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» Diario Cordoba
Fecha: 22/06/2025 17:08
Actualmente, la fotografía es una disciplina que nos acompaña a lo largo de nuestra vida, ya sea en los clásicos retratos que todos tenemos enmarcados en casa, como en los selfies que colgamos en las redes sociales. Esa omnipresencia no es algo nuevo y ha permitido a la fotografía a lo largo de su joven historia convertirse en testigo de nuestro tiempo. Pero la fotografía es un documento frágil y hasta no hace tanto ha sido maltratado por particulares e instituciones, perdiéndose gran parte de la memoria visual de nuestro tiempo. Por ello, hace 25 años comencé a recuperar la crónica gráfica de Córdoba y sus fotógrafos. Primero, buscando en mercadillos y tiendas de antigüedades y, desde el boom de Internet, por todo el mundo. Una labor paciente que ha permitido recuperar más de dos mil fotografías que como hijas pródigas, y gracias al esfuerzo del Ayuntamiento de Córdoba y del Archivo Municipal, han podido volver a casa. Se trata de imágenes tomadas entre 1850 y 1960 que revelan cómo era la ciudad y los cordobeses durante las primeras décadas de vida de la fotografía. La pieza más antigua de la colección es un daguerrotipo de 1850, la primera forma fotográfica de la historia. Una placa que muestra el tierno retrato de una madre abrazada a su hija en el estudio de un fotógrafo cordobés desconocido. Esta imagen revela las limitaciones técnicas del invento en sus primeros años de vida: necesitaba varios segundos de exposición, no se podían sacar copias y su precio era prohibitivo, una placa podía llegar a costar el equivalente al sueldo de un mes de un trabajador. A finales de la década, comienzan a llegar a Córdoba numerosos fotógrafos de toda Europa. Son profesionales que tienen como misión retratar la ciudad para crear colecciones de vistas españolas. Un género que se convierte en un fenómeno social entre las clases acomodadas, que permiten conocer el mundo sin salir del salón de casa. Córdoba, junto a Granada y Sevilla, es uno de los destinos europeos predilectos para estos viajes virtuales gracias a la impagable promoción que realizaron los escritores románticos. Desde la Mezquita Una de las numerosas fotografías de este género con las que cuenta la colección es una panorámica de la ciudad tomada desde la torre de la Mezquita-Catedral. Se trata de una vista en 3D realizada por el francés Eugene Sevaistre para la compañía parisina Gaudin y contemplándola en su visor consigue reproducir un maravilloso efecto tridimensional. Otro fotógrafo francés, Jean Laurent, realiza una década más tarde un reportaje singular de los cordobeses de la época. Es un documento etnográfico muy completo que capta las costumbres y los hábitos de las clases populares e incluye personajes tan icónicos como los ermitaños de la Sierra. Un retrato entre lo monumental y el estereotipo que trascenderá fronteras, difundiendo la imagen de la ciudad en todo el mundo. Ronda de los Tejares fotografía a finales de la década de 1920 / Roisin A partir de la década de 1880, la promoción que la fotografía realiza de Córdoba se multiplica con la llegada de los primeros viajeros, muchos cargados con sus propias cámaras. Sus imágenes quizás no tengan tanta calidad técnica, pero sus tomas llenas de curiosidad muestran lugares y escenas que jamás captaría un profesional. Es el caso de esta rarísima instantánea de 1889 de la calle Concepción, en la que se aprecian los restos del antiguo convento junto al bullicio de la chiquillería y la torre de San Nicolás. Aunque al final todo el protagonismo de estas imágenes recae en el patrimonio monumental cordobés, este aparece en todas estas fotografías en un patente estado de abandono tanto por el paso del tiempo como por la incapacidad de los cordobeses de la época para recuperarlo. Es una imagen que hoy puede resultar hasta nostálgica, aunque es el retrato de una sociedad atrasada. Daguerrotipo de una madre cordobesa y su hija / AN Eclosión de la postal Con el cambio de siglo, del XIX al XX, se producen de forma simultánea tres grandes revoluciones en el mundo de la imagen. Primero será la eclosión de la postal ilustrada en 1896. Unas pequeñas cartulinas de 9x13 cm que por solo unos céntimos permiten a cualquier persona tener una fotografía de su tierra o de cualquier lugar del mundo. Algunos las intercambiaban, franqueándolas, pero la mayoría las atesoraba en preciosas colecciones que custodiaban como su bien más querido. Una moda auténticamente viral en su tiempo y que llevó, de nuevo, a editores de toda Europa a publicar miles de postales cordobesas. La Mezquita-Catedral y su bosque de columnas será la gran modelo cordobesa por excelencia. Pero entre su gran número la iconografía urbana cordobesa se multiplica y encontramos inmortalizados los rincones más diversos, como esta irreconocible vista de Ronda de los Tejares en su cruce con Gran Capitán y donde cuesta ver la antigua plaza de toros. No faltan escenas cotidianas como la de la tarjeta de unas mujeres sentadas en el pretil de la Ribera, casi recién construido, o las primeras escenas de la feria con ese grupo de cordobeses ante un puesto de buñuelos. Derribo de las murallas de la ciudad / AD El mismo año llega a Córdoba el cine con un impacto social aún mayor. No podemos olvidar que el séptimo arte es hijo de la fotografía y de la linterna mágica. Dos técnicas que permitieron su invención y que no desaparecieron a pesar de su enorme influencia. Muestra de ello es esta diapositiva de cristal para linterna mágica realizada por un turista a finales de la década de 1920, en la que captan las obras de demolición de la antigua muralla de la ciudad junto a la Puerta del Puente y en la que se aprecia cómo se está construyendo su cara interior. De Cruces a finales de la década de 1920 / Santos Prensa Por último, también en esta década de 1890, la fotografía se había posicionado en las páginas de la prensa como un elemento informativo fundamental. Ahora, a diario, podemos ver en sus páginas instantáneas de todo tipo de noticias y sucesos de la capital y su provincia. Una pequeña muestra de la colección son estas tres fotografías, donde podemos contemplar la misa aniversario del fallecimiento del Gran Capitán en 1915, donde emerge ese enorme catafalco presidiendo la ceremonia en el crucero de la Catedral; o disfrutar de la fiesta de las cruces en mayo de 1929; y, unos años antes, comprobar el estado de la Puerta de Almodóvar y de la hoy calle Cairuán durante una visita institucional. Panorama de Córdoba desde la Mezquita en 1858 / Eugene Sevaistre En su conjunto, estas fotografías muestran cómo, por fin, el siglo XX arrastra a la ciudad a la modernidad, donde el nuevo planeamiento urbanístico libera el casco urbano de la asfixia de la mayoría de sus murallas para configurar sus nuevas avenidas. Un cambio social y político que certifican con sus cámaras los primeros fotoperiodistas cordobeses. Todos ellos, documentos de enorme valor histórico, adquiridos en lugares tan distantes como Australia, Estados Unidos, Austria, Grecia, Reino Unido y, sobre todo, Francia, que revelan en un solo click del objetivo cómo éramos y cómo hemos cambiado los cordobeses y nuestra ciudad gracias al poder de la imagen fotográfica. Suscríbete para seguir leyendo
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