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  • Cómo afecta el estrés de las personas a las mascotas

    » Derf

    Fecha: 16/06/2025 22:15

    El vínculo entre personas y animales va mucho más allá del cariño. Estudios en comportamiento animal muestran que el estado emocional de los tutores impacta directamente en la salud y la conducta de perros y gatos. ¿Tu perro se pone inquieto cuando discutís? ¿Tu gato se esconde cuando estás nervioso? No es casualidad. La etología, que estudia el comportamiento animal, lleva años observando cómo las mascotas perciben y responden al estado emocional de quienes las cuidan. Varios estudios demostraron que los animales de compañía pueden detectar cambios en el tono de voz, la postura corporal, los gestos y hasta el olor de sus tutores. Y ante señales de tensión, pueden desarrollar comportamientos relacionados con ansiedad o estrés. El estrés humano sostenido puede impactar en los animales de diferentes maneras: – Cambios en el apetito (comer de más o rechazar comida) – Comportamientos destructivos o regresivos (como hacer pis dentro de casa) – Hipervigilancia, jadeo excesivo o vocalizaciones constantes – Cambios en el sueño o en la interacción social – En gatos: esconderse, agresividad o acicalamiento excesivo – Los perros especialmente sensibles o que han pasado por experiencias traumáticas previas pueden ser más propensos a reaccionar ante el estrés de su entorno. Un estudio publicado en Scientific Reports encontró que los niveles de cortisol (hormona del estrés) en perros pueden sincronizarse con los de sus dueños, especialmente en aquellos con vínculos estrechos y alta empatía mutua. Esto refuerza la idea de que los animales no solo perciben nuestro malestar, sino que lo sienten a su manera. Y si se prolonga en el tiempo, puede afectar su bienestar general. Qué se puede hacer – Revisar nuestras rutinas: evitar gritos, tensiones constantes o castigos bruscos – Ofrecerles espacios seguros donde puedan descansar tranquilos – Estimular el juego, el paseo y el contacto físico, que funcionan como antiestrés para ambos – Pedir ayuda profesional si notás cambios persistentes en su conducta (etólogo, veterinario o educador canino/felino) – Cuidar tu salud emocional también es una forma de cuidar la de ellos. El bienestar compartido empieza en casa, con presencia, calma y vínculo real.

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