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» Diario Cordoba
Fecha: 15/06/2025 09:54
Podemos decir, desde la orilla de la fe, que hoy es la onomástica de Dios, ya que celebramos en la liturgia de la Iglesia la solemnidad de la Santísima Trinidad. Dios es familia abrazada en el amor. Amor creador y de donación completa del Padre; amor receptivo y correspondiente del Hijo; amor que envuelve, olvidado de sí y que genera comunidad del Espiritu Santo. Un amor que no queda confinado a las Tres Personas, sino que lo habita todo y nos alcanza también a nosotros, incorporándonos también a su vida en la humanidad del Hijo, dejándonos que seamos manifestación de su amor y estemos llamados a vivir en comunión con la Trinidad. El papa Francisco lo explicaba admirablemente, en una de sus homilías: «Dios es una familia de Tres Personas que se aman tanto que forman una sola cosa. Esta ‘familia divina’ no está cerrada en sí misma, sino que está abierta, se comunica en la creación y en la historia y ha entrado en el mundo de los hombres para llamar a todos a formar parte de ella. El horizonte trinitario de comunión nos envuelve a todos y nos anima a vivir en el amor y la fraternidad, seguros de que ahí donde hay amor, ahí está Dios». ¡Qué maravilla teológica, sobrenatural por una parte, y por otra, entrelazada con una humanidad doliente salpicada de misterios insondables! La fiesta de hoy nos invita a contemplar este maravilloso «misterio de amor y la luz del que procedemos» y hacia el cual se orienta nuestro camino terrenal. Este misterio de la Trinidad nos fue desvelado por el mismo Jesucristo, quien nos dio a conocer el rostro de Dios como Padre misericordioso; se presentó a sí mismo, verdadero hombre, como Hijo de Dios y Verbo del Padre, salvador que da su vida por nosotros y habló del Espíritu Santo que procede del Padre y del Hijo, espíritu de la verdad, espíritu paráclito, es decir, consolador y abogado. Desde el altar de Dios, en las eucaristías, intentaremos ofrecer a los fieles, la gran consecuencia y aplicación que tiene para la humanidad el misterio de la Santísima Trinidad: nuestro ser creados a imagen y semejanza de Dios-comunión, nos llama a comprendernos a nosotros mismos como «seres-en-relación» y a vivir las relaciones interpersonales en la solidaridad y en el amor recíproco. Tales relaciones se juegan, sobre todo, en el ámbito de nuestras comunidades eclesiales, para que sea cada vez más evidente la imagen de la Iglesia, «icono» de la Trinidad. Pero se juega también en las distintas «relaciones sociales», desde la familia, hasta las amistades, las esferas laborales y las relaciones internacionales. La fiesta de la Santísima Trinidad nos invita a comprometernos en los acontecimientos cotidianos para ser «fermento de comunión, de consolación y de misericordia en el mundo de hoy». Toda onomástica, la de Dios también, conlleva una felicitación y un regalo. Y recordando unas palabras de Kierkegaard, podemos tener claro cuál puede ser nuestro mejor ‘regalo’ para Dios. Escribe el gran filósofo, con aire reflexivo: «Lo que me hace de veras falta es ver perfectamente claro lo que debo hacer, no lo que debo saber. Lo que me importa es entender el propio sentido y definición de mi ser, ver lo que Dios quiere de mí, lo que debo hacer. Es preciso encontrar una verdad para vivir y morir». Ahí está nuestro mejor «regalo» para el Señor: «Realizar con ilusión y encanto lo que Dios quiere de mí, el proyecto de vida que ha grabado en mi corazón». (Permitidme que desde estas lineas, me una al amor, al dolor y a la esperanza, de nuestro obispo, don Jesús, en la muerte de su padre querido. Las palabras más hermosas que se han pronunciado sobre la faz de la tierra, salieron de los labios de Jesús de Nazaret: «Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá. Y todo el que cree en mí, no morirá para siempre». Acaso los versos más bellos fueron escritos por el sacerdote José Luis Martin Descalzo: «Morir sólo es morir. / Morir se acaba. / Morir es una hoguera fugitiva. / Es cruzar una puerta a la deriva. / Y encontrar lo que tanto se buscaba». Y el susurro de los versos del poeta: «Señor: ahora te toco, / te toco, sí. Me quemas»). *Sacerdote y periodista
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