, si bien el tráfico no se había visto afectado por la tensión en la región, el precio del barril de Brent ha subido en las últimas semanas. Los cuellos de botella, explican, «son críticos para la seguridad energética global». Si el petróleo no puede atravesarlo «aunque sea temporalmente», se pueden dar retrasos en el suministro que suben los precios del transporte, lo que «potencialmente incrementa los precios energéticos mundiales». En este caso, además, el problema no es tanto que no se pueda evitar el estrecho para reducir el tiempo de tránsito -este fue el problema, por ejemplo, con el mar Rojo-, sino que se bloquearía la salida del petróleo que se extrae en la región. Hay algún oleoducto alternativo, pero no podría enviarse por barco. Ya hace unos días, como consecuencia de los bombardeos, el servicio de estudios de BBVA recortó sus previsiones de crecimiento para España, precisamente por el impacto que podría tener en la economía un aumento en el precio del barril. Según sus cálculos, por cada 10 puntos de subida del petróleo, la inflación residual aumenta 1,1 puntos y la general, 0,2 puntos. Sin embargo, hay otro factor que puede resultar clave y esperanzador: de dónde sale el petróleo que pasa por el estrecho de Ormuz y a dónde va. Es decir, aunque el cierre afectaría a un 20% del comercio mundial de crudo, las consecuencias directas e inmediatas las notarían una serie de mercados concretos. Y Estados Unidos y Europa no están entre ellos. De los 20,1 millones de barriles diarios que circularon por el estrecho en el primer trimestre, únicamente 0,4 millones (el 1,9%) tenían Estados Unidos como destino. El conjunto de Europa está ligeramente por encima, 0,5 millones (3,4%), pero muy lejos de otras economías como China (5,4 millones, casi el 27%), India (2,1 millones), Corea del Sur (1,7 millones) o Japón (1,6 millones). China, además, ha aumentado considerablemente la cantidad de petróleo que recibe tras pasar por este canal: los 5,4 millones de media de este comienzo de 2025 suponen un 12,5% más que la media de 2024 (4,8 millones) y la cifra más alta de los últimos cinco años. Tanto Europa (200.000 barriles menos) como Estados Unidos (100.000) han reducido su dependencia del estrecho. El movimiento, eso sí, afectaría considerablemente a los países que utilizan el estrecho para comerciar con su petróleo, si bien, de nuevo, esto excluye a Estados Unidos y Europa. El más perjudicado sería Arabia Saudí, que envía 5,3 millones de barriles diarios, cerca de la mitad de su producción (en 2023 fueron 9,5 millones; ese año pasaron por el estrecho 6,2 millones). Iraq (3,2 millones), Emiratos Árabes Unidos (1,8 millones), Kuwait (1,4 millones) y la propia Irán (1,5 millones) también sentirían el impacto. Esto, en cualquier caso, no quiere decir que el mercado global no vaya a notar un cierre del estrecho, especialmente si es prolongado. Por mucho que Estados Unidos apenas recurra a Ormuz, el país no deja de ser el principal consumidor de este producto del mundo, con un apetito de 20,2 millones de barriles diarios -al filo del 20% del total mundial- en 2023, últimos datos publicados por la EIA. Y una reducción de la oferta o un incremento de los tiempos de espera tensionarían el mercado y subirían los precios, incluso en un momento en el que el barril está por debajo de los 80 dólares y lejos de los picos de 2022, precisamente por la gran oferta de petróleo. Es más, en las últimas semanas el precio se ha disparado y ha pasado del mínimo anual (60,23 dólares) de principios de mayo a 75,48 dólares el 20 de junio, cuando ya se había producido el ataque de Irán, pero no la respuesta de Estados Unidos. Gas Por el estrecho también pasan buques que transportan gas natural licuado (GNL) y en 2023 transitó por él una quinta parte del GNL. Además, el cierre llegaría en un momento en el que las reservas de gas europeas están al 55,4%, según AGSI. España, con sus tanques al 73,45%, no depende en exceso del GNL que pasa por este estrecho, ya que lo importa principalmente de Estados Unidos (34% del total en lo que va de año, según el Boletín estadístico de Enagás), Argelia (en este caso llega en su gran mayoría por gasoducto, 20,6%), Rusia (14,2%) y Nigeria (7,6%). Sus rutas de abastecimiento, por lo tanto, no se verían afectadas por un hipotético cierre de Ormuz. Por otro lado, aunque ese 55% de reservas de gas puede no ser ideal, es un porcentaje mucho mayor del que había, por ejemplo, la semana inmediatamente posterior a la invasión rusa de Ucrania. Entonces, la media en la UE era del 29% (España estaba al 58%) y países como Alemania estaban incluso por debajo (28%; hoy, al 47%). En la semana equivalente de junio de ese 2022, ya en pleno acopio gasístico, los porcentajes eran similares a los de esta tanto a nivel comunitario (55,12%) como nacional (71,02%). Alemania, muy dependente de Rusia y ya con el grifo de Nord Stream cortado, se preparaba para el invierno y estaba al 58,13%. (El Mundo)

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