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» El Ciudadano
Fecha: 20/06/2025 19:02
Uno de los deportes más populares de Francia es el tenis y así lo demuestra la cantidad de jugadores y jugadoras que hubo prácticamente en todas las épocas. También, en dicho país se disputan varios de los certámenes más importantes del calendario, con el foco central en el polvo de ladrillo de Roland Garros. Es cierto que hubo tenistas que marcaron eras y, en lo que respecta a la década del 90 y los 2000, en mujeres, las exponentes de aquella época son, sin lugar a dudas, Amelie Mauresmo y Mary Pierce. Mary Pierce nació en Montreal, Canadá, el 15 de enero de 1975. De madre francesa y padre estadounidense, Mary tuvo las tres nacionalidades, aunque deportivamente representó a Francia, pero se formó en Estados Unidos bajo el ala de su padre Jim, quien era sumamente estricto y fue quien la metió en el mundo del tenis cuando tenía 10 años. Su rápido aprendizaje, sumado a la potencia física que tenía hizo que ya a los 12 años sea una de las mejores de Norteamérica y un par de años más tarde ya comience a competir de manera profesional. Comienzo prematuro en el circuito El estreno de Mary en el circuito de la WTA se dio en el año 1989, cuando apenas tenía 14 años. Prácticamente no le costó insertarse en una era difícil ya que por entonces se destacaban jugadoras de la talla de Martina Navratilova, Steffi Graf y Gabriel Sabatini, por mencionar solamente algunas. Su primer título lo obtuvo en el año 1991, en Palermo, Italia. Entre 1992 y 1993 obtuvo cuatro títulos más y dejó en claro que llegaba al circuito para ser protagonista, sobre todo porque era fuerte en todas las superficies. Conflicto legal con su padre A medida que Mary Pierce se afianzaba en el circuito, también se empezó a notar la pésima influencia que era su padre, quien en reiteradas oportunidades le gritó y humilló delante de otras jugadoras y también hizo lo propio con rivales de su hija. Uno de los hechos más traumáticos se dio en Roland Garros 1993 cuando golpeó a un espectador. Esa situación hizo que la WTA lo suspenda por cinco años. Pero la situación fue más allá. Una vez suspendido, Jim Pierce se peleó con un encargado de la seguridad de Mary y todo terminó con una denuncia por parte de Jim a Mary en la que alegaba que ella le había prometido el 25% de las ganancias de su carrera. Finalmente hubo un acuerdo y Mary le pagó 500 mil dólares a su padre y estuvo distanciada de él durante muchos años, aunque tras su retiro hubo reconciliación. Los primeros éxitos Ya sin su padre como entrenador y trabajando junto a Nick Bollettieri, uno de los entrenadores más emblemáticos de Estados Unidos, Mary Pierce pisó con fuerza y en 1994 alcanzó su primera final de Grand Slam, fue en Roland Garros y en aquella oportunidad perdió ante Arantxa Sánchez-Vicario. Pero a comienzos de 1995, Pierce ganó su primer Major en el Abierto de Australia al derrotar a la propia Arantxa Sánchez-Vicario, alcanzo posteriormente el mejor ranking de su carrera: el puesto número 3. Ya para 1997 jugaría su tercera final de Grand Slam en Australia y perdería en sets corridos ante Martina Hingis, una de sus grandes amigas del circuito. Roland Garros 2000 Tras la final del Abierto de Australia de 1997, Mary Pierce obtuvo nada más y nada menos que siete títulos hasta llegar a conseguir su gran sueño: ganar Roland Garros. Pierce lo hizo en la edición del año 2000 y pudo darse el gusto de gritar campeona frente a su gente en una Philippe Chatrier que desde entonces no ve una campeona francesa en el Major parisino. En aquella final le ganó por 6/2 y 7/5 a Conchita Martínez y hace unos años dialogó con Le Figaro y recordó aquel título: “Lo más destacado es el punto final del partido, contra Conchita Martínez. Todas las emociones positivas me atravesaron al mismo tiempo. Traté de pensar que era un punto como los demás. Fue maravilloso ver todo el trabajo, todas las lágrimas, todos estos esfuerzos, recompensados. Cuando gané mi primer Grand Slam en 1995, obviamente estaba muy feliz, pero ganar en Francia como francesa, frente a mi audiencia, fue único, algo fuerte, poderoso, mágico. C Luego de aquella gesta, Pierce obtendría un título en 2004 y dos en 2005, aunque en ese mismo año también jugaría dos finales de Grand Slam, las cuales perdió: la primera fue en Roland Garros ante Justine Henin y la restante en el US Open ante Kim Clijsters. Cuando gané mi primera ronda en Central (contra Tara Snyder), fue como si hubiera escuchado una pequeña voz dentro de mí que me decía: Puede ser este año …´”. La lesión que la retiró y misionera en Asia A sus 30 años, Mary Pierce sufrió una dura lesión que la obligó a retirarse: se rompió los ligamentos cruzados y eso le impidió regresar al circuito. Si bien no hubo un anuncio formal, su último partido fue en el año 2006. Después de eso su vida cambió rotundamente. Se reconcilió con su padre, se acercó a la religión, estuvo viviendo un tiempo en Trianón, en la Isla de Mauricio, donde se convirtió en misionera. Por otro lado, en 2019 ingresó al Salón de la Fama del tenis. Hace unos años, contó cómo fue su acercamiento profundo a la religión: “Lo más destacado de mi vida fue cuando conocí al Señor. Fui criado en la religión católica, pero en marzo de 2000 mi fe se profundizó, y aquí es donde mi vida cambió por completo. Mi corazón se curó de todas mis heridas del pasado y pude perdonar a mi padre. Dios me dio el talento para jugar tenis, y quería hacer lo mejor para el Señor. Así que vine a Roland Garros ese año con otro espíritu, otra mentalidad, y eso me quitó mucha presión y estrés”.
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