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Parana » Informe Digital
Fecha: 18/06/2025 03:46
Argentina podría enfrentar un aumento en los precios de la carne vacuna si no se recupera el stock, mientras que el consumo de este alimento vuelve a crecer debido a una mejora en el poder adquisitivo. En los últimos dos años, en el contexto de una prolongada sequía que ocasionó mortandad y ventas forzadas, el rodeo bovino se redujo en casi 2,6 millones de animales, alcanzando las 51.626.909 cabezas. La preocupación por la situación del stock bovino fue abordada en una conferencia de prensa realizada hoy por la Mesa de las Carnes, compuesta por representantes de los sectores bovino, porcino y aviar. Los participantes señalaron que actualmente no hay suficiente hacienda para satisfacer una mayor demanda, lo cual podría generar “más presión” sobre los precios. Además, indicaron que la industria opera con “alta ociosidad” debido a la escasez de animales terminados, a pesar de la buena demanda externa. “Vamos a afrontar el problema de que, si se concreta a lo largo de este año la recomposición salarial, habrá una mayor demanda de consumo que no debemos olvidar, representa el 70% de lo que se ingiere, y no contaremos con los animales necesarios para satisfacer esa demanda, lo que también incrementará el precio”, advirtió Sebastián Bendayán, gerente de la Cámara de Frigoríficos de Santa Fe (Cafrisa). Cabe recordar que, durante todo 2024, el consumo de carne vacuna por habitante se ubicó en 47,7 kilos/año, un 9% menos que en 2023. Este fue el segundo registro más bajo desde 1914, cuando comenzaron las mediciones. En mayo, el consumo por habitante alcanzó un promedio anual de 49,5 kilos, lo que representó un incremento del 0,5% en comparación con el mismo mes de 2024, es decir, unos 200 gramos más por persona. La inquietud por la falta de hacienda fue uno de los temas más recurrentes en el encuentro. Ernesto Lowenstein, empresario frigorífico y dirigente de la Unión de la Industria Cárnica Argentina (Unica), destacó que Argentina tiene el mismo stock de ganado que hace 45 años: “En 1978, durante el Mundial, había 25 millones de habitantes y 50 millones de cabezas de ganado. Hoy somos aproximadamente 46 millones, y seguimos con las mismas 50 millones de cabezas”. Miguel Jairala, representante del Consorcio de Exportadores ABC, alertó que la escasez de hacienda disponible para faena afecta directamente al sector exportador. Aclaró que esto es el resultado directo de los efectos climáticos sobre la producción primaria, que han llevado a que “estemos ante el stock bovino más bajo desde 2012, según la contabilización del Senasa a principios de este año 2025”. Esta situación se refleja en las plantas frigoríficas, muchas de las cuales operan con capacidad ociosa y márgenes de rentabilidad muy ajustados. En los últimos dos años, en un marco de sequía, que provocó mortandad y ventas forzadas, se achicó en casi 2,6 millones de el stockGustavo Garello – AP Bendayán, por su parte, relacionó la crisis de oferta con la falta de incentivos para los productores. “Es necesario ofrecer incentivos concretos y reales al productor. No debemos olvidar que llevar un animal a la feria [para su venta] requiere de dos años o dos años y medio. Después de todo el esfuerzo y sacrificio que realiza el productor, ha enfrentado en otras ocasiones mercados cerrados o situaciones no rentables”, lamentó. Según afirmó, “no se le ha proporcionado al productor un marco de previsibilidad ni reglas claras que le permitan aumentar su producción y que sus animales adquieran más peso”. Dardo Chiesa, coordinador de la Mesa Nacional de las Carnes, identificó la falta de confianza que ha experimentado el productor como una de las causas de la baja inversión ganadera: “El productor ganadero ha sido muy golpeado y ha estado en una situación difícil durante muchos años”. Según Chiesa, el ganadero “necesita creer para iniciar un proceso a largo plazo. Necesita confianza para implementar procesos más eficientes”. “Toda la industria cárnica atraviesa un proceso complicado, esperando desregulaciones y medidas significativas, sobre todo en relación a las Ganancias por tenencia -para aliviar la carga impositiva- y el IVA en inversiones, que impactan considerablemente”, expresó. Para el sector, si esta situación no se revierte, el país no podrá abastecer una demanda en aumento ni aprovechar las oportunidades internacionales. “En los próximos cinco o diez años, habrá escasez de carne y creo que Argentina tiene una oportunidad”, aseguró Lowenstein. Simultáneamente, además de la situación local por la menor oferta, hay inquietud por una pérdida de competitividad externa frente a Brasil, que actualmente compite con mejores precios. Jairala lo expresó de esta manera: “Nosotros enfrentamos una dificultad de competitividad que nos ha hecho retroceder significativamente en nuestras exportaciones a China, un mercado que representa el 60 o 65% de los envíos argentinos”. Detalló que los frigoríficos argentinos abonan por los animales entre un 25 y un 30% más que sus competidores brasileños, lo que reduce aún más la rentabilidad. En relación al Senasa, durante la conferencia se mencionó que carece de personal, recursos y enfrenta un creciente número de tareas que no puede cubrir adecuadamente. “Senasa está en una situación crítica, falta de personal. Esa es la realidad”, explicó Bendayán. Informó que en Santa Fe se firmó un acuerdo con el organismo sanitario para unificar los controles, pero como no hay suficientes inspectores, muchas inspecciones se llevan a cabo con organismos provinciales. También advirtieron que esta situación está impactando tanto en los controles para el consumo interno como en la capacidad de certificar exportaciones. Lowenstein destacó que el principal problema es la falta de financiamiento. Exponiendo que el Senasa cobra por los servicios que presta, pero que esos fondos terminan en las cuentas generales del Estado en lugar de reinvertirse en el propio organismo. “Si la recaudación fuera destinada al Senasa y se aplicara como debe, tendríamos un Senasa más fuerte”, afirmó. En su opinión, el Senasa no está cumpliendo adecuadamente con el rol que debería desempeñar en una industria con potencial exportador. “Lamentablemente, el Senasa no está a la altura de las necesidades actuales”, resumió. Otro aspecto que preocupa, señalaron, es la ausencia de un estándar sanitario único. Chiesa indicó que los frigoríficos de tránsito federal enfrentan controles muy estrictos, mientras que muchos de tránsito provincial o municipal operan bajo normas más laxas. Esto crea una “competencia desleal”. “No puede ser que tengamos certificaciones diferentes para exportación y consumo interno”, remarcó Chiesa. Por su parte, Bendayán destacó que los consumidores en el exterior están informados acerca de la carne que adquieren —desde su origen, cómo fue criado, hasta el tipo de corte—, algo que no ocurre en el mercado interno. Esta disparidad genera desigualdades dentro del país y perjudica a quienes cumplen con todas las normativas.
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