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» Voxpopuli
Fecha: 12/06/2025 10:00
El Gobierno del ultraderechista Javier Milei, acostumbrado a capitalizar el antagonismo con el kirchnerismo, se encuentra ahora sin su adversaria ideal en el epicentro bonaerense. «Falta mucho», repiten, pero admiten que el fallo de la Corte «trastocó los planes». Si bien el optimismo es la moneda corriente en LLA, con la creencia de que «los votos no se trasladan» automáticamente a otra figura peronista, la realidad territorial bonaerense es mucho más compleja y expone las carencias estructurales de un espacio político forjado más en la figura de un líder carismático que en un entramado territorial sólido. La ausencia de Cristina Kirchner del escenario electoral bonaerense obliga a LLA a una tarea titánica: la búsqueda desesperada de candidatos «puros» que puedan encabezar listas competitivas en las ocho secciones electorales de la provincia. La confesión de un alto dirigente es lapidaria: «El único problema, ahora, es que todos van a estar todos atentos a la totalidad de las secciones y no sólo a la tercera», en referencia a la sección electoral más populosa y tradicionalmente kirchnerista. Aquí es donde la debilidad del armado político libertario se hace más evidente. Para suplir esta escasez de figuras, el Gobierno de Milei se ve «obligado a acudir, más que nunca, al PRO», un partido que, según algunos «violetas», tiene no solo más cantidad, sino también «idoneidad». Las reuniones entre el armador de Karina Milei, Sebastián Pareja, y el jefe amarillo en el distrito, Cristian Ritondo, son una clara señal de esta necesidad. Sin embargo, en el propio oficialismo bonaerense, existen «pruritos» con la idea de ceder demasiado poder a los aliados, sobre todo en el entorno de la Secretaria General de la Presidencia, que es reacio a cualquier «equilibrio de poder» que pueda diluir la «pureza» libertaria. La estrategia electoral del Gobierno ha sido, hasta ahora, fuertemente centralizada en la figura de Milei y en un discurso confrontativo y desestructurado. Pero la política territorial, especialmente en la Provincia de Buenos Aires, exige algo más que carisma y bravuconadas en redes sociales: requiere un armado político capilar, con figuras locales reconocibles y un trabajo de base sostenido, algo que a LLA claramente le falta. La inhabilitación de CFK obligó a la cúpula libertaria a «barajar y dar de nuevo». Los nombres que sonaban para enfrentar a la expresidenta, como el secretario de Culto Nahuel Sotelo, el legislador Agustín Romo, o incluso el joven «amigo del Presidente» Iñaki Gutiérrez (a quien Milei «quiere como si fuera un hijo»), evidencian la limitada cantera de figuras con proyección electoral y experiencia territorial dentro del partido. Esta situación subraya una tensión interna en el libertarismo: la necesidad de tejer alianzas y nutrirse de estructuras partidarias preexistentes choca con la aspiración de mantener una «pureza» ideológica y un control total sobre el armado. La falta de cuadros propios y la dependencia de figuras externas o de perfiles sin trayectoria política consolidada, exponen la fragilidad de un movimiento que creció exponencialmente en poco tiempo, pero que aún no ha logrado construir la musculatura política necesaria para sostenerse por sí mismo en todos los frentes. Mientras tanto, en una curiosa pirueta política, el Gobierno procurará «no entrar en guerra total con Cristina Kirchner», admitiendo que no buscarán «humillar» a la exmandataria para «no avivar el fuego», una lección aprendida (o al menos reconocida) del macrismo. Este pragmatismo, sin embargo, contrasta con la habitual retórica confrontativa y demuestra la necesidad de adaptarse a un escenario donde la falta de figuras propias es una debilidad ineludible. La debilidad libertaria en el armado político no es solo una cuestión de nombres, sino un desafío estructural que deberán sortear si aspiran a consolidarse más allá de la figura de su líder.
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