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Parana » Informe Digital
Fecha: 17/06/2025 15:59
Indudablemente, estamos en un momento crítico, en el que se debate intensamente el futuro del INTA. Consideramos que, en ocasiones, se adoptan enfoques erróneos, especialmente por parte de las autoridades nacionales. A pesar de reconocer que el INTA requiere mejoras en su funcionamiento y financiamiento desde hace años, creemos que este rediseño necesario no puede realizarse “desde afuera”, ignorando la importancia y la trascendencia histórica que ha tenido y tiene actualmente el INTA para nuestro país. Argentina cuenta con uno de los territorios más extensos del mundo, con climas y recursos naturales que varían enormemente, otorgándole un alto potencial de desarrollo agropecuario. El INTA desempeña un papel central en este ámbito, y destruir lo positivo que ya existe —que es mucho— solo repetirá la historia de marchas y contramarchas que ha impedido nuestro desarrollo económico durante décadas. El INTA tiene presencia en todos los rincones del país, atendiendo las diversas realidades de nuestro vasto territorio. Como se suele decir, en cualquier lugar de Argentina siempre se encontrará: un Banco Nación, una iglesia, una estación de YPF y, por supuesto, “un INTA”. Esta visión fue concebida por los fundadores del INTA en 1956, en un contexto donde ninguno de los países vecinos o competidores en el sector agropecuario contaba con una institución similar. Pioneros como Ubaldo García, Ángel Marzocca, Walter Kugler, Antonio Prego o Guillermo Covas, entre otros, no solo fueron pioneros en su país, sino que también sirvieron de asesoramiento para que otros países crearan entidades al estilo del INTA, como fue el caso del Embrapa en Brasil. Esta virtud de origen, al establecer una institución autárquica con cobertura nacional enfocada en la investigación y extensión, y un sistema de gobierno público-privado, definió un INTA que “la vio venir”, utilizando una expresión contemporánea. Cabe recordar que a finales de la década de 1950, el sector agropecuario argentino no se diferenciaba mucho de la situación a inicios del siglo XX, con escasa mecanización y avances técnicos. La producción de granos en Argentina apenas alcanzaba para satisfacer el consumo interno, con solo cinco millones de toneladas, y el stock ganadero ascendía a 18 millones de cabezas. Rápidamente, el INTA contribuyó a que esto cambiara para mejor. Mencionemos el impacto de la variedad de trigo Marcos Juárez INTA, que tiene una alta capacidad de respuesta a la fertilización, los estudios pioneros del INTA Balcarce para aprovechar adecuadamente las pasturas en el ámbito ganadero, y la creación de una escuela de reconocedores de suelos que dio origen al Plan Mapa de Suelos en los años 60. Por esas épocas, nada de esto ocurría en países vecinos y muy poco en el resto del mundo. El sector agropecuario argentino ha cambiado radicalmente en los últimos 30 a 35 años. Esto se resume en la duplicación del área sembrada y la quintuplicación de la producción de granos, gracias a la adopción masiva de sistemas de siembra directa. Aunque los suelos han perdido parte de su fertilidad original, se ha incrementado el uso de fertilizantes sintéticos para reponer nutrientes y mantener los rendimientos de los cultivos. Paralelamente, el mundo al que Argentina envía sus productos agropecuarios ha cambiado. Existen exigencias crecientes en términos de trazabilidad de los procesos productivos y mitigación del cambio climático. ¿Qué ha hecho el INTA para evitar que el país pierda competitividad en sus exportaciones? A continuación, enumeramos cinco hitos significativos, aunque la lista podría ser más extensa, y que ilustran el alcance del conocimiento de quienes redactamos esta nota. Es importante aclarar que ninguno de estos logros fue alcanzado por el INTA de forma aislada, sino en colaboración con otras instituciones públicas y privadas, trabajando en proyectos de investigación y convenios de vinculación tecnológica. Cosecha de soja /REUTERS/Marcos Brindicci/marcelo-manera-7533 Una de las exigencias actuales de las empresas comercializadoras de productos e insumos agropecuarios es la trazabilidad de los procesos, especialmente en lo que respecta a las prácticas en el campo (siembra directa, rotaciones intensificadas y diversas, uso de dobles cultivos y cultivos de servicio, agricultura por ambientes, etc.), así como el uso de insumos de bajo impacto ambiental. Todo esto requiere de sistemas adecuados de monitoreo y reporte. El INTA ha estado trabajando en estos temas durante años, no solo apoyando la adopción de sistemas de siembra directa, sino también promoviendo la experimentación a nivel regional de rotaciones biodiversas adaptadas a cada ambiente productivo. Un pilar fundamental de esto es el mantenimiento de ensayos de labranza y rotaciones que tienen décadas de trayectoria en diferentes Estaciones Experimentales. La institución cuenta con personal capacitado para calcular balances de carbono y emisiones de gases de efecto invernadero en sistemas agropecuarios, habiendo trabajado codo a codo con distintos sectores gubernamentales (Ministerío o Secretaría de Agricultura, de Ambiente y Cancillería), que representan a Argentina ante organismos internacionales (Naciones Unidas, FAO, IPCC, IPBES, entre otros). Como consecuencia indirecta del aumento del área sembrada, la ganadería vacuna ha sido desplazada hacia entornos menos adecuados para la agricultura, como son los campos del NOA, NEA y Mesopotamia, donde el INTA ha promovido sistemas silvopastoriles. Estos sistemas compatibilizan el uso forestal con una ganadería baja en carbono y regenerativa. Se estima que alrededor de siete millones de hectáreas utilizan sistemas silvopastoriles, constituyendo un modelo de agricultura “climáticamente inteligente” que combina aumento de productividad, resiliencia ante el cambio climático y reducción de gases de efecto invernadero. Fertilización Tras los altos rindes y el cuidado del suelo Argentina es un país prodigioso en recursos naturales, que van desde bosques y selvas, hasta pastizales, matorrales, arbustales, estepas y humedales. Estos recursos enfrentan presiones de uso que es necesario regular para prevenir su degradación o incluso su desaparición. El INTA ha desarrollado capacidades de alto nivel para el monitoreo de estos recursos, empleando imágenes satelitales, sistemas de información geográfica y redes de monitoreo. Destaca la importancia estratégica del mantenimiento de la red de germoplasma, que conserva el acervo de recursos genéticos de la flora nacional. En el ámbito de los suelos de uso agropecuario, el INTA fue pionero hace décadas en el mapeo de estos suelos. Esta iniciativa visionaria de quienes idearon y ejecutaron el relevamiento y la cartografía sistemática se convirtió en la base científica para conocer y evaluar las potencialidades del recurso, así como para el desarrollo agropecuario sostenible del país. Entre los logros más importantes, cabe mencionar la elaboración del mapa de suelos de las Regiones Pampeana y Chaqueña, que forman parte de la colección “Cartas de Suelos de la República Argentina”, y la publicación del Atlas de Suelos de la República Argentina, que describe, clasifica y evalúa los suelos de todo el territorio nacional, y cuya información está disponible al público a través de un sistema de información geográfica y base de datos. En la actualidad, esta información generada por el INTA también es utilizada por la FAO en proyectos internacionales como Recsoil (Recarbonización de los Suelos del Mundo), Soil Doctor (Programa de Doctores en Suelos) para asistir a pequeños productores, y Glosolan (la red de laboratorios de suelo). Cabe resaltar que expertos del INTA tienen un papel activo y de liderazgo en estos proyectos internacionales. El agro argentino ha experimentado cambios significativos en los últimos quince años, periodo en el cual un 20% de los productores han adoptado agricultura de precisión, implementando agricultura por ambientes, aplicaciones en dosis variables, uso de banderilleros satelitales y robots para el control de plagas, entre otras innovaciones. El INTA ha estado a la vanguardia de estos avances, destacando la labor pionera de la Estación Experimental Manfredi en Córdoba. Robots en el campo CARLOS MARIN MORENO Los suelos de la Región Pampeana y otras áreas agrícolas del país presentan altas tasas de extracción de nutrientes, consecuencia de la mejora biotecnológica de los cultivos, que ha aumentado los rendimientos y la aptitud productiva de la tierra. El INTA ha desempeñado un papel clave en el desarrollo y difusión de técnicas para diagnosticar la fertilidad química de los suelos y su correcta interpretación, lo cual permite decidir, bajo un criterio técnico, la dosis de fertilizante a aplicar. Además, ha sido relevante la investigación y extensión en la correcta utilización de la tecnología de fertilización, abarcando la elección adecuada de la fuente, el momento y la localización de los fertilizantes, con el fin de mejorar los resultados económicos de las empresas y evitar riesgos de contaminación por la pérdida de nutrientes del sistema. A través de sus proyectos de investigación y transferencia, anclados en su red de Institutos, Estaciones Experimentales y Agencias de Extensión, el INTA monitorea la salud de los suelos, un aspecto fundamental para mantener e incrementar la productividad de los agroecosistemas. Cabe destacar que Argentina es uno de los pocos países del mundo con la capacidad de aumentar la oferta de alimentos, gracias a sus condiciones agroecológicas privilegiadas, su estructura productiva y el alto nivel de capacitación de sus productores. El INTA ha contribuido de manera significativa a mejorar la productividad, competitividad y sostenibilidad del sector agropecuario argentino. Por lo tanto, cualquier medida de reorganización que se considere deberá ser analizada y consensuada con detenimiento. —- Los autores son Académicos de Número de la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria.
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