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  • Caso Andrea: “La esperanza de que está viva es muy fuerte”

    » Elterritorio

    Fecha: 15/06/2025 08:23

    La madre y hermanas de Andrea Silva, la niña de 8 años que se perdió en la Biósfera Yabotí el 26 de diciembre de 1999, reclaman por justicia y sostienen que fue un brasileño quien la llevó domingo 15 de junio de 2025 | 6:05hs. Ramona, Florencia y Paola, madre y hermanas de Andrea, esperan encontrarla luego de 25 años. Foto: Carina Martínez Angustia, dolor y tristeza tiñen el rostro de la madre, el padre y hermanos de Andrea Silva; una niña de 8 años que se perdió en un obraje donde trabajaba su padre en la Reserva de Biósfera Yabotí, en el mediodía del 26 de diciembre de 1999. Un hecho sin respuestas, sin esclarecimiento, que cambió la vida de una familia de San Pedro. Pese a la incansable búsqueda, después de 25 años jamás se la pudo encontrar. No obstante, la esperanza recobra fuerzas con cada oportunidad de traer lo ocurrido a la actualidad. Andrea, quien en la actualidad tendría 33 años, es otro de los tantos casos de personas desaparecidas en el país de la cual se perdió el rastro por completo. Sobre su desaparición, hay que remontarse al día después de Navidad de 1999, cuando un mediodía que debió ser el inicio de unas vacaciones en el obraje donde su padre se desempeñaba se convirtió en el comienzo de una larga búsqueda. En diálogo con El Territorio, fue Paola Silva -hermana de Andrea- quien reconstruyó lo que ocurrió aquel inimaginable mediodía, siendo ella una de las personas en verla por última vez. “Cuando llegamos al campamento, un lugar desconocido para mí, aunque siempre acompañaba a mis papás, decidimos tomar la aventura de ir a buscar isipó para saltar”, recordó muy conmocionada. Los menores, entre ellos Andrea junto a sus hermanos Jorge, Monchi, Paola y Florencia -que era una bebé de diez meses-, caminaron por el monte acompañados por su primo Adrián, quien “sí conocía la zona. Tomamos un camino de obraje viejo y no nos dimos cuenta la cantidad de kilómetros que hicimos”, expresó Paola, que en ese entonces tenía 12 años. Fue ya metidos en medio de la densa selva que deciden regresar al campamento en búsqueda de un machete para cortar la liana. “Decidimos volver todos juntos porque sabíamos que podía ser peligroso por los bichos del monte, sólo que Andrea se nos adelantó. Cuando llegamos al campamento, mi mamá me preguntó por ella y comenzamos a buscarla”, dijo y continúo: “Creímos que era una más de sus travesuras, que se había escondido”. Para encontrarla, “dimos vuelta el campamento y nunca la encontramos, quedó esa desesperación en el corazón hasta hoy”, lamentó y afirmó: “Es un dolor inexplicable”. “Yo soy la mayor de las mujeres, es llegar y ver a todos tus hermanos, y siempre está esa sensación de que falta una. Ese dolor se lleva siempre en el corazón”, recalcó Paola con los ojos entre sollozos. Desde ese momento algo cambió para siempre, la ausencia y la falta de respuestas calan en el corazón. Fueron días de intensa búsqueda bajo lluvia en plena reserva de biósfera. La familia, junto a las distintas fuerzas y organismos intervinientes, la buscaron en el monte por seis meses y luego durante 13 años, período en el que hubo muchas situaciones frustrantes. Pausa en la búsqueda En medio de extensos años de búsqueda adoptaron a una niña y después de tanto andar, al no tener acompañamiento internacional para investigar una pista en Brasil, recibir amenazas y el nacimiento de un hijo con discapacidad, hicieron una pausa en la búsqueda sin olvidar lo sucedido un solo día. “Para mí es imposible no emocionarme, cada vez que habló del caso de Andrea es una mezcla de dolor y esperanza de que por medio de los medios pueda llegar a mi hija, que sepa que tiene una familia que la espera todos los días”, expresó a este medio Ramona Bogarín, madre de Andrea. En esa línea, entre la impotencia y la bronca, reclamó que en su momento no recibió la asistencia necesaria del Juzgado de Eldorado que intervino en el caso para seguir una única pista en Brasil que apuntó a un cazador, conocido como ‘Elio Yora’, quien aseguran es el secuestrador de la niña. Cobertura periodìstica de El Territorio , durante los grandes operativos. “Desde aquel mediodía, yo sé muy bien que fue un cazador brasilero que secuestró a mi hija, lo digo con nombre y apellido: Elio Yora. Era la única persona extraña que estaba en el lugar. Hay testigos que la vieron con él tomando un helado, en Brasil. Ella lloraba mucho y estaba vestida como la vimos por última vez”, apuntó Bogarín sobre una pista que hace pocos años se perdió luego de que el sospechoso regresó al lugar donde residía en Brasil y fue hostigado por los vecinos. “Él fue apedreado porque todos saben lo que hizo. Nos dijeron que él dijo que nos había regresado a nuestra hija y que le habíamos pagado mucha plata. Eso no es verdad. Se fue de ese lugar y perdimos la pista”, señaló la progenitora. Con esa información, la familia apunta a que su hija fue víctima de trata de personas: “Yo creo que Yora entregó a nuestra hija a otra gente, la vendió. Sospecho que puede estar en Brasil o Paraguay con una red de trata. Hoy me gustaría mucho retomar la investigación, sólo que no sé dónde puedo encontrar ayuda”. En ese marco, manifestó con angustia que “ojalá la Justicia brasileña tomara cartas en el asunto e investigue”, añadiendo un pedido directo al presunto secuestrador. “Le pido a ese tipo que se anime a hablar, que me diga que pasó y dónde está Andrea. No tengo intención de hacerle daño, si hoy viene y me cuenta qué pasó, yo le perdono y que lo demás se encargue la Justicia”, manifestó llevando la mano al corazón. Ese día jamás sale de la memoria de su madre y hermanas. Por un lado, por ser el último día que recuerdan haberla visto sonreír, y por otro por tratarse de una jornada que terminó en desesperación, angustia, tristeza y un dolor que no disminuye pese a los años. “Yo la recuerdo a Andrea sonriente, ese día ella estaba muy contenta de ir a visitar a su padre, como lo hacíamos todos los años en vacaciones. Habíamos jugado en el agua, a ella le encantaba, sólo que después ocurrió esa tragedia”, recordaron. Con semblantes tristes, Ramona, Andrea y Florencia se conmueven al ver la ropa, los zapatos colegiales, una gomita para el cabello, las notas periodísticas y un identikit de Andrea. Objetos que atesoran, aferrados a la esperanza de un día “verla llegar en una Navidad. Que por un milagro de Dios, toquen el portón y veas ese semblante, el que no se olvida. Esa esperanza de que ella está viva es muy fuerte y el deseo es que la vida nos sorprenda”, concluyó sin lograr contener las lágrimas Paola. Compartí esta nota:

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