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Parana » Paginajudicial
Fecha: 12/06/2025 23:10
El ministro suma al catálogo de críticos al Colegio de la Abogacía. Los tropezones de una gestión cuestionada en distintos ámbitos. Federico Malvasio De la Redacción de Página Judicial Néstor Roncaglia retomó la exposición pública, de la que lo habían apartado por un tiempo por algunos excesos. La reincorporación a la vidriera parece mostrar que la penitencia no hizo efecto. En la semana del Día del Periodista protagonizó un hecho aberrante para la comunidad periodística. Difundió en el sitio oficial el domicilio de un trabajador de prensa con el que tuvo un entripado. La iniciativa -de carácter intimidante- mereció la reacción de colegas de diferentes medios que difundió una solicitada en repudio. El contexto es el que provee Javier Milei por estos días: odiar más a periodistas. Periodistas cruzaron al gobierno por acto intimidatorio a su actividad Luego de la solicitada, el hombre fuerte de la seguridad entrerriana redobló la apuesta con un posteo en el que se mostraba hablándole a su perro Bruno, aunque sin nombrar a los periodistas firmantes, de una hijaputez. Ese posteo desapareció. El ministro de Seguridad y Justicia sumó en las últimas horas la reacción de un instituto del Colegio de la Abogacía de Entre Ríos. El del Derecho Penal, Procesal Penal y Criminología, que expresó “su profunda preocupación y enérgico rechazo” ante las declaraciones públicas realizadas por Roncaglia, quien afirmó que profesionales del derecho (en el marco de visitas a establecimientos penitenciarios) estarían involucrados en el ingreso ilícito de teléfonos celulares a personas privadas de libertad. Para los abogados se trata de declaraciones “carentes de sustento fáctico y prueba alguna, resultan infundadas y temerarias, y constituyen un agravio al ejercicio digno y ético de la abogacía”. Pero además le recuerdan que en su carácter de funcionario público tiene el deber legal de formular la correspondiente denuncia cuando toma conocimiento de hechos presuntamente delictivos, y no recurrir a medios de comunicación o redes sociales para realizar imputaciones generalizadas. Roncaglia podría tomar esto como una ofrenda. Ama a los medios. Los abogados -en su comunicado- se empeñan en explicar cuestiones básicas como que “el acceso de los abogados y abogadas a sus defendidos es una garantía constitucional que no puede ser limitada ni puesta en duda a través de declaraciones públicas sin sustento” y que cualquier conducta contraria a la ley debe ser individualizada, denunciada y probada ante las autoridades judiciales competentes”. Roncaglia es abogado, esto seguramente le haya parecido una redundancia. En el plano de la seguridad, su fuerte, el ministro comenzó la gestión con la muerte de Ariel Goyeneche en un episodio en el que las pruebas no dejan dudas de la culpabilidad de la Policía, la fuerza que conduce. El 27 de febrero pasado, Guillermo Ramírez estaba en la plaza de Villa Libertador San Martín cuando la Policía frenó y lo acusó de hacer exhibicionismo solo por estar sin remera. El joven fue golpeado y luego falleció. Sobre el ministro recae la gestión judicial. En este aspecto, el Gobierno ha demostrado no tener un horizonte. Una serie de reformas, como las del Código Procesal Penal o el Consejo de la Magistratura, navegan sobre la crítica y el rechazo de mayorías en la población tribunalicia. Hace dos semanas renunció el secretario de Justicia, Martín Acevedo Miño, sin reemplazo por ahora. Esa área es inexistente. El ministro de Gobierno, Manuel Troncoso, se convirtió en el receptor de todo esos entuertos. Los excesos de Roncaglia, esto es hablar de más, le han hecho acumular inconvenientes. Como con los abogados. Quizás se esté imaginando una candidatura apadrinada por Patricia Bullrich con el objetivo de que el Presidente no lo impugne. Parece estar haciendo los deberes.
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