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  • EL DÍA QUE EL TURISMO DEJÓ DE SONREÍR

    Parana » Radio La Voz

    Fecha: 18/06/2025 01:25

    La sala estaba llena de mapas, gráficos color pastel y promesas de planes estratégicos que, como siempre, venían sin presupuesto. En teoría, todo era armonía institucional. Café con masitas, frases como “sinergia público-privada” y un PowerPoint con vistas del río. Pero entre Perros y Grillos ya se murmuraba que algo podía estallar. En una sala cerrada, de esas donde los cargos se sientan a verse las caras sin mirarse los ojos, se hablaba del futuro turístico de la ciudad. Pero el pasado entró por la puerta, sin pedir permiso. Una joven —ni técnica, ni invitada, ni dispuesta a callarse— irrumpió la escena. No buscaba protagonismo, ni micrófono, ni selfie. Solo señaló al que estaba sentado en el centro de la mesa. Lo hizo con la voz quebrada y firme a la vez. Denunció lo que muchos sabían, pero preferían ignorar: que ese señor, de traje gastado y reputación inflada, arrastraba una causa pesada como el silencio que lo rodea. Un Grillo, que estaba justo del otro lado del biombo, lo resumió así: —Fue un segundo. Entró y se quebró el decorado. Ya no era un taller: era una interpelación. No hubo escándalo. No hubo forcejeo. Pero el silencio que vino después fue peor que un grito. Nadie dijo nada. Nadie la contuvo. Nadie respondió. Algunos miraron para abajo. Otros, para el Excel proyectado en la pantalla. El hombre en cuestión —ese que en grupos de WhatsApp escribe con mayúsculas y desprecio— no se levantó. No aclaró. No se defendió. Solo se acomodó la silla y masculló algo sobre “lo de siempre en estas tierras”. La escena fue corta. Pero dejó una huella más larga que cualquier folleto turístico. Un Perro lo dijo bajito, mientras miraba el cartel que hablaba de “Ciudad Resiliente”: —Mirá vos. La única resiliencia que se ve acá es la de la piba. Después del episodio, todo siguió como si nada. Se volvió al orden del día. Se agradeció a las instituciones por el “aporte invalorable” y se celebró “la participación ciudadana”. Pero ya no era lo mismo. Algunos bajaron las cortinas de la vergüenza. Otros, las de la indiferencia. Y mientras tanto, ese señor sigue manejando no solo el ente, sino también el centro comercial y una fundación con nombre impronunciable. Es como si acumular estructuras le sirviera de escudo. Un Grillo que viene de lejos dijo en voz baja: —En esta ciudad, el turismo no se gestiona. Se disimula. Y un Perro, que no suele hablar mucho, agregó: —Lo más grave no fue lo que se dijo. Fue lo que no se dijo después. Acá hay gente que cree que abusar del poder es una política pública. La reunión terminó con aplausos tibios y selfies protocolarias. Pero en los pasillos, el tema ya era otro. Nadie hablaba del plan. Todos sabían que el episodio había dejado algo expuesto. No solo a una persona, sino a todo un sistema que prefiere no ver. Porque a veces, una verdad dicha a tiempo desarma más que un escándalo. Y lo que entró ese día al recinto no fue solo una joven con coraje. Fue la memoria. Y la memoria, cuando habla, no pide permiso. --- Estas Charlas de Pasillo son presuntamente irreales. Los personajes no existen. Pero si creés que se parecen demasiado a la realidad… será porque esta ciudad se escribe sola.

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