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Parana » Radio La Voz
Fecha: 22/06/2025 11:06
Como en una especie de juego de espejos, los dos grandes espacios de representación de nuestro país, intercambiaron sensaciones durante la semana. En un momento de franca derrota, el peronismo se zambulló en la esperanza que siempre le da la movilización de masas y la revitalización del liderazgo. La decisión de la Corte, que deja firme la condena en su contra, coarta la libertad y deja afuera del juego electoral a Cristina Kirchner, dotó a su figura de una indiscutible centralidad. Por un lado, está la obvia comprobación de que es la única dirigente del país que puede convocar una multitud como la que se reunió el miércoles en la Plaza de Mayo. Por otro, en los medios de comunicación y las redes, no ha habido otro tema en estos días que la discusión acerca de las condiciones de su detención, el peregrinaje a San José 1111 y, sobre todo, sus nuevos modos de aparición pública. Si el establishment mediático judicial logró privarla de su libertad y de sus derechos políticos, también ha ayudado a convertirla en un símbolo de resistencia en un contexto aciago. En otras palabras, todo el trabajo que hicieron para estigmatizar y horadar su imagen, la acción proscriptiva que comenzó incluso antes que el derrotero jurídico, puede quedar en nada por el apresurado accionar de los jueces de la Corte y el ensañamiento de fiscales y conductores de televisión de la derecha. A nadie puede escaparle, contemplando el silencio reverencial con que sus seguidores escuchaban su voz grabada en la Plaza y en el Parque Lezama, que el camino de Cristina hacia el mito se ha pavimentado con más fuerza en los últimos días. Incluso el modo de aparición pública de la expresidenta es clásico y moderno. Denuncia el escamoteo de su propio cuerpo, sustraído a las masas en virtud de la sentencia judicial. Como Perón cuando difundía su voz en el grabador Geloso, se vuelve etérea y muy presente a la vez, pero con la potencia de amplificación de su palabra que las nuevas tecnologías y redes sociales brindan hoy. La vuelta del cántico “vamos a volver”, que ella sagazmente detectó, es el regreso, casi sin mácula, de su capacidad extrema de representar. Otra contradicción evidente es que el final de la persecución, la consumación de lo proscriptivo, en lugar de seguir alejándola, la acerca. Eleva su figura más allá de las críticas por armados políticos, su responsabilidad en el gobierno de Alberto Fernández y su distancia con Axel Kicilloff. Por eso, decíamos, hubo un intercambio de sentimientos en el final de la semana. El peronismo, derrotado, encontró en la condena a su líder el tono político del momento: la resistencia. O al menos la rabia necesaria para cambiar el estado de cosas actual. La derecha, empoderada y sin figuras que puedan ser obstáculos de peso para plasmar su proyecto, no puede disfrutar su victoria porque el campo popular muestra signos de darse por vencido. De cualquier modo, está claro que todo lo indicado hasta aquí pertenece al campo de lo simbólico y tiene un peso relativo en la política cotidiana. Es una nueva impronta, pero hay otros elementos mucho más concretos que influyen en la consolidación de esos ánimos. Cuando Cristina dijo “me quieren presa porque esto se cae” pareció estar más en sintonía con el rumbo del proyecto Milei que el presidente cuando habla de un “récord de creación de puestos de trabajo”. A pesar de que logros macroeconómicos como la desaceleración de la inflación seguramente influyan en las próximas elecciones, el costo que se paga para mantener el dólar pisado comienza a mostrar consecuencias por todos lados. El desplome del consumo, la paralización de casi todo el aparato productivo y el consecuente aumento del desempleo son una realidad innegable. En suma, el dólar barato en el corto plazo siempre gana elecciones en la Argentina, pero sus consecuencias desestabilizan gobiernos a la larga. Otro elemento a tener en cuenta es el armado de listas para las elecciones provinciales y nacionales bonaerenses. La centralidad de Cristina o la inminencia de los cierres de lista animaron a Sergio Massa a apurar su armado. Desde el Frente Renovador se lanzó el rumor de un avance entre el tigrense y Máximo Kirchner que no fue confirmado en el cristinismo. De cualquier modo, a partir del martes comenzará a haber reuniones en las que se comenzará a discutir el modo en el que se cerrará la alianza, el nombre que tendrá y cómo se distribuirán los lugares. El trance seguramente no será apacible, pero se encara con nuevas certezas: las mediciones que se hicieron después de la condena de Cristina en la provincia marcan el aumento de su imagen positiva y de la intención de voto al peronismo. La indiferencia de los votantes del espacio que se plasmó en todas las elecciones provinciales podría romperse en Buenos Aires, siempre y cuando el peronismo se muestre unido. La discusión por la alianza entre el PRO y LLA se encuentra en un impasse. La desavenencia alrededor de quiénes encabezarán las ocho secciones en la elección del 7 de septiembre ha crecido, sobre todo por la pretensión libertaria de relegar dirigentes amarillos de peso en la tercera sección electoral. A la humillante evidencia de que el mileísmo quiere encabezar con propios las listas de octubre, se le sumó que ya no aceptan ni siquiera entregar espacios en las provinciales para dirigentes con nombre propio como Néstor Grindetti o Martiniano Molina. De cualquier modo, el presidente del PRO bonaerense, Christian Ritondo, se ha erigido como un verdadero representante de los intereses de la Rosada entre sus compañeros de partido y recorre intendencias tratando de convencer de las bondades de una alianza aún en términos tan desventajosos. Con todo, el estado de cosas no permite adivinar qué sucederá en la elección. Si la figura de Cristina logrará quebrar la apatía mencionada en el electorado peronista, si los dólares con los que el FMI quiso blindar la campaña de LLA alcanzarán hasta octubre y si los rigores de la economía real tendrán alguna incidencia. Lo que sí está claro es que la oposición abandonó por unos días la sensación derrotista que se había instalado en sus filas y que el oficialismo duda cuando pensaba en una victoria segura.
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