21/06/2025 19:30
21/06/2025 19:30
21/06/2025 19:30
21/06/2025 19:30
21/06/2025 19:30
21/06/2025 19:30
21/06/2025 19:30
21/06/2025 19:29
21/06/2025 19:28
21/06/2025 19:28
Buenos Aires » Infobae
Fecha: 21/06/2025 12:35
Más de la mitad de la población sufre patologías crónicas en el país y, de ellas, en torno al 70% experimentarán síntomas depresivos como tristeza. (Freepik) El avance de la medicina no solo supone nuevos tratamientos, sino que patologías que antes eran un diagnóstico terminal se cronifiquen y permitan una vida normal. Ello, unido al envejecimiento de la población, hace que las enfermedades crónicas crezcan en las consultas. Actualmente, las enfermedades crónicas ocupan más del 80% de las visitas a atención primaria. El INE calcula que más de la mitad de la población sufre afecciones crónicas en el país y, de ellas, en torno al 70% experimentarán síntomas depresivos como tristeza, cansancio o apatía, según la Plataforma de Organizaciones de Pacientes. “El diagnóstico de una enfermedad crónica es un proceso adaptativo para cualquier persona, y los procesos adaptativos cursan con estrés”, explica la psicóloga Julia Vidal en una entrevista con Infobae España. “Hay un shock con los primeros síntomas que tienen los pacientes”, apunta la sanitaria, que lleva más de 20 años tratando el dolor crónico en su consulta. Con el impacto del diagnóstico y el proceso de adaptación a las nuevas particularidades del día a día del paciente, “aparecen numerosos miedos, mucha incertidumbre” que, unidas al dolor crónico de algunas afecciones, terminan por dejar huella en la salud mental. Estrés, ansiedad y depresión son consecuencias de esta pérdida de salud, que hacen que dos de cada 10 personas con enfermedades crónicas califiquen su salud mental de forma desfavorable, según la encuesta PaRIS (Patient-Reported Indicators Surveys) de la OCDE. El diagnóstico supone un cambio brusco en la rutina del paciente, que debe adaptar su rutina a sus síntomas y a las constantes visitas a hospitales. “Se ha alterado toda tu vida a nivel persona, de salud, a nivel familiar, laboral, de ocio y de relaciones sociales”, incide Vidal. “Los problemas son tan grandes que pueden generar un trastorno mental, un desorden emocional”, añade. De todas las patologías existentes, las enfermedades gastrointestinales parecen tener un mayor impacto en la salud mental. Un reciente informe impulsado por la farmacéutica Takeda revela que 8 de cada 10 pacientes con este tipo de afecciones sufren problemas de salud mental, el porcentaje más elevado respecto a los países de nuestro entorno. La psicóloga Julia Vidal, en una imagen de archivo. (Cedida a Infobae España) Este dolor emocional termina por recrudecer sus síntomas físicos: el aumento del estrés y la ansiedad se manifiesta directamente en el cuerpo e incrementa el dolor y la fatiga que sienten algunos de estos pacientes. “Por ejemplo, en el caso de los trastornos cardiovasculares, se sabe que, si tienes tristeza, tienes el doble de probabilidad de tener otro infarto”, indica la psicóloga. “Está demostrado cómo el estrés afecta a la salud”, afirma: causa problemas digestivos, dolores de cabeza, tensión muscular. En los casos prolongados, se ha visto que aumenta los niveles de azúcar en sangre, empeorando problemas de diabetes. Pocos recursos públicos para tantos pacientes Al igual que una salud mental deficiente afecta al dolor que sufren estos pacientes, un apoyo psicológico puede mejorar sus síntomas. “Trabajando el impacto de la enfermedad en lo emocional y modificando comportamientos que son inadecuados por otros que favorecen el bienestar de las personas, el cambio es impresionante”, revela Vidal. “No tengo a un solo paciente que haya venido a consulta y no haya salido sin estar infinitamente mejor”, asegura. Imágenes del proyecto Numadelic para utilizar la Realidad Virtual como herramienta para mejorar la salud mental de enfermos terminales. (© David Glowacki-IRL) Los beneficios para la profesional están claros, pero las terapias se aplican de forma escasa en la sanidad pública. “Hay algunas enfermedades que están atendidas de alguna manera, aunque todavía es mínimo a nivel psicológico, pero tenemos pocos recursos públicos”, lamenta. Así, las organizaciones de pacientes calculan que las personas que padecen dolor crónico tardan una media de 10 años en acceder a una unidad de dolor que les ayude a gestionarlo. “No nos damos cuenta de que la salud y la enfermedad son cuestiones biopsicosociales y que hay que abordarlas desde los tres ámbitos”, insiste Vidal. “No se valoran los aspectos emocionales, que son importantes y deben ser tratados para que los pacientes tengan una adhesión al tratamiento farmacológico, tengan pautas de salud para cuidar su salud y se protejan de recaídas o de agravamiento de síntomas”.
Ver noticia original