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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 20/06/2025 02:56
¿Era una locura, después de la conquista, después de instalados los españoles en América, pensar que, una vez declarada la Independencia, gobernara un rey y que ese rey proviniera de los pueblos originarios? No le pareció descabellado, al menos, a Manuel Belgrano, que fue al Congreso Constituyente que se reunió en Tucumán en 1816 y lo propuso en una sesión secreta. Sobre esto escribe ahora Ulises Bosia, profesor de Filosofía y especialista en Historia Económica. ¿Por qué hablar ahora de un plan que no se implementó? “Volver al mito de origen de nuestra nacionalidad, que son la Revolución de Mayo y la guerra de la independencia que la sucedió, permite entender que nuestro país podría haber sido muy diferente de lo que fue”, dice ahora Bosia a Infobae. “Y eso habilita también a entender que el futuro no está preestablecido”. -¿Qué fue el plan Inca? -El Plan Inca fue la propuesta que Manuel Belgrano formuló a los diputados del Congreso General Constituyente reunido en Tucumán, en la sesión secreta del 6 de julio de 1816, al regresar de Europa. Junto con la declaración de independencia de las “Provincias Unidas en Sud América”, el general patriota recomendó la adopción de una monarquía temperada –constitucional-, para tener mejores posibilidades de ser reconocidos por las potencias europeas ante el nuevo clima político generado luego de la derrota de Napoleón Bonaparte y la restauración de los poderes absolutistas. Pero lo notable fue que en lugar de nombrar monarca a un noble europeo, postuló la posibilidad de recurrir a un descendiente de la nobleza incaica y de esa manera lograr varios objetivos: reparar la injusticia causada tres siglos atrás en la Conquista, al reponer los derechos de los legítimos gobernantes; involucrar a la población indígena en el proceso revolucionario y, por lo tanto, en la guerra que se estaba librando; y evitar las amenazas que suponían para los criollos nuevas revoluciones indígenas como la que se había producido treinta años atrás, liderada por Túpac Amaru II. “Era perfectamente posible encontrar un heredero de los últimos Incas” -¿En qué circunstancias fue imaginado? -Para julio de 1816 la situación de las revoluciones americanas era dramática. Las fuerzas realistas habían logrado reconquistar gran parte del continente. Solo el proceso conducido desde el Río de la Plata se mantenía en pie. Además, la situación interna de la revolución estaba marcada por una fuerte crisis política, tras la caída del director supremo Alvear. El Congreso de Tucumán había sido convocado para intentar recuperar la legitimidad de una autoridad central y evitar la profundización de las fuertes tendencias a la disgregación política, lo que en esa época era llamado “la anarquía”. De ahí que la forma de gobierno monárquica, que hoy nos parece extemporánea, era vista como un remedio razonable por gran parte de los diputados, e inclusive también por generales y líderes revolucionarios de la talla de San Martín, Belgrano o Güemes. -Servía para la situación... -Lo central es que la disputa por involucrar en un bando u otro a las comunidades indígenas era un elemento fundamental para inclinar la balanza en la guerra revolucionaria, especialmente en el Alto Perú, corazón económico, demográfico y cultural del Virreinato del Río de la Plata. El Plan Inca fue también un intento de desbloquear por medios políticos un camino en el que se había fracasado tres veces por la vía militar. Lejos de ser una idea romántica, formaba parte del pensamiento estratégico de los líderes revolucionarios. Ulises Bosia, autor de "El plan Inca" -¿Era raro para la época? -La monarquía era la forma de gobierno habitual en la época. Lo que existía era un fuerte enfrentamiento con sus variantes absolutistas, que es una de las claves del proceso revolucionario en América y en España. Lo que sí generó sorpresa entre los diputados en Tucumán fue el carácter incaico de la propuesta. Para comprenderlo hay que tener presente tres cuestiones. Por un lado la importancia del ciclo revolucionario que se había desatado treinta años antes en el Perú y el Alto Perú, liderado por Túpac Amaru, Micaela Bastidas, Tomás Katari, Túpac Katari y Bartolina Sisa, entre otros. Se trató de una verdadera revolución, posiblemente el mayor desafío que enfrentó la corona española en trescientos años. Los sectores criollos que encabezaron los procesos independentistas tenían muy presente la potencia social y militar de lo que había significado, e inclusive temían que pudiera salirse de control. Por otro lado, la presencia en Los Andes de la “utopía andina”, es decir del mito que había impulsado los numerosos levantamientos ocurridos durante todo el siglo XVIII en el mundo andino, caracterizado por la creencia de que regresaría el Inca para restaurar el equilibrio y las injusticias arrebatados por los conquistadores. Como todo mito popular, la utopía andina era una fuerza que la daba sentido a las acciones de las multitudes indígenas. Finalmente, un rasgo generalmente poco recordado de la primera década revolucionaria en el Río de la Plata era la fuerte impronta indigenista en la narrativa de los criollos patriotas. -¿Como parte de la idea de la independencia? -La reivindicación de la sociedad incaica pre colonial, la denuncia del carácter ilegítimo del dominio de la Corona española en América y la denuncia de la explotación y marginación de la población indígena eran elementos fuertemente presentes en los discursos, los escritos y las acciones de los líderes criollos, particularmente de algunos de ellos como Moreno, Castelli, Belgrano o San Martín. Las huellas de esta narrativa incaica se encuentran, por ejemplo, en la letra del himno nacional, así como en la utilización del sol incaico en la moneda, el escudo nacional y la bandera. -¿Era aplicable el plan, tenía alguna opción de funcionar? -Resulta contrafáctico saberlo, aunque por supuesto sabemos que nunca fue aplicado. También es cierto que la Constitución centralista finalmente aprobada por el Congreso de Tucumán tampoco funcionó. La consolidación de una forma de gobierno en el territorio sudamericano demoró varias décadas en consolidarse. Lo que sí podemos decir es que era perfectamente posible encontrar un heredero de los últimos Incas. La nobleza indígena había procurado desde la Conquista que la Corona española acreditara su descendencia, lo que supone también tener en cuenta que los sectores indígenas no eran todos iguales, sino que existía una fuerte estratificación a su interior. -¿Belgrano tenía un nombre? -No conocemos en quien pensaba Belgrano concretamente, pero sí existen conjeturas. La más importante es la que formula Bartolomé Mitre sobre Juan Bautista Túpac Amaru, medio hermano de José Gabriel Túpac Amaru y único sobreviviente en su familia de la sanguinaria represión con la que fue sofocada la revolución indígena. Para 1816, Juan Bautista cumplía una larguísima condena en prisión en Ceuta, pero en 1820 los sectores liberales en España impusieron una amnistía a los presos políticos y, luego de cuarenta años de prisión consigue ser liberado. Viaja a Buenos Aires, donde publica un relato de su largo cautiverio, muere en 1827 y es enterrado en el cementerio de Recoleta. La odisea de Juan Bautista Túpac Amaru Por Liz Clarke y Charles Walker eBook $ 16,99 USD Comprar -¿Quiénes lo apoyaron y quiénes lo combatieron? -El Plan Inca tuvo un fuerte respaldo. No solamente al interior del Congreso de Tucumán, donde una parte importante de los diputados respaldó la idea, sino que también los principales líderes militares de la Revolución acompañaron la propuesta de Belgrano: San Martín y Güemes. Documentos de la época testimonian además que cuando el Plan Inca fue anunciado a las tropas reunidas en Tucumán, a las milicias salteñas y a las guerrillas del Alto Perú se desató una profunda algarabía, especialmente de su componente indígena. Además, se produjo un interesante debate en la prensa de Buenos Aires, donde distintas publicaciones argumentaron a favor de la idea, mientras que otras se opusieron frontalmente. De hecho la principal oposición al Plan Inca, que terminaría por derrotar la idea luego de seis meses de discusión, tuvo su epicentro en Buenos Aires. -¿Por qué? -Allí podemos encontrar dos motivaciones. Por un lado, la principal fue que el Plan Inca suponía que la capital del nuevo Estado sudamericano que se estaba fundando se desplazara desde Buenos Aires hacia Cuzco. Esto era inaceptable para los diputados porteños, que representaban los intereses de la élite mercantil y crecientemente agropecuaria porteña. Buenos Aires no estaba dispuesta de ninguna manera a ceder los privilegios que suponía ser la Capital, lo que, como sabemos, es uno de los conflictos que atravesará todo el siglo XIX. Por otro lado, también existía en Buenos Aires una importante presencia de las ideas republicanas, tanto a nivel de la dirigencia revolucionaria que luego daría lugar al federalismo porteño, como también de los sectores populares, identificados con una impronta fuertemente igualitarista que impregnaba la Revolución. De todas maneras, los diputados porteños en Tucumán hubieran votado por una forma de gobierno monárquica, si el carácter incaico no hubiera amenazado sus privilegios. Juan Bautista Tupac Amaru, un candidato a rey -¿Qué pasó con esa idea? -El Plan Inca fue derrotado y la Revolución nunca consigue avanzar por el Alto Perú, que de hecho es el último foco realista en América. Como sabemos, San Martín consigue avanzar por Chile y luego Bolívar y Sucre concluyen la victoria militar americana. Es Bartolomé Mitre, en la segunda mitad del siglo XIX quien lo recupera, en uno de los libros fundacionales de la historiografía argentina, que es la Historia de Belgrano y de la Revolución de la Independencia. Pero ya lo hace en un contexto diferente. -¿Cómo es eso? -Se trata de fundamentar los orígenes de un país que se construye mirando hacia Europa, negando sus raíces indígenas e hispánicas. El objetivo explícito de Mitre es rechazar “la identidad de causa” entre la resistencia indígena a la Conquista y la revolución criolla. Por eso ataca en muy duros términos al Plan Inca, una de las principales formas en que se había expresado la convicción de los revolucionarios de que precisamente su causa era la misma que la de los indígenas rebeldes. No fue el único que en aquel contexto rechazaba cualquier ligazón de la Nación que estaba surgiendo con el pasado indígena. También Alberdi, enemigo político acérrimo de Mitre, coincidía en el rechazo de la “identidad de causa”. Recién a partir de mediados del siglo XIX, al calor de distintos movimientos nacionales y populares latinoamericanos se comenzó a recuperar los levantamientos indígenas como antecedentes de las independencias latinoamericanas. En nuestra región, especialmente en la figura de Túpac Amaru. Expresión de ello se pudo ver por ejemplo en el Bicentenario de la Revolución de Mayo en la Argentina, en 2010, mediante su inclusión en la Galería de Patriotas Latinoamericanos. -¿Por qué te interesó a vos ahora? -Por varias razones. En primer lugar porque el Plan Inca fue una propuesta que buscaba enfrentar la balcanización de América Latina, que es una de las condiciones estructurales de la dependencia de nuestra región. Así como San Martín, también Belgrano aspiraba a que la entidad que se estaba fundando fuera mucho más amplia que la Argentina actual. El Plan Inca es un antecedente de la idea de la Patria Grande. En segundo lugar, porque fue una oportunidad de fundar una nación que integrara al componente principal de los sectores populares, que eran las comunidades indígenas. Al contrario, lo que sucedió tanto en la Argentina como en Bolivia y Perú fue la fundación de repúblicas excluyentes, que se establecieron a espaldas de sus pueblos, con marcas que se pueden encontrar hasta el día de hoy. En tercer lugar, finalmente, porque volver al mito de origen de nuestra nacionalidad, que es la Revolución de Mayo y también la guerra de la independencia que la sucedió, permite entender que nuestro país podría haber sido muy diferente de lo que fue. Y eso habilita también a entender que el futuro no está preestablecido y que, por lo tanto, es posible imaginar una Argentina distinta.
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