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Concordia » Diario Junio
Fecha: 13/06/2025 10:50
Sí, cuesta caro. No solo en dinero (que de seguro regula todo lo demás), sino en tiempo, en salud, en oportunidades. Cuesta caro el día a día, en cada decisión, en cada sacrificio, etc. La pobreza no es solo falta de recursos. Es pagar más por menos. Es tener que comprar comida en pequeñas cantidades porque no alcanza para surtir la despensa del mes. Es pagar más por productos en el almacén de la esquina (que muchas veces son los que nos terminan fiando) porque no tenemos plata para ir a comprar en supermercados con precios bajos, el cual no podemos aprovechar los descuentos por falta de dinero, transporte o tiempo. Ser pobre es no tener crédito, o tener uno que te cobra intereses imposibles. Es pedir prestado sabiendo que vas a pagar el doble o el triple, y que muchas veces acuden a estos préstamos usurarios para poder pagar los servicios. Es vivir al día, sabiendo que un gasto inesperado puede ser una tragedia. Ser pobre también es tener que trabajar mucho más para ganar menos. Es pasar horas arriba de algún transporte (según donde vivas) porque no podes vivir cerca de donde trabajas. Es aceptar empleos mal pagados porque no hay opción, porque el lujo de decir “no” no te lo puedes permitir. Es enfermarte y no ir al médico porque no puedes pagar la consulta,y a veces ni siquiera ir a un hospital público porque no podes faltar al trabajo. Es vivir en lugares con agua contaminada, con calles sin luz, con escuelas en mal estado edilicios. Es vivir sabiendo que tus hijos, por más talento que tengan, tendrán que luchar el doble para llegar a donde otros llegaron con la mitad del esfuerzo. Y lo peor: ser pobre es cargar con la culpa de un sistema que te falla y después te señala. Es escuchar que “el que quiere, puede”, mientras tú haces malabares para sobrevivir. Es que digan que “el pobre es pobre porque quiere”, por ignorante, cuando en realidad estás atrapado en una rueda que gira sin darte tregua. Hoy, al decir que ser pobre es caro, no es victimizar, es visibilizar. Estoy denunciando un sistema económico que castiga al que menos tiene y premia al que más puede acumular (y muchas veces a costilla del pobre y de sus influencias con los gobiernos de turno para recibir favores impositivos) Estoy pidiendo justicia, no caridad. Porque un país justo no es el que crea más millonarios, sino el que permite que nadie tenga que elegir entre comer, pagar los servicios o un alquiler. Que nadie tenga que decidir entre estudiar o trabajar desde los 12 años. Que nadie sea condenado a la marginalidad social por el solo hecho de nacer pobre y no portar un apellido decoroso de las altas esferas sociales. Hoy muchos alzamos la voz para decir ¡basta! Basta de normalizar la pobreza como si fuera una elección. Basta de ignorar que el verdadero lujo en muchos hogares no es un viaje, un auto o tener mucha “guita”: es tener tiempo, salud y tranquilidad. Autor: Horacio Barboza, profesor de Ciencias Políticas de nivel Secundario
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