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  • Colectivos inseguros, conductores agotados y alcohol al volante: el combo fatal en las rutas argentinas

    » Primerochaco

    Fecha: 18/06/2025 20:34

    Por Pablo Aikel, especialista en Seguridad Vial La seguridad vial en Argentina enfrenta un cóctel explosivo: unidades de colectivos de larga distancia deterioradas, choferes extenuados y una cultura peligrosa de consumo de alcohol al volante. Así lo plantea Pablo Aikel, especialista en seguridad vial, quien advierte sobre los riesgos que conviven a diario en rutas y calles del país. El debate volvió a instalarse tras los recientes accidentes protagonizados por colectivos de dos pisos, unidades que —según expertos— no deberían estar habilitadas para viajes de media y larga distancia, debido a su inestabilidad estructural. Colectivos doble piso: diseño inadecuado para rutas argentinas “Argentina es uno de los pocos países en el mundo donde se permite que colectivos de doble piso hagan recorridos largos. En Europa, por ejemplo, se usan solo para excursiones urbanas o trayectos cortos, en zonas sin curvas pronunciadas”, explica Aikel. El problema no es menor: con un centro de gravedad mucho más alto que un colectivo convencional, estas unidades pierden estabilidad en curvas o maniobras bruscas. Y en rutas antiguas, mal diseñadas o sobrecargadas, el riesgo aumenta. “Si además exceden el límite de velocidad, que es algo habitual, el peligro es constante”, advierte. A eso se suma otro factor crítico: el estado de las unidades. Muchos colectivos que recorren largas distancias tienen décadas de uso, comprados de segunda mano por empresas más pequeñas o cooperativas. “Se los plotea, se los maquilla, pero mecánicamente están detonados. Lo mismo pasa con las cubiertas, muchas veces lisas, sin adherencia”, denuncia el especialista. Choferes exhaustos: jornadas maratónicas sin descanso real Aikel pone el foco también en las condiciones laborales de los conductores. “Hay choferes que manejan durante horas sin los descansos adecuados. Llegan a destino, descargan equipaje, comen algo rápido y ya están volviendo, casi sin dormir”, relata. Esto genera un deterioro físico acelerado. “A los 45 años parecen de 70, con problemas severos de columna y desgaste mental. No alcanza con dormir dos o tres horas en un asiento reclinable o, en el peor de los casos, en la baulera del colectivo, como se ha visto en investigaciones periodísticas”, recuerda. El especialista es contundente: el cansancio extremo es tan peligroso como manejar alcoholizado. El reloj biológico exige descanso nocturno, y la privación crónica del sueño genera micro sueños al volante, episodios breves pero letales de desconexión del entorno. Alcohol, drogas y mitos: el peligro silencioso Al hablar del alcohol al volante, Aikel también desmiente algunos mitos populares. “No hay truco para zafar del alcoholímetro. Ni café, ni enjuagues bucales, ni correr a la par del auto. El sensor detecta etanol en el aire expirado y punto”, aclara. Respecto al control, todos los dispositivos oficiales deben estar homologados y calibrados periódicamente por el INTI. “Los llaveros etilómetros o gadgets caseros no son confiables”, advierte. La tolerancia es cero en todo el país, aunque muchos conductores aún lo desconocen. “Después de 0,2 gramos por litro en sangre, el alcohol ya afecta reflejos, percepción de profundidad y visión periférica. El problema es que el alcohol genera una falsa sensación de confianza, que agrava el riesgo”, dice Aikel. El especialista también advierte sobre el uso de bebidas energizantes combinadas con alcohol, una mezcla peligrosa que “engaña al organismo y sobreexige al hígado”, generando riesgo de coma alcohólico, especialmente en jóvenes. Por otro lado, no es raro ver choferes profesionales —camioneros o colectiveros— consumir energizantes o masticar coca para mantenerse despiertos. “Si necesitas eso para manejar, ya es un peligro. El cuerpo te está pidiendo descanso real”, sentencia. El estado del parque automotor: frenos que no frenan y luces que no alumbran El deterioro del parque automotor argentino también agrava el problema. “Muchas motos circulan sin frenos o con sistemas desgastados al extremo. Y encima, sin luces. ¿Cuánto sale una lámpara? 500 pesos. ¿Vale arriesgar la vida por eso?”, cuestiona Aikel. A esto se suman modificaciones peligrosas en vehículos particulares: cambiar el rodado, alterar neumáticos o suspensiones afecta directamente el frenado y la estabilidad. “Las motos sin frenos son una postal habitual en el interior. Y en general, no se respetan los manuales de mantenimiento ni los tiempos recomendados. La negligencia se paga cara”, alerta. Alcohol, drogas y seguridad: la mezcla letal El consumo de alcohol o drogas genera un efecto directo sobre la capacidad de conducción. El alcohol es un depresor del sistema nervioso central que enlentece los reflejos, mientras que drogas como la cocaína sobreexcitan al conductor, aumentando la velocidad y reduciendo la capacidad de reacción. “La marihuana también es peligrosa. Reduce la percepción de distancias y puede generar distorsiones visuales. Mezclada con alcohol, el combo es fatal”, describe Aikel. Formación y prevención: la clave para revertir el panorama Como parte de las acciones preventivas, Aikel anunció una capacitación gratuita para periodistas y comunicadores sobre seguridad vial. La actividad, organizada junto al ingeniero Derka, buscará brindar herramientas técnicas y prácticas sobre normas, factores humanos y aspectos mecánicos. “El desafío es generar conciencia. No podemos seguir naturalizando tragedias evitables”, concluyó el especialista. Mientras tanto, en rutas viejas, con vehículos mal mantenidos y conductores agotados, la tragedia sigue al acecho.

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