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» TN corrientes
Fecha: 12/06/2025 04:06
Automovilismo Franco Colapinto llega al Gran Premio de Canadá con un dilema: cuidar o atacar Miércoles, 11 de junio de 2025 Al volante de un Alpine que no da confianza, el pilarense tendrá una nueva oportunidad en el trazado de Montreal Lo único que importa es: ¿qué ve hoy Flavio Briatore en Franco Colapinto? ¿La oportunidad que creía haber descubierto, al nuevo Michael Schumacher, al nuevo Alonso en potencia? ¿O un piloto del montón que no ha conseguido los resultados esperados y en el que no se puede invertir más tiempo y dinero? Voluble y polémico, Briatore ha criticado indirectamente a Franco, pero también, ayer mismo, justo previo al viaje a Canadá, le ha renovado verbalmente la confianza. ¿Qué actitud toma entonces la mente de un piloto ante las opiniones contradictorias de quien tiene que juzgarlo por una realidad de resultados muy interpretable? En medio de la incertidumbre exterior, ¿qué interpreta, cómo trabaja su psiquis o su subconsciente desde el cual toma decisiones y maneja a 300 km/h? ¿Cómo hace Colapinto para conservar e incrementar su confianza y su energía interior, que estaban ahí, plenas, tan solo ocho meses atrás? Colapinto asombró a los jefes de equipo y a sus colegas pilotos veteranos de la F1 con su alta velocidad y prometedores resultados en nueve carreras de 2024 para Williams. Cometió errores, sí, pero ninguno inhabitual en un novato exigido como lo están todos los de la F1 actual. Por ello han sufrido, por ejemplo, Liam Lawson (degradado de Red Bull a Racing Bulls) y Jack Doohan, desplazado a reserva de Alpine. El piloto argentino se pondrá en acción este fin de semana en la pista de Montreal, aquella en la que Carlos Reutemann dejó su huella, en la que debutó el sanjuanino Ricardo Zunino en 1979 con Brabham y en la que participaron también Esteban Tuero y Gastón Mazzacane. Franco llega ahí con su destino pendiente de dos factores: su propio rendimiento y la óptica que finalmente utilizará el voluble Flavio Briatore para determinar, ya sea inmediatamente después del GP de Canadá o del GP de Austria, si Franco sigue por lo menos hasta fin de año y después se verá. La cuna de lujo con sábanas bordadas que fue el equipo Williams (por el coche que le dio y la atención delicada y personalizada que tuvo) le permitió crecer o creer que había crecido. Pero el inestable, fluctuante y caprichoso Alpine A525, el enrarecido ambiente de Enstone y los garajes sombríos de Alpine en los Grandes Premios han sido el monstruo que se le apareció en sus sueños este año para dejarlo sin puntos y con escasas y maltrechas esperanzas. Si Colapinto, sorprendiendo inmediatamente después de su firme debut en Monza 2024, se puso en los tiempos de Alex Albon, logró puntos en su segunda carrera, realizó una largada de maestro en Singapur y consiguió puntos nuevamente a puro ritmo de sólido piloto en Austin, ¿por qué hoy, según periodistas británicos, no parece ser el mismo? ¿Qué ha pasado? ¿Qué le ha pasado a él? Que no tiene el mismo coche que Pierre Gasly, que el A525 es una albóndiga, que se rompe, que… ¿Hasta qué punto le condicionaron las exigencias que puso Briatore para juzgarlo después del accidente en la FP1 de Imola? Eran tajantes, no chocar, terminar carreras, cosechar puntos. Por lo visto en la clasificación y la carrera de Imola, por el desempeño en la clasificación de Mónaco y por el irregular ritmo en la carrera de Barcelona (en parte responsables los neumáticos medios), parecería que sí, que se ha cuidado. ¿Demasiado, quizás? Eso lo sabe él y no lo declara. Y se cuida de calificar con detalles la calidad de adherencia y manejabilidad de su coche. Canadá, tal vez, y Austria, con seguridad, serán dos bolas de match que el pilarense tendrá que aprovechar con buenos adelantamientos. O hace desaparecer al Colapinto cuidadoso de Imola y Mónaco y al desorientado (por la fragilidad de su auto y de los neumáticos) de Montmeló, o quedará a merced de la guadaña inmisericorde de Briatore. El coche puede ser complicado de manejar, irse de trompa en la entrada a las curvas y de cola a la salida cuando hay que acelerar. Pero Gasly lo maneja. Si Colapinto es, como él cree (o creía), un piloto con pasta de campeón, ya debería haber modificado trayectorias, puntos de frenado, progresividad de soltada del freno, reparto de la presión de frenada, regulación del freno motor y del diferencial para domar, dentro de lo posible, al rebelde potro que monta y montará. Y situarse, como lo hacía con Albon en Williams, ahí nomás, a tiro de aliento de su compañero de equipo francés. ¿Parece mucho pedir? ¿Habría que darle más tiempo? Es lo que tiene la F1 actual: aun sabiendo lo que cuesta en tiempo y dinero que un novato llegue a rendir como los pilotos ya establecidos, los equipos no dan ese tiempo de gracia, carecen de paciencia. Ahí están, candentes, los casos Lawson y Doohan. Te ascienden rápido desde la Fórmula 2 (caso Gabriel Bortoleto en Sauber, Isack Hadjar en Racing Bulls, Oliver Bearman en Haas, Andrea “Kimi” Antonelli en Mercedes, el mismo Colapinto), pero te miran serio y te ocultan un serrucho debajo de tu butaca en cuanto te acomodas en ella. O rindes muy pronto o… Y si la culpa es del equipo, lo más probable es que no lo reconozca. Todo lo que está fuera de su control, para su tranquilidad mental, ni debe considerarlo Franco. Por ejemplo, la fragilidad del auto, las decisiones de puesta a punto, estrategias y elección de neumáticos establecidas por el equipo. Su dilema es: ¿sigo de conservador o me lanzo con todo? ¿Puedo volver a mostrar la rapidez y las ambiciones de Azerbaiyán, Austin y Las Vegas? ¿Tengo la sensibilidad y la calidad de reacciones del año pasado? Quizá se lo haya preguntado y las respuestas llegarán, inexorables. Si opta por dar un golpe sobre la mesa, ¿cómo se asegura, dentro de lo razonable, de no acabar contra un paredón? ¿Cómo sabe si tiene la velocidad, la agresividad y la clarividencia justa en carrera que había mostrado en Williams? Tenía eso, obviamente al nivel de un proyecto que brillaba con luces de neón. ¿Y cómo lo recupera? Las experiencias deportivas, ya sean técnicas como emocionales, se archivan en la memoria. Mediante técnicas de visualización profundas, que seguramente Colapinto conoce de sobra, se utilizan esas experiencias y sus sensaciones para aumentar o recuperar la confianza. También para conseguir un estado de activación físico-emocional ideal, cercano a la fluencia que maximiza el resultado en cualquier práctica deportiva. ¿Ha utilizado el pilarense esos recursos para “salir a la cancha” con su mejor estado mental? ¿Han pasado los tropiezos de las últimas carreras, extraídos los aprendizajes positivos? Crípticos como son actualmente los equipos sobre cualquier dato técnico o de procesos específicos sobre sus coches, los pilotos los imitan en cuanto a comunicar sus técnicas de manejo y sus pensamientos durante la competición. Y, en última instancia, estos son producto de todo lo anterior y de esa fuerza interna, de esa fluencia o inspiración, natural o buscada, a la que eufemísticamente se denomina talento. Lo que los salva o los hunde. Calma, fuerza, inspiración y confianza. Cuatro factores que deberían pesar mucho en la maleta que Franco ha desembarcado del avión que lo ha dejado en la isla de Notre Dame. Miércoles, 11 de junio de 2025
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