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» Sin Mordaza
Fecha: 12/06/2025 11:52
Rosario Central está revolucionado desde la llegada de Ángel Di María. Como muestra de agradecimiento y orgullo por su trayectoria, la entidad publicó un posteo hace unos instantes para repasar cómo fueron los inicios de la estrella del fútbol mundial en Arroyito. La historia del Fideo en el Canalla En el verano de 1995, un nene oriundo de la calle Perdriel que estaba por cumplir apenas 7 años, llegaba a Rosario Central con el anhelo de poder vestir la camiseta del club de sus amores en la Primera División. Se trataba de un joven Angelito que jugaba con sus amigos en un terreno que había cerca de su casa, en el que dos piedras oficiaban de arco y la pelota era el objeto más preciado y la fuente de muchos sueños. Justamente la pelota, o más bien 26 de ellas, fueron el medio que le permitieron pasar de El Torito al Canalla. Es que, según cuenta la leyenda, esa cantidad de balones hicieron posible el acuerdo que se selló entre ambas instituciones de la ciudad en el año 1994. Fue el 10 de febrero de 1995 el día en el que se concretó su fichaje y comenzó a escribirse la historia de Ángel Di María en Central. Primero pasó por todas las categorías de fútbol infantil y, en 2002, llegó a las inferiores de AFA. “Ángel era un chico humilde, que le encantaba jugar al futbol y divertirse, de la categoría era el más rápido con una calidad impresionante. Siempre estuvo remándola, nadie le regaló nada. Nunca me voy a olvidar que íbamos juntos a la escuela y a veces, cuando no nos podían llevar nuestros viejos, como vivíamos cerca nos llegábamos a la práctica en bicicleta hasta la Ciudad Deportiva y volvíamos juntos. O si no, cuando el padre terminaba el reparto, nos buscaba. Era una familia humilde y trataba de hacer lo posible para que no se pierda ni una práctica y así lo tuvieran en cuenta en los partidos”, contó Matías Villarreal, hoy utilero de la Reserva del conjunto de Arroyito y compañero de Ángel en inferiores y en la escuela primaria, en una serie de testimonios que recopiló el Sitio Oficial del en la entidad en la previa del Mundial 2014. “Compartí muchos años de mi carrera, muchos viajes juntos, y muchas vivencias compartidas, ya que todos los sábados nos juntábamos las familias a cenar, un sábado en cada casa, junto con la familia de otros dos compañeros más. Como jugador, es y era muy rápido, antes sacaba muchísima diferencia con la velocidad. Es un gran ejemplo de resiliencia tanto en su vida personal como en lo futbolístico. Pasó por muchas situaciones por las que cualquier otro jugador hubiese dejado. Por eso, cada vez que hablo de él, lo hago con mucho orgullo. Sé lo que le costó a él y a su familia lograr todo”, agregó Maximiliano Gómez, compañero de la categoría 1988 en el Baby y actualmente futbolista de la liga de Bolivia. En 2002, Di María integró la novena división de AFA y, apenas tres años más tarde, ya era parte del plantel profesional, logrando debutar el 14 de diciembre de 2005 ante Independiente. El partido se disputó en condición de visitante y terminó empatado 2 a 2. “Es un chico muy agradable para charlar y reírnos un rato y como vivía cerca de mi casa, generalmente después del entrenamiento lo llevaba en el auto. Siempre tuvimos una muy buena relación. Me acuerdo de un flaco zurdo que le gustaba gambetear, que uno siempre trataba de corregirlo un poco porque él quería agarrar la pelota y gambetear en cualquier lado, entonces uno trataba de explicarle donde iba a ser más útil su gambeta. Lo que si me acuerdo bien es que él, de chico, ya quería ser jugador de fútbol, él amaba eso y tenía muchísima pasión y lo demostraba cada vez que jugaba. Estoy muy contento que una figura mundial como lo es Angelito haya vuelto al club que lo vio nacer, sé que era uno de sus objetivos terminar acá y gracias a Dios lo está cumpliendo”, detalló Alejandro Fernández, entrenador durante su etapa formativa. Asimismo, Alberto Gómez -otro de sus formadores- destacó: “Yo en ese momento era DT de la 8va división de AFA y lo veía en la división anterior (9na). Era un pibe que no tenía un buen físico, pero cuando lo metíamos en los segundos tiempos demostraba que lucía de una buena técnica. Hay que agradecer a Central que, a chicos como él, los fue formando no solo como jugador sino como persona. Les enseñó como aprender a convivir con otros compañeros que también querían estar en esas divisiones. Nosotros, por nuestra experiencia, trabajamos para educar y formarlos como futbolistas. Ángel fue creciendo y, perseverando, encontró en los entrenamientos lo que se necesitaba para triunfar”. El sueño de su infancia se hizo realidad con apenas 17 años, en Avellaneda. Casi un año más tarde, el 24 de noviembre de 2006, pudo gritar su primer gol en la máxima categoría, y fue nada menos que en el Gigante, en la victoria por 4 a 2 ante Quilmes. “Lo recuerdo, sobre todo, como un chico muy humilde, que llegaba a entrenar con su padre, que lo llevaba en su camioneta. Era un pibe que tenía muchas ganas, y que por supuesto se lo veía con muchas condiciones como para jugar en Primera División. Después ya cuando comenzó a jugar en Primera, empezó a demostrar lo que valía y ya se notaba que era un jugador que no tenía techo. Al principio recuerdo que le costó físicamente, pero siempre tuvo condiciones y un corazón muy grande que lo ayudó a afrontar situaciones complicadas dentro del campo de juego y por eso se merece todo lo que le está tocando vivir", expresó el “Rifle” Castellano en aquella recopilación previa a Brasil 2014. Tras 39 encuentros y 6 goles en el primer equipo, los caminos de Ángel y Central se separaron temporalmente, para dar lugar a otros anhelos que Fideo supo también cumplir. En este 2025, el destino volvió a unir a ambas partes y el sueño “adulto” de Di María también se hizo realizar: volver al club que lo vio nacer.
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