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» Impactocorrientes
Fecha: 20/06/2025 16:53
Uno de cada dos adolescentes tiene un uso adictivo de pantallas y advierten por los riesgos para la salud mental Un estudio publicado en JAMA Pediatrics identificó vínculos entre esos hábitos y un mayor riesgo de suicidio, síntomas depresivos y trastornos del comportamiento. Alertan sobre los efectos a edades cada vez más tempranas. Compartir en Facebook Compartir en Twitter No es solamente la mala postura, los problemas en la vista, las dificultades para concentrarse o los trastornos del sueño. El uso de pantallas en niños y adolescentes desde edades cada vez más tempranas tiene riesgos mucho más graves, que la mayoría de los padres no debería ignorar. Un estudio de JAMA Pediatrics que siguió a más de 4.000 jóvenes durante cuatro años en Estados Unidos halló que casi la mitad presenta patrones de uso adictivo de redes sociales, videojuegos o teléfonos móviles. Los especialistas advierten que estas conductas se vinculan con un mayor riesgo de ideación y comportamientos suicidas, trastornos psiquiátricos y dificultades para regular emociones. La evidencia científica sobre la adicción a las pantallas El trabajo, liderado por la investigadora Yunyu Xiao de la Universidad de Cornell, forma parte del Adolescent Brain Cognitive Development Study y analizó los hábitos digitales de 4.285 adolescentes estadounidenses, desde los 10 años hasta los 14. Los investigadores se centraron en las trayectorias de uso adictivo de redes sociales, teléfonos móviles y videojuegos. El estudio identificó tres trayectorias para redes y celulares, y dos para videojuegos. Casi un tercio de los participantes mostró un uso adictivo creciente de redes sociales (31,3%) o del celular (24,6%), mientras que otro grupo ya se encontraba en niveles máximos de uso adictivo desde etapas tempranas. Estas trayectorias se asociaron con un mayor riesgo de ideación suicida, conductas autolesivas y trastornos de salud mental. El estudio indicó que los adolescentes que desarrollan un uso cada vez más adictivo de las redes sociales tienen más del doble de probabilidad de presentar conductas suicidas en comparación con quienes mantienen un uso bajo. En el caso de los videojuegos, los niveles más altos de consumo se asociaron con síntomas como ansiedad o depresión. A su vez, el aumento progresivo en el uso de redes sociales se relacionó con problemas de conducta como impulsividad o irritabilidad. El dato más llamativo fue que el tiempo total frente a pantallas no se asoció con peor salud mental: lo que marcó la diferencia fue el patrón adictivo y su evolución en el tiempo. De la hiperconectividad al impacto emocional: qué advierten los expertos El concepto de “uso problemático” no se define únicamente por la cantidad de horas frente a la pantalla, sino por la frecuencia, la dependencia emocional y las consecuencias negativas que conlleva. Así lo muestra el estudio internacional Health Behavior in School-aged Children (HBSC), coordinado por la Organización Mundial de la Salud, que analizó hábitos de vida de adolescentes en 44 países. Según el último relevamiento, uno de cada diez adolescentes ya se encuentra en una situación en la que el uso de pantallas afecta su vida cotidiana: relaciones, rendimiento escolar y bienestar emocional. Otro 32% integra un grupo de “usuarios intensivos” que aún no muestran síntomas claros pero que se ubican en la antesala del problema. “Un uso intensivo, aunque no registre incidencias graves, puede terminar llevando a un uso problemático”, explicó Francisco José Rivera, catedrático de Metodología de las Ciencias del Comportamiento de la Universidad de Sevilla y uno de los responsables del estudio. Rivera señaló que entre los signos clínicos de un patrón problemático se incluyen “la dificultad del adolescente para concentrarse en una actividad que no esté relacionada con las redes, no poder participar de una reunión de amigos sin echar mano del móvil o una alteración de las horas de sueño muy marcadas”. Diferencias de género y edad: quiénes están más expuestos Los datos del estudio HBSC también mostraron diferencias por género. Mientras que los varones tienden a involucrarse más en videojuegos, las chicas presentan una conexión más constante a redes sociales y un mayor uso vinculado a la validación social. El 44% de ellas declara una conexión casi permanente, frente al 36% de los chicos. Rivera advirtió que estas dinámicas se traducen en impactos distintos: “Las redes sociales tienen un mayor impacto en ellas. Por lo menos, por ahora, los datos muestran que tienen más tendencia a dejarse evaluar por sus pares. El bullying físico es más típico en chicos. Sin embargo, si nos vamos a un bullying social, que va relacionado con mentiras o exclusión de grupos, se da en proporciones más altas en las chicas”. También se identificó una franja etaria crítica: entre los 11 y 14 años, independientemente del nivel socioeconómico. En este período, el desarrollo neuropsicológico entra en una etapa sensible que coincide con la mayor exposición a pantallas. Si bien los usos más intensos tienden a estabilizarse luego de los 14, los riesgos ya se instalaron. El sistema de recompensa: qué pasa en el cerebro infantil Desde una perspectiva clínica, la médica psiquiatra especialista en adicciones Geraldine Peronace (MN 110.541) advirtió en una nota a Infobae que el efecto de las pantallas sobre el cerebro infantil es equiparable al de otras sustancias estimulantes. “Lo que ocurre en el cerebro de un niño de un año y medio o dos frente a una pantalla es una hiperexcitación que provoca una liberación intensa de dopamina, comparable al efecto que tendría una sustancia estimulante en un organismo infantil”, explicó la especialista. La estimulación constante del sistema de recompensa durante la infancia puede generar patrones adictivos duraderos. “La salud mental está en juego. Realmente la situación es compleja y grave”, afirmó Peronace. Según indicó, los problemas no se limitan a la atención y la conducta, sino que también impactan en el desarrollo de la tolerancia a la frustración. “La tecnología creció, pero la biología sigue a su ritmo. Nada apura la biología”, expresó. Consecuencias clínicas: trastornos mentales, suicidio y frustración Uno de los aspectos más alarmantes señalados por Peronace es el aumento de los trastornos psiquiátricos y las tasas de suicidio en la infancia y adolescencia. “Hay un índice de suicidio desmedido como nunca antes en la historia de la humanidad que estamos viendo de niños y de adolescentes”, afirmó. Y añadió: “En Argentina tuvimos la tasa más alta de suicidio de los últimos diez años, que va de la mano, en correlación, con la tasa de suicidios del mundo”. La necesidad de gratificación inmediata, reforzada por los mecanismos de las redes sociales, contribuye a una baja tolerancia a la espera, según la especialista. “Todo lo importante de la vida se hace esperar. Y eso va a ser un mecanismo tremendo para el cual estas generaciones no están preparadas”, advirtió. Para Peronace, parte del problema reside en la dificultad para desconectarse: “El chico tiene que estar jugando con barro, tiene que estar explorando, dibujando, peleándose con el hermanito. ¿Qué tanto miedo al aburrimiento hay en estos tiempos modernos?”. Estrategias posibles: regulación, prevención y desconexión Frente a este escenario, los especialistas proponen medidas de prevención que exceden la vigilancia horaria. El informe HBSC recomienda eliminar los mecanismos de recompensa que promueven un uso compulsivo —como los likes y notificaciones constantes—, aplicar restricciones de edad efectivas y promover hábitos digitales saludables. Peronace también se pronunció en esa línea: “El año pasado, 2024, la Sociedad Española de Pediatría recomendó que de 0 a 6 años, el uso de pantallas debía ser cero”. Para niños mayores, sugieren un uso muy limitado: “Con suerte una hora”. Como estrategia para mitigar el impacto de la hiperconectividad, la psiquiatra sugirió reducir la exposición a dispositivos electrónicos. “Con sólo dejar de usar todos los dispositivos durante 72 horas, se percibe una disminución notable en la sobrecarga del cerebro”, afirmó. También recomendó activar el “modo avión” durante determinadas franjas del día para desconectarse. Las investigaciones coinciden en que la prevención debe comenzar de manera temprana. Frente a un escenario en el que el uso digital comienza cada vez más temprano y se vuelve difícil de regular, los especialistas coinciden en que es clave establecer límites claros desde la infancia, promover actividades fuera de las pantallas y reconocer los signos de una relación disfuncional con la tecnología antes de que se convierta en un problema de salud mental. Por Valeria Chavez
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