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» tn24
Fecha: 17/06/2025 10:20
Bajo el lema de mayor libertad económica, la Secretaría de Agricultura derogó una serie de normativas que establecían límites mínimos de peso para la faena de bovinos. Productores podrán decidir el momento óptimo para faenar. En línea con su política de desregulación y libre mercado, el Gobierno de Javier Milei oficializó este martes la eliminación del peso mínimo obligatorio para la faena de ganado bovino. La medida, firmada por el secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca, Sergio Iraeta, fue establecida mediante la resolución 98 y entrará en vigencia a partir del 1° de enero de 2026. Con esta resolución, el Ejecutivo derogó una serie de disposiciones que se remontan a 2007, cuando se fijaron los primeros parámetros de peso mínimo —99 kilos por media res en balanza oficial— para las categorías de novillitos y vaquillonas. A lo largo de los años, las normativas se fueron actualizando, llegando a establecer límites de 165 kilos para machos y 140 kilos para hembras, con sanciones en caso de incumplimiento. El objetivo original de estas regulaciones era desalentar la faena de animales de bajo peso, fomentar una mayor producción de carne y asegurar estándares sanitarios y comerciales. Sin embargo, la administración actual considera que esas restricciones “resultan innecesarias en el contexto actual”, argumentando que los productores ya poseen los conocimientos y herramientas necesarios para decidir por cuenta propia el mejor momento de faena. “La libertad para producir y vender según lo que el productor crea más conveniente es el nuevo marco que impulsa esta medida”, señalaron fuentes oficiales. A pesar de la derogación, el Gobierno aclaró que las infracciones detectadas antes del 1° de enero de 2026 seguirán su curso legal. En los considerandos de la resolución se destaca que la eliminación del peso mínimo busca “restablecer el marco de libertad económica”, en sintonía con el Decreto 70/2023, que marcó una profunda desregulación en múltiples sectores. Además, se prevé un plazo de más de seis meses para que los actores del sector ganadero y los establecimientos de faena puedan adaptar sus procesos de forma ordenada. La medida ha generado opiniones divididas en el sector: mientras algunos celebran la flexibilización como un avance hacia una producción más eficiente, otros advierten posibles riesgos en términos de bienestar animal y calidad del producto final. Se espera que en los próximos meses surjan debates técnicos y políticos sobre las implicancias de esta nueva etapa en la industria cárnica argentina.
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