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Concordia » Despertar Entrerriano
Fecha: 19/06/2025 20:36
Científicos del Conicet y la Universidad Nacional de San Martín descubrieron signos de atrofia leve y cambios estructurales en regiones cerebrales asociadas a la atención en personas con COVID persistente. Las alteraciones, más evidentes en quienes no se vacunaron, se identificaron mediante imágenes de materia gris y blanca que mostraron una reducción en el volumen y espesor cortical.Aunque las pruebas neuropsicológicas no arrojaron diferencias sustanciales, los escáneres revelaron efectos cerebrales más sutiles. «La mayoría de los que tenían estos síntomas no se había vacunado. La vacunación previene el riesgo a tener el Covid prolongado», dice el ingeniero Martín Belsunce. Se trata de uno de los participantes de un trabajo que elaboraron científicos del Conicet y en el que se llegó a una conclusión preocupante: detectaron anomalías en el cerebro en personas que tuvieron la enfermedad en la pandemia de manera leve, pero que no se vacunaron. Se realizó un ensayo con personas que habían tenido Covid-19 leve y se los estudió en un plazo que fue entre los tres meses y los dos años posteriores a la fase aguda de la enfermedad. El trabajo detectó en esas personas síntomas como déficit de memoria, niebla mental o fatiga. Eso permitió que los científicos del CONICET con los de la Universidad de San Martín tuvieran una cantidad de casos similares suficientes como para evaluar un criterio para intentar prevenir esa situación de deterioro cerebral a futuro. El cerebro y las lesiones por el Covid-19 El estudio les permitió comprobar ese tipo de problemas hasta dos años más tarde de haber tenido la enfermedad. Lo que se hizo para llegar a esta conclusión fue lo siguiente: a las personas que fueron estudiadas se les hizo un seguimiento a largo plazo. Se les realizaba un escaneo cerebral periódico y eso les permitió hallar un fenómeno muy importante y delicado para la salud. Había un grupo de control con gente sana, o vacunados, con las que se hacía el mismo procedimiento. Luego se comparaban los escaneos y se documentaba lo que se encontraba en cada paso. En las imágenes observaron atrofias regionales, pérdida de materia gris, que suele verse en muchas enfermedades neurodegenerativas. También hallaron inflamación en el cerebro y «perfusión», que es la relación de oxígeno que efectivamente se transmite por la sangre al cerebro para mantenerlo activo y sin lesiones. Esto se complementó con el uso de «biomarcadores de salud mental». Se detectan, por ejemplo, en la saliva y permite estudiar los componentes de la parte cognitiva, salud mental y las imágenes del cerebro. Allí se identifican ciertas proteínas que indican que hay inflamación o estado de estrés. Estos marcadores permiten detectar que tipo de atrofia puede presentar el cerebro. Y todos esos problemas a futuro, para los responsables del trabajo, tiene una explicación fundamental. La falta de vacunación y el Covid-19 a largo plazo Los científicos comprobaron que quienes tenían este tipo de patologías cerebrales, además de haberse enfermado, tenían un serio problema: no habían sido vacunados. Durante el tiempo de la pandemia y el desarrollo de una vacuna, todos conocimos que como con otras enfermedades, el sistema inmunológico tiene -para simplificar- dos esquemas de anticuerpos. Uno que reacciona inmediatamente ante la presencia de un patógeno, como el Covid-19, y da la primera «batalla» contra la enfermedad. Al mismo tiempo, se desarrolla un sistema de «memoria» contra ese virus. Es la que en el futuro, en caso de repetirse, sabe como debe reaccionar el cuerpo para defenderse. Justamente, las vacunas ayudan en ambos procesos. Le dan los anticuerpos que necesita el organismo ante una enfermedad específica. Luego, el cuerpo humano se encarga de «fabricar» ese banco de memoria que estará listo para actuar en el futuro. En las personas que no se vacunaron, todo ese proceso -fundamental para mantener la salud- no se dio y por eso el Covid-19 a largo plazo produjo, entre otras cosas, el deterioro cerebral. Es por eso que el trabajo también sirve para advertir sobre lo que sucede no solo con el caso del Covid-19. En concreto, con la vacunación contra ese virus, en la Argentina se está dando un «amesetamiento» de las dosis que se aplican por año. Es como si la población diera por superado el problema del coronavirus para siempre y no ve necesidad en aplicarse dosis de refuerzo. El problema es que si eso se generaliza, nuevas generaciones crecen sin estar vacunadas, lo cual pueden servir como «portadores» de coronavirus en sus mutaciones ya conocidas o, peor todavía, que una nueva variante que tenga mayor resistencia ante las vacunas. Un ejemplo más antiguo y conocido sirve para explicar el interés de este tema. Según la Organización Mundial de la Salud, cada año, mueren entre 250.000 y 650.000 personas en el mundo por gripe. Pero es un dato casi desconocido porque en nuestro país se registran campañas anuales. Cada año se elabora una vacuna contra la nueva cepa que primero actuó en el hemisferio norte. Por eso, la importancia de vacunarse y darse los refuerzos que se necesiten en cada caso. Fuente: A24
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