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  • El fenómeno de los carpinchos pone en riesgo al roedor más grande del planeta

    Parana » Uno

    Fecha: 22/06/2025 20:55

    Oriundos de Sudamérica, gracias al marketing son un boom mundial con el nombre de capibaras. Lo triste es que creció el tráfico ilegal de carpinchos Desde hace tiempo los carpinchos crecen en popularidad. Su figura se convirtió en un fenómeno viral no sólo en la Argentina, sino a nivel mundial, gracias al impulso del mercado: hoy puede encontrarse peluches, pantuflas, remeras, llaveros y un montón de artículos más que tienen gran demanda entre sus adeptos. No obstante, su imagen llegó a la fama con el nombre de capibara, un término con el que también se conoce al roedor más grande del planeta, cuyo nombre científico es Hydrochoerus hydrochaeris. Pese a ser originario de América del Sur, tiene fanáticos en todo el mundo, y en Japón incluso hay un famoso animé llamado Kapibarasan, que cautiva a un público infantil que sigue de cerca las aventuras de una familia de esta especie. “¡En Japón amamos a los carpinchos! Estos hermosos roedores que están siendo tendencia son muy queridos en todas las regiones y hasta tienen su propio animé”, publicó hace poco en la Red X la embajada de ese país en la Argentina. El Palmar.jpg Gentileza: Turismo de Entre Ríos En Entre Ríos la Secretaría de Turismo también aprovecha esta tendencia global para promocionar los atractivos de la provincia, y hasta el propio gobernador Rogelio Frigerio se sumó en sus redes, manifestando: “Este invierno, vení a Entre Ríos y disfrutá de estar en #ModoCarpincho”. No obstante, cabe recordar que a nivel nacional los carpinchos empezaron a ser noticia frecuente hace pocos años, tras las quejas de los vecinos de Nordelta –el complejo de barrios privados construido junto al río, a unos 40 kilómetros de Buenos Aires–, quienes alertaron sobre un notable incremento en la población de estos animales en los últimos años y los acusaron de provocar destrozos en sus jardines, de atacar a mascotas, y de generan inconvenientes en el tránsito. Sin embargo, hoy la mayoría de la gente, y sobre todo los niños, ven con simpatía a los también llamados capibaras y sueñan con ver al menos algún ejemplar para conocerlos de cerca. Si bien este es un aliciente para que más personas conozcan parte de la fauna autóctona, también tiene su contracara: según advierten expertos en animales silvestres, esta inusitada fama está generando un aumento en el tráfico ilegal de esta especie, ya que muchos creen que puede ser un animal apto como mascota, una idea totalmente errónea. Sobre este boom, Marcelo Vázquez, responsable de Parque Pericos, un centro de rescate y refugio de fauna silvestre situado en Colonia Caseros (Departamento Uruguay), contó a UNO: “En las últimas delegaciones escolares que hemos recibido en el Parque, los chicos lo primero que nos preguntan con insistencia es si tenemos carpinchos. Estamos hablando de nenes de 4, 5, hasta los 10 años”. A su vez, explicó: “Es un animal sociable y muy dócil, y eso hace que la gente piense que lo puede tener como mascota. Pero es lamentable que esto ocurra. Nosotros en un lapso muy breve de seis meses hemos recibido dos ejemplares muy pequeños, por ejemplo, que han estado atados como perros; uno tenía un collar con correa, y el otro una especie de arnés que lo lastimó entero, porque no están preparados para que estén atados del cuello. Es un animal que debe estar suelto y así debemos apreciarlos los grandes y los chicos”. carpinchos.jpg Muchos carpinchos son presas del tráfico ilegal Rosario 3. Secuelas de tenerlos en cautiverio Asimismo, señaló algunas de las secuelas de tenerlos en cautiverio: “Al ser tan dóciles, se identifican con el humano. Se acercan, se dejan acariciar, son animales de compañía, pero después para sacarles esa impronta que obtuvieron al estar en contacto con las personas, es dificilísimo. Y para lograr la liberación esto no los favorece: si bien van a ser aceptados por otros individuos, porque ellos no son territoriales y agrandar su comunidad en libertad los ayuda a una mayor defensa ante los depredadores en la vida salvaje, cuando vean a un humano seguramente se van a acercar y corren el riesgo de ser cazados y demás”. En este sentido, Vázquez recordó que la caza del carpincho está prohibida en Argentina, y que en Entre Ríos se lo considera como una especie autóctona protegida, y lamentó: “En ocasiones no se cumple. El tráfico ilegal es constante, porque como está de moda se empiezan a vender las crías, y para conseguirlas muchas veces matan a la madre. Esto es parte del contrabando de nuestra fauna”. Acto seguido, expresó: “A nosotros por lo general nos llegan ejemplares de operativos que ha realizado Gendarmería en rutas nacionales. Ellos en los vehículos se encontraron con ejemplares muy pequeños y los hemos tenido que alimentar con mamadera para poder salvarlos. Otros han venido en estado lamentable, mal alimentados, con la piel resquebrajada; o con enfermedades que en la naturaleza no tendrían, como pulgas, parásitos y hasta sarna”. “A nosotros nos encanta la moda de una mochila, de un peluche, pero siempre pensando en salvaguardar la especie, sin pensar ´quiero tener un carpincho en casa durmiendo en el sillón o al lado de la estufa´. Está hecho para estar libre, no para estar en una casa”, subrayó. Carpincho.jpg Los carpinchos cobraron una inusitada popularidad Gentileza: Turismo Entre Ríos No pueden ser mascotas Ante la consulta de UNO, Fabricio Reales, biólogo y especialista en conservación de fauna silvestre, quien trabaja en la Dirección de Recursos Naturales y Fiscalización de Entre Ríos, explicó por qué no se puede tener a los carpinchos como mascotas: “La tenencia en cautiverio de cualquier animal silvestre está prohibida. Existen razones fundamentales por las que no es apropiado, ni ético, ni seguro tener animales silvestres en crianza como mascotas. En principio, someterlo al sufrimiento de sacarlo de su ambiente natural y restringir su libertad no cumple con los principios del bienestar animal. A su vez, el impacto ambiental y ecológico que se produce es negativo; además de los riesgos que implica para la salud pública y la seguridad ya sea por portar zoonosis que pueden transmitirse al ser humano o por comportamientos de agresividad que pueden manifestar los animales”. En este contexto, remarcó: “Tener una cría de carpincho de mascota no es un acto de amor o compasión, más bien supone un alto grado de ingenuidad o desconocimiento que condena al animal a una vida de sufrimiento, representando un riesgo serio para la conservación de la especie y también para la salud pública. Un animal domesticado, prácticamente no se puede reinsertar en su hábitat natural dentro de una población silvestre”. Por otro lado, contó qué acciones efectúan desde la Dirección de Recursos Naturales y Fiscalización de Entre Ríos cuando reciben información sobre un carpincho en cautiverio: “Dependiendo de la situación es el trabajo que se realiza. El rescate puede ser por tenencia en cautiverio en algún domicilio particular dentro de la provincia, lo que se interpreta como mascotismo o tráfico de fauna silvestre. Si el caso fue denunciado por un tercero se hace un operativo en compañía de alguna fuerza de seguridad y se procede al decomiso del animal y a labrar el acta de infracción. Luego se traslada a un sitio para realizar la estabilización del animal, haciendo un proceso de cuarentena donde se evalúa el ejemplar en cuanto a las condiciones sanitarias y comportamentales. Y se lo traslada a un sitio de refugio de fauna silvestre donde puede estar libre, pero en condiciones controladas”. “Otra situación es cuando las personas llaman para avisar que les ´llegó´ de alguna forma un carpincho o que se los trajeron y lo quieren entregar a la Dirección de Recursos Naturales y Fiscalización porque no los pueden tener más. En ese caso se toma como entrega voluntaria, se coordina con la persona y se pide la colaboración de la fuerza de seguridad para trasladar al animal o bien que la propia familia que lo tiene los traslade para la entrega. Y se repite el proceso de cuarentena”, agregó. En este marco, aclaró: “Sólo se reintroduce en su hábitat natural cuando se sabe con certeza que no está domesticado y que la extracción de la naturaleza fue muy reciente. En este caso se hace cuarentena más corta”. Además, el biólogo describió que se los suele encontrar mal alimentados, sin una dieta adecuada, con mala nutrición, y muy domesticados y humanizados al estilo de un perro. “Suelen meterse a las piletas con las personas, se suben a las camas y sillones y se les pone ropa o collar”, detalló. Esta situación muchas veces impide devolverlos a su hábitat natural y sobre este punto indicó: “Como suele ocurrir con cualquier mamífero, si fue criado en cautiverio o un ambiente humano prácticamente no se puede reintroducirlos en su ambiente natural. Quedan condenados a vivir el resto de su vida en un corral de algún refugio de fauna o de alguna granja ”. Carpinchos rescatados La Paz.jpg Características de los carpinchos “El carpincho es el mayor de los roedores vivientes del mundo y se lo encuentra desde Panamá hasta el sur de Buenos Aires, en Argentina. Es robusto, con una altura de 50 a 62 centímetros y un largo de hasta 130 centímetros. Las patas son cortas y fuertes; las delanteras tienen cuatro dedos y las traseras tres, unidos parcialmente por una membrana interdigital que le permite la locomoción en tierra firme, y nadar y bucear. El pelaje es áspero, relativamente largo y escaso, de coloración parda a pardo rojizo uniforme, que se torna más oscuro cuando está mojado. El macho se distingue de la hembra por tener sobre el hocico una protuberancia de unos dos centímetros de altura, carente de pelos, que aloja una glándula relacionada con el marcado del territorio”, señaló Reales. Capibara marketing.jpg Los productos con al imagen de los capibaras inundan el mercado A su vez, explicó: “Se alimenta de gramíneas, hierbas ribereñas y de plantas acuáticas; también suele consumir frutos, semillas y flores; con frecuencia roe la corteza de los árboles para desgastar los incisivos. Se reproduce durante todo el año, pero con mayor frecuencia en primavera y verano. Es una especie gregaria, vive en grupos familiares de composición variable y numerosa, integrados por un macho dominante, varias hembras, entre las cuales también se establece un orden jerárquico, además de sus crías y algunos machos subordinados”. “El número de individuos de cada manada varía entre seis y 30, pero en épocas de sequía, o de escasez de alimento, los grupos suelen ser más numerosos, observándose hasta 60 ejemplares. Cada grupo tiene un área de acción que puede ocupar varias decenas de hectáreas, dentro de la cual se reconocen sectores de reposo, de pastoreo y de baño. Cuando individuos de un grupo invaden el territorio de otro se suelen producir enfrentamientos agresivos entre los machos, las hembras o los juveniles”, contó. Otro dato que mencionó es que la gestación dura de cuatro a cinco meses. Puede tener de dos a siete crías, aunque el número más frecuente es de cuatro. “Alcanza la madurez sexual aproximadamente al año y medio de edad. En estado silvestre alcanza una longevidad de 10 años y en cautiverio de 15 años”, precisó. Respecto a su comportamiento, sostuvo: “Generalmente es una especie que está activa desde el anochecer hasta la mañana temprano, mientras que de día descansa entre la vegetación y durante las horas de más calor suele sumergirse en el agua para regular la temperatura. En zonas alteradas por la presencia humana sólo despliega actividad durante la noche. Ante una amenaza emite gritos de alarma parecidos a un ladrido ronco; si el peligro aumenta, se escapa y se zambulle en el agua, donde nada con mucha agilidad. Mientras está sumergido, sólo asoman fuera del agua los ojos, las orejas y los orificios nasales; y es capaz de bucear por hasta 10 minutos”. “Si bien no hay una población estimada, es una especie que habita todo el territorio provincial con poblaciones relativamente estables. Es una especie muy común en algunas zonas”, concluyó.

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