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  • “Hoy entiendo a mi papá”: la joven que nació en una familia de barrenderos y viaja cuatro horas diarias para limpiar las calles porteñas

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 14/06/2025 04:37

    Mayra en plena tarea en la previa al partido de la Selección, en intermediaciones del Monumental (Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana) Mayra Castillo acomoda su uniforme, se ajusta los guantes y se prepara para empezar el día. Es viernes y le asignaron algunas calles del barrio de Belgrano. Acaba de llegar a la base desde donde saldrá a recorrer la ciudad. El viaje desde su casa, en Rafael Castillo, partido de La Matanza, le llevó casi dos horas. Ya está acostumbrada: el trayecto largo es parte de su rutina, como también lo es el gusto por lo que hace. “Es un trabajo cansador. Ahora entiendo a mi papá”, dice, mientras sonríe. Carlos es barrendero y Victoria, su mamá, también. Se crio entre escobas y bolsas negras, en una familia que aprendió a valorar el esfuerzo detrás de cada vereda limpia. Aunque el trabajo es exigente, Mayra lo asume con compromiso y alegría. Hace unos días vivió una experiencia distinta: le tocó limpiar la zona del estadio Monumental el día que la Selección argentina empató en un gol con su par de Colombia. Fue su primer operativo en un evento masivo. “Había muchísimas botellas plásticas tiradas, latas de cerveza, de gaseosa... no lo podía creer”, recuerda sobre la jornada que coincidió con el resultado que dejó tambaleando a Colombia para su ingreso al próximo Mundial. El 14 de junio se conmemora en Argentina el Día Nacional del Barrendero y la Barrendera. En la Ciudad de Buenos Aires, más de 2.500 trabajadores y trabajadoras salen cada día a barrer, levantar residuos y dejar las calles en condiciones. “Barremos y levantamos todo lo que encontramos. Lo dejamos en el carro, lo embolsamos y después lo tiramos en los contenedores”, explica Mayra, con la naturalidad de quien sabe que su tarea, aunque muchas veces pase inadvertida, es esencial para que la ciudad funcione. Mayra y su mamá, Victoria Herencia familiar Todos los días, Mayra se levanta temprano para atender las necesidades de su hija de tres años, deja todo organizado en casa y emprende el camino al trabajo, un viaje que demanda tres colectivos. El primero es el 242, que toma en Rafael Castillo, en La Matanza, y la lleva hasta Liniers. Allí la espera su madre, con quien comparte el resto del trayecto: suben al 117 rumbo a Puente Saavedra y luego al 59, que las deja cerca de la base operativa de Higiene Urbana, en Belgrano. Desde ese punto, Mayra parte hacia su ruta asignada, que puede incluir calles de Belgrano, Núñez o, en ocasiones, Recoleta. Ya se acostumbró al ritmo, al trayecto extenso y a la rutina diaria. Dice que le gusta lo que hace. Hasta diciembre de 2024, su vida laboral transcurría como emprendedora: vendía ropa en su barrio y se las ingeniaba para cuidar a su hija al mismo tiempo. Pero cuando se abrió una vacante en Cliba —la empresa de limpieza donde trabaja su madre, Victoria, desde hace 15 años— no lo dudó. También su padre, Carlos, es barrendero: lleva tres décadas en el oficio y trabaja en la zona de Caballito. “Mi familia viene de barrenderos”, dice Mayra, con una mezcla de orgullo y naturalidad. Ese encuentro con su madre, justo antes de iniciar la jornada, se volvió parte de una rutina compartida que valora especialmente. “Cuando era chica, a mi papá lo veía poco. Hacía turno tarde, volvía cansado, comía algo y se iba a dormir. No hablaba mucho del trabajo, pero en mi infancia no entendía por qué pasaba eso. Hoy, vivo en carne propia esa experiencia”, admite, con la voz cargada de emoción. Mayra junto a sus compañeros de cuadrilla (Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana) A los 27 años, Mayra combina su rol de trabajadora con el de madre de Jana, su hija de tres. “Antes de entrar a Higiene Urbana, vendía ropa y me las rebuscaba con pequeños emprendimientos que me permitían estar más tiempo en casa”, cuenta. Hoy, el desafío es organizarse para que su pareja —también empleado en el sector de limpieza— se haga cargo de la nena mientras ella cumple su turno por la tarde. Hace apenas unos días, vivió su primer operativo en un evento masivo: el partido entre la selección argentina y Colombia en el estadio Monumental, cuyo empate dejó a los colombianos con las ganas de cerrar su pasaje directo al próximo Mundial. “Cuando se trata de estos operativos, se barre toda la calle de punta a punta”, explica sobre ese tipo de jornadas agitadas, en las que la multitud deja un rastro de botellas, papeles y basura por todas partes. Aquella noche trabajó desde las 4 de la tarde hasta las 10 de la noche, recorriendo veredas, cordones y calzadas con su escoba, pala y carrito. En otoño, con las veredas cubiertas de hojas secas y las lluvias que arrastran todo hacia los sumideros, el trabajo se vuelve aún más exigente. Hay días en que no alcanza el tiempo para completar las cuadras asignadas. “Algunos vecinos se quejan porque no ven al barrendero, pero no siempre se llega a todas las calles”, explica. Aun así, valora los gestos de quienes la saludan y le agradecen. Son pequeñas muestras de reconocimiento que hacen la diferencia en una tarea que muchas veces pasa desapercibida. Mayra en plena tarea (Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana) En ese sentido, pide: “Es importante que los vecinos estacionen a 20 centímetros del cordón, para poder limpiar, y saquen la basura entre las 19:00 y las 21:00, eso nos ayudan mucho. Y también que metan la basura dentro del contenedor. No al costado”. Aunque lleva pocos meses en el oficio, Mayra se adaptó rápido. Dice que la zona le gusta, que la rutina no la pesa tanto. Pero lo más fuerte, lo más simbólico, es ese lazo que la une con sus padres, ese linaje de trabajo silencioso que mantiene la ciudad limpia mientras los demás duermen, miran al piso o simplemente no se dan cuenta. El Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana tiene a su cargo la limpieza de las calles porteñas. De lunes a sábado, más de 24 mil cuadras son barridas en las 15 comunas de la ciudad. Todas reciben al menos una pasada diaria, aunque en zonas de alto tránsito —como centros turísticos, de transbordo o corredores gastronómicos— puede haber barrido doble o nocturno. Durante el otoño y el invierno, épocas de vientos fuertes o ante alertas meteorológicas, el servicio se refuerza con personal adicional. La caída de hojas puede obstruir los desagües, por lo que se intensifican los operativos para garantizar el correcto funcionamiento de los sumideros y prevenir anegamientos. Mayra junto a sus compañeros de trabajo, en la previa del partido Argentina- Colombia (Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana) Una labor esencial que aún busca su reconocimiento El reconocimiento de esta fecha fue fruto de una construcción colectiva, impulsada por la CGT y organizaciones del sector, que durante años exigieron el reconocimiento de una tarea esencial pero invisibilizada. La pandemia de COVID-19 expuso con crudeza el rol que cumplen estos trabajadores: mientras gran parte de la población permanecía en sus casas, ellos seguían en las calles, con recursos limitados y altos niveles de exposición al virus, asegurando la higiene en un momento crítico para la salud pública. Cuando hay recitales, partidos de fútbol o eventos multitudinarios, la Ciudad de Buenos Aires despliega operativos especiales de limpieza en la vía pública. “Cuando hay recitales, partidos o eventos multitudinarios, como los que se organizan en grandes estadios, la Ciudad despliega operativos especiales de limpieza en vía pública. En el caso de un partido fútbol, la intervención se organiza en tres fases: antes, se realiza un repaso general de limpieza en los alrededores del estadio, con recolección de basura, residuos voluminosos y escombros, y el vaciado de contenedores. Durante: además del barrido, se colabora con el operativo de seguridad, y se ponen contenedores de basura a disposición si es necesario, por ejemplo para los residuos que producen los puestos de comida ambulante o food trucks. Al terminar, se refuerza la limpieza con barrido manual, lavado e higienización de contenedores para dejar la zona en óptimas condiciones, tal como se encontraba antes del evento”, detallan desde el Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana de la ciudad de Buenos Aires. Fuera de los operativos especiales, el mantenimiento diario de la limpieza también requiere del compromiso de los vecinos. Desde la forma en que se estacionan los autos hasta el modo en que se deposita la basura influye directamente en el trabajo de los trabajadores de higiene. “Una distancia adecuada del cordón y de los contenedores facilita la tarea”, aseguran. También es importante “que los frentistas barran sus veredas, que las hojas secas no queden sueltas en la calle y que la basura se coloque dentro de los contenedores”. En los edificios, los encargados deben realizar el lavado y barrido en el horario estipulado, entre las 22:00 y las 9:00 horas.

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