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  • Astrónomos captan por primera vez el momento en que un planeta emerge de una estrella

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 15/06/2025 00:37

    El disco de la joven estrella presenta un anillo oscuro y brazos que emanan de su centro, lo que indica que allí se está formando un planeta recién nacido. (Crédito de la imagen: ESO/C. Ginski et al.) La imagen parece sacada de una pintura abstracta: una estructura en forma de ojo, con un anillo brillante rodeando un vacío oscuro, atravesado por brazos espirales que giran desde el centro como remolinos de luz y materia. Pero no es arte. Es ciencia. Esa formación cósmica captada por el Very Large Telescope (VLT) del Observatorio Europeo Austral (ESO) en Chile representa uno de los momentos más fascinantes y raros de la evolución planetaria: el nacimiento de un planeta gigante en tiempo real. Lo que se observó podría convertirse en un hito para la astronomía moderna. Según un equipo internacional dirigido por la Universidad de Galway, se trata de un sistema en plena gestación que se ajusta con precisión milimétrica a lo que predecían los modelos teóricos. La estrella joven, catalogada como 2MASSJ16120668-3010270 —abreviada como 2MASSJ1612—, se encuentra a unos 430 años luz de la Tierra. El disco observado alrededor de 2MASSJ1612 se extiende 130 veces la distancia entre la Tierra y el Sol y presenta anillos y brazos espirales Es una estrella de reciente formación, y alrededor de ella orbita un disco de gas y polvo que brilla con intensidad cuando se observa en luz infrarroja cercana. Dentro de ese disco, los investigadores identificaron una estructura nunca antes vista con tal nivel de detalle: un anillo brillante que rodea una cavidad central, brazos espirales que emergen desde el interior y un vacío en el disco que sugiere que algo está alterando su forma. “Hablamos de un planeta bastante masivo, probablemente varias veces la masa de Júpiter”, explicó Christian Ginski, astrofísico de la Universidad de Galway y líder del estudio. “Abarca un vacío a medida que orbita porque el material cae sobre él. Casi se podría pensar en el planeta como una aspiradora que absorbe todo el polvo”. Para los científicos, esta imagen constituye uno de los pocos casos en los que puede observarse la fase inicial de un planeta. Aunque hoy se conocen miles de exoplanetas en otras estrellas, la mayoría fueron detectados cuando ya estaban completamente formados. “Básicamente, observamos la comida después de que esté completamente cocinada”, señaló Ginski. Lo que encontraron ahora es una especie de “cocina cósmica”, donde los ingredientes se están mezclando y transformando. La estructura descubierta podría revelar por primera vez un planeta gigante gaseoso en formación con una masa varias veces mayor que la de Júpiter El disco que rodea a 2MASSJ1612 se extiende hasta unas 130 unidades astronómicas, el equivalente a 130 veces la distancia entre la Tierra y el Sol. En su interior se abre una cavidad de 50 unidades astronómicas, con brazos espirales que giran hacia fuera, moldeados por la gravedad del objeto en formación. Según los astrónomos, esta estructura se asemeja a las ondas que se forman cuando se lanza una piedra en un estanque. “La piedra perturba el agua, emitiendo ondas, algo similar a lo que hace el planeta en el disco. Ahora imaginen la piedra saltando sobre el agua en lugar de simplemente sumergirse. El resultado son patrones de ondas cada vez más complejos. En el disco, donde el planeta orbita la estrella, esto finalmente conduce a la formación de estos patrones espirales”, detalló Ginski. Un laboratorio natural en acción La importancia del hallazgo no radica solo en la estética de la imagen o en su rareza, sino en su valor científico. La detección simultánea de un anillo esculpido y de brazos espirales en una misma formación coincide con los modelos teóricos sobre cómo un planeta naciente debería modificar el disco del que proviene. El objeto en gestación abre un vacío en el disco mientras orbita la estrella y absorbe polvo como si fuera una aspiradora cósmica (NASA/ESA/CSA) “Rara vez se encuentra un sistema con anillos y brazos espirales en una configuración que se ajuste casi a la perfección a las predicciones teóricas sobre cómo un planeta en formación debería dar forma a su disco progenitor”, afirmó Ginski. Esa coincidencia convierte a este sistema en un candidato ideal para profundizar en la comprensión de cómo se forman los planetas gigantes y qué condiciones son necesarias para que eso ocurra. El equipo de investigación publicó el estudio en la revista internacional Astronomy & Astrophysics, luego de haber presentado los resultados preliminares en la base de datos arXiv. En él, describen que el disco estelar presenta no solo signos estructurales de formación planetaria, sino también indicios de posible emisión atmosférica del objeto, lo que permitiría en un futuro caracterizar su composición. De confirmarse, sería uno de los primeros planetas jóvenes observados con una imagen directa durante su fase de crecimiento. La estructura interior del disco, con un radio de 40 unidades astronómicas, tiene un tamaño suficiente para englobar a todos los planetas de nuestro sistema solar. En ese espacio aparentemente hueco es donde se acumula la materia que el objeto en formación arrastra hacia sí. El sistema será observado con el Telescopio Espacial James Webb para intentar obtener una imagen directa del planeta en etapa inicial (NASA) Para corroborar estas observaciones, el equipo ya aseguró tiempo de observación en el Telescopio Espacial James Webb, cuya sensibilidad sin precedentes podría ofrecer una imagen directa del planeta. Si los datos del Webb confirman la presencia de un objeto en el centro de la cavidad, se abriría una nueva etapa para el estudio de discos protoplanetarios. El sistema se convertiría en un laboratorio natural de referencia para analizar las interacciones entre discos y planetas. Según los expertos, este tipo de interacciones son fundamentales para entender la diversidad de sistemas solares observados en la galaxia y el modo en que se configuró el nuestro. “Esto nos hace pensar que podemos predecir qué tipo de planeta hay en este disco, y creemos que debería ser uno del que realmente podamos obtener una imagen con el equipo adecuado”, subrayó Ginski. Y no está solo. Junto a él, un equipo de astrónomos y estudiantes de posgrado de la Universidad de Galway participó activamente en el desarrollo del análisis. Chloe Lawlor, doctoranda en Física con orientación en Astrofísica, definió su experiencia como “una introducción perfecta a la escritura científica y la colaboración”. Jake Byrne, estudiante de maestría, agregó: “Es un momento emocionante para participar en la teoría de la formación planetaria en la Universidad de Galway”. Una generación que mira el origen de los mundos La cavidad central del disco mide 40 unidades astronómicas de radio y es lo bastante grande como para contener todos los planetas del sistema solar El hallazgo no solo involucra a investigadores con experiencia, sino también a jóvenes que están comenzando su carrera científica. Dan McLachlan, otro estudiante de maestría, lo resumió así: “Fue una experiencia emocionante realizar mi primera contribución a una publicación astrofísica y estoy muy agradecido por la oportunidad que me brindó formar parte del grupo de investigación del doctor Ginski”. Esa dimensión humana de la ciencia, en la que la formación de nuevos investigadores ocurre al mismo tiempo que se descubren nuevos mundos, le da un valor adicional al hallazgo. El disco observado por el VLT fue destacado por el Observatorio Europeo Austral como la imagen astronómica de la semana. No es un gesto menor. El ESO es la organización astronómica internacional más importante del mundo, y su selección destaca la relevancia visual y científica del sistema detectado. El propio Ginski reconoció que se sintió “como un niño en la mañana de Navidad” al ver por primera vez las imágenes obtenidas con luz infrarroja cercana. Su entusiasmo refleja el potencial de este descubrimiento: una oportunidad única para observar el nacimiento de un planeta tal como se espera que haya ocurrido con Júpiter o Saturno hace más de 4.500 millones de años. Cuatro estudiantes de posgrado participaron en el análisis del disco estelar junto al astrofísico Christian Ginski en un estudio colaborativo global Más allá de las imágenes espectaculares, el estudio confirma que los avances tecnológicos actuales permiten ir más allá de la simple detección de exoplanetas. Ahora es posible estudiar cómo nacen, cómo interactúan con su entorno y qué señales dejan a su paso. Eso acerca a los científicos a una comprensión más detallada de los mecanismos que rigen la evolución de los sistemas planetarios. Según Ginski, detectar estructuras como estas representa “un paso más hacia la comprensión de la formación de los planetas en general y de cómo pudo formarse nuestro sistema solar en el pasado remoto”. Con la mirada puesta en los próximos datos del Telescopio James Webb, el equipo internacional espera no solo confirmar la presencia del planeta, sino también utilizar este sistema como plataforma de estudio para los próximos años. Si la hipótesis resulta cierta, se habrá logrado algo que hasta hace pocos años era casi imposible: ver un planeta cuando todavía se está formando, dentro del mismo disco que lo alimenta. La imagen no solo revela el origen de un nuevo mundo, también ofrece una ventana directa al pasado de nuestro propio sistema solar. En la historia de la astronomía, no son muchas las veces que se puede decir eso.

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