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Gualeguaychu » El Argentino
Fecha: 22/06/2025 14:53
Sara Kesselman relata cómo el conflicto afectó personalmente a su familia en Israel, incluyendo a un sobrino nieto que sobrevivió al ataque del 7 de octubre y que hoy apoya a otros sobrevivientes. Finaliza su testimonio con una reflexión sobre el antisemitismo. Domingo, 22 de Junio de 2025, 6:11 Por Sandra Insaurralde EL ARGENTINO en diálogo con Sara Kesselman, secretaria de la Asociación Unión Israelita de Gualeguaychú (AUIG), conversó sobre su mirada del conflicto de Medio Oriente. Una guerra que a pesar de la distancia no es tan lejana. Sara, explicó en general el origen del régimen iraní actual para contextualizar el estado de guerra: “Antes, en Irán estaba el Shah de Persia, era democrático, muy amigo de Israel. Pero llegaron los ayatolás, doce profetas que manejan el país desde lo religioso, y se consideran descendientes directos de Mahoma. Desde entonces, en su constitución está escrito: eliminar al Estado de Israel y a los judíos.” Sara se refirió al ataque del 7 de octubre de 2023, donde se inició el conflicto: “Fue sorpresivo, devastador. Lo peor desde el Holocausto. Esta es una guerra de odio. No quieren territorios, quieren exterminarnos. Y después irán por el cristianismo. Todos los que no son de su fe son infieles y no merecen vivir, según ellos.” Por otro lado, lamenta la desinformación y los discursos que circulan: “No entiendo cómo hay gente que culpa a Israel. ¿Qué cabeza puede creer eso? Israel es un hilito en el mapa”, exclamó exaltada. “Y cuando se les dio Gaza, destruyeron todo lo que había. Israel reconstruyó hospitales, escuelas, infraestructura. Ahora mandan ayuda humanitaria y lo que hacen es usarla para construir túneles. Y mientras tanto, los jerarcas viven en Catar como reyes, y la gente común muere de hambre. Pero la culpa, claro, se la echan a Israel.” “Destruir la capacidad nuclear de Irán era urgente” “Lo que quiero dejar bien claro es que somos un pueblo que nunca, nunca atacó. Siempre fue a la defensiva, por sufrir ataques”, enfatizó Sara con firmeza. “Esta vez lo que hizo Israel fue un ataque preventivo”. Refiriéndose a los últimos acontecimientos, agregó: “Destruir la capacidad nuclear de Irán era urgente. Ellos tenían la capacidad para fabricar entre 9 y 11 bombas nucleares. Con solo dos que lancen sobre Israel, lo destruyen. ¿Y el resto? Va al mundo”. Y, durante la entrevista sostuvo una idea clave: “Este ataque no fue solo en defensa de Israel, fue en beneficio del mundo entero.” Sara también compartió el impacto personal que ha tenido este conflicto en su familia. “Tengo sobrinos nietos que viven en Israel. Uno de ellos sobrevivió al ataque del 7 de octubre. Fue un milagro”. Contó también que su sobrino, padre de estos jóvenes, “fue el único sobreviviente de un ataque cuando estaba en el ejército. Estuvo un año en tratamiento, y luego fue dado de baja. Más tarde, trabajó como seguridad privada y terminó viviendo en República Dominicana. Desde allí, parte de la familia volvió a Israel”. Uno de los sobrinos nietos ahora ayuda a otros sobrevivientes y colabora en un centro de asistencia. Arraigo e identidad Gualeguaychú tiene su historia en lo que se refiere a la comunidad judía. Sará, quien es primera generación nacida en Argentina hizo referencia a la llegada de los primeros judios a la ciudad entrerriana. "Es en Gualeguaychú, donde menos judíos llegaron en un principio. La comunidad fue formándose de a poco, cuando algunas familias se fueron desprendiendo de las colonias rurales a donde los habían llevado al llegar al país". Ella explicó a EL ARGENTINO que esos primeros asentamientos fueron posibles gracias al Barón Hirsch, “un filántropo con mucho dinero que veía cómo vivían los judíos en Europa del Este, como en Polonia, Alemania y Besarabia y decidió donar su fortuna para ayudarlos, porque su único hijo había fallecido joven, entonces dijo: ‘mi heredero va a ser el pueblo judío’”. Con el apoyo de la Jewish Colonization Association, los inmigrantes llegaban en barco, recibían tierras, animales y una oportunidad. “Gente que no sabía nada de campo, que venía de ciudades, de repente tenía que hacerse rural. Llegaban a lugares desconocidos, con gente que también los miraba mal, como suele pasar con lo desconocido”. Sara recuerdó cómo los inmigrantes fueron integrándose: “Tomaban té con limón, pero también tomaban mate. Hablaban en yiddish, pero aprendieron el castellano. Siempre un poco atravesados por el idioma, por la diferencia, hasta que con el tiempo y las generaciones se hicieron argentinos”. Lamentablemente, muchas historias se perdieron: “Esa generación decidió no hablar. De mi abuela y de mi mamá, que llegó chiquita, no sé casi nada. Después, por interés propio, fui averiguando: en qué barco vinieron, cuándo, quiénes, algo contaba mi mamá sobre la Primera Guerra, pero muy poco. A esa generación a veces se la llama ‘la generación perdida’”. Asociación Unión Israelita, un lugar para el encuentro “Una vez que las familias judías se afianzaron en Gualeguaychú, empezaron a tener sus propios espacios, y fue entonces cuando se fundó la Asociación Unión Israelita”. Sara es la actual secretaria de la entidad y Jorge Kesselman es el presidente. Sara relató: “Las familias que estaban acá se juntaron y construyeron dos templos, porque en el judaísmo hay dos ramas: la Asquenazí y la Sefaradí, somos sefaradies o asquenazies pero somos todos judíos”. Explica que los asquenazíes son “judíos de Europa del Este: Polonia, Alemania, Lituania, Rusia, Ucrania”, y que los sefardíes “son los que quedaron alrededor de la diáspora tras las expulsiones, en lugares como Persia, Irán, y países árabes, también llegaron a España, que en hebreo se dice 'Sefarad'”. Aunque al principio cada rama tenía su templo propio, “al final, por necesidad, nos hicimos todos uno. Éramos muy pocos como para estar separados. Hoy tenemos un lugar en común. Algunos siguen siendo sefardíes, otros asquenazíes, pero estamos totalmente integrados”. El salón comunitario es un punto de encuentro y también se alquila. “Eso sí, con ciertas condiciones, porque hemos tenido malas experiencias”, explicó. “Es un espacio antiguo, que requiere mantenimiento. Hubo cumpleaños de jóvenes que terminaron rompiendo cosas. Entonces ahora lo alquilamos para eventos chicos. Pero si es una actividad solidaria, como un burako solidario que organiza una chica de la comunidad, por supuesto que se usa sin costo”. Lo espiritual Desde una mirada espiritual, Sara reflexionó: “Nosotros, como todos los seres humanos, fuimos hechos a imagen y semejanza de Dios. Lo único que queremos es vivir en paz y tranquilidad. Esperamos al Mesías, no solo para nosotros, sino para que todo esté bien para todos.” También hizo una reflexión sobre el antisemitismo: “Hay lugares donde nunca hubo un judío y, sin embargo, son antisemitas. Entonces una se pregunta: ¿por qué ese odio? ¿De dónde viene, si ni siquiera conocen a un judío?”. Con emoción, concluye con un anhelo profundo: que la humanidad logre alcanzar una paz duradera, donde todos los pueblos puedan vivir con dignidad, respeto y esperanza.
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