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  • “Dos trenes, un tren”: un libro, una canción y toda la magia de la poesía para los más chicos

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 12/06/2025 02:44

    Ilustrar es buscar en el texto “tesoros” escondidos y trabajar con ellos, sacarles brillo, dice Sabina Schürman. Entre mi nieta Miki y yo siempre hay un viaje largo de por medio porque vivimos muy lejos una de la otra. Es un viaje lo que nos separa pero es también un viaje lo que nos une. Tal vez sea por eso que el libro del que voy a hablarte me emocione tanto. Y es posible que haya sido algo de mi propia emoción lo que alcanzó a Miki la última vez que estuvimos juntas, cuando entre los libros que le llevé de regalo incluí Dos trenes, un tren, escrito por Valeria Tentoni y Martín Armada. Lo cierto es que este libro, este juego poético y esta música (porque hay una canción a la que llegás a través de un QR) es una de las cosas que nos unen a Miki y a mí. Ella tiene un año y le gustan los libros de tapa dura, con ilustraciones luminosas y estimulantes (en este caso, las de Sabina Schürman) y también adora que le canten canciones que la hacen bailar. En nuestras charlas por zoom, esta es una de las canciones que más le canto. Hay muchos países en el medio de nuestro abrazo y también un océano que puede parecer infinito. Hay un viaje siempre pendiente entre nosotras (que no es en tren sino en avión pero que también entraña una distancia enorme y una espera llena de nostalgia) pero hay, también, complicidades. Una de ellas es este cuento que es, también, la canción que canta Valeria con su voz amorosa y cercana. Martín Armada, Valeria Tentoni y Sabina Schürman, autores e ilustradora de "Dos trenes, un tren" (Foto: Celeste Caporossi). “Cuando el libro ya estaba listo, Clara Huffmann, nuestra editora, nos propuso grabarla con el músico y productor Daniel Schnock”, cuenta Tentoni. “Fue una experiencia maravillosa, nos encerramos durante un día en el estudio y grabamos guitarra y voces. De hecho, en el coro cantamos los tres, Martín, Clara y yo. Daniel agregó instrumentos, clarinete, contrabajo, piano, flauta…“. Acá, la letra: Tengo dos trenes, un tren que se van muy lejos dos trenes, un tren entre las montañas dos trenes, un tren llevan una carta dos trenes, un tren. Tengo dos trenes, un tren que se van muy lejos dos trenes, un tren entre las montañas dos trenes, un tren llevan una carta dos trenes, un tren. Es un viaje largo pero no me importa yo estoy esperando a mi corazón. Tengo dos trenes, un tren que viene llegando dos trenes, un tren entre las montañas dos trenes, un tren trayendo una nube dos trenes, un tren. Ahora llueve mucho pero no me importa yo estoy esperando a mi corazón. Tengo dos trenes, un tren llegan muy temprano dos trenes, un tren entre las montañas dos trenes, un tren trayendo una carta dos trenes, un tren. Es un viaje largo pero no me importa yo estoy esperando a mi corazón. A mi corazón. Presentación de "Dos trenes, un tren" en la Biblioteca Macedonio Fernández de Villa Ventana, provincia de Buenos Aires. (Foto: Eduardo Tentoni) Después de haber leído el cuento en voz alta y de cantarle la canción a Miki infinidad de veces (¡qué maravilla de sentidos ofrece la palabra “tren”!), quise saber más sobre el origen del libro y del tema musical y por eso les hice algunas preguntas a los creadores. Valeria Tentoni es periodista cultural y poeta. Es editora del blog de Eterna Cadencia y autora de los libros de poemas Batalla sonora, Ajuar, Antitierra, Piedras preciosas y Pirámide, así como de los libros de relatos El sistema del silencio y Furia diamante y el breve ensayo El color favorito. Es, también, autora de los libros para chicos ¡Quién iba a decir!, Cabeza abajo y Viaje al fondo del río. Martín Armada es docente, poeta y editor general de Revista THC. Publicó los libros El estero, Ahab, Hombre sentado ahí, La gran meseta y El oro vino del cielo. — ¿Cómo surgieron la historia y las ganas de hacer juntos este libro? — Valeria: Clara, editora de Pípala con quien yo ya había trabajado mi primer libro ilustrado, me escribió para proponerme un nuevo proyecto y me pidió algún texto musical para primeras infancias. Probé ideas, nada me convencía del todo, y de repente me acordé de una cancioncita que habíamos hecho con Martín, jugando, y había quedado ahí, olvidada. La grabé con el teléfono, pésimo sonido, y se la mandé con poca fe. Enseguida la quiso, igual que con Viaje al fondo del río. Clara es una excelente editora y ve los libros antes y con mayor claridad que yo; comprende qué tiene potencial para crecer y es muy acertada en el cruce de autores e ilustradores. — ¿Qué hubo primero? ¿Melodía o letra? — Valeria: La letra y la música aparecieron en simultáneo. Y en mi muy amateur experiencia las canciones siempre surgen así, enteras. Estaba paveando con la guitarra, salió una melodía muy simple, empezamos a tirarle versos con Martín, se asentó el estribillo rápidamente y las estrofas se cerraron al final. Fue un juego, un mediodía, mientras cocinábamos; no había ninguna intención de estar haciendo una canción, mucho menos un libro. — ¿Sabina, cómo es ilustrar libros de poesía para los más chiquitos? — Cuando llegan textos como estos siempre traen consigo una emoción abrumadora. Uno puede intuir, apenas leerlo, que será un desafío de esos que generan alegrías e incomodidades por partes iguales. Los mejores poemas siempre me inquietan, quedan rebotando en mí más allá de la lectura. Esa es una buena señal. Con la poesía todo es sugerencia; rara vez hay algo concreto, algo definido y yo me debo a los colores y las formas, la materia es mi universo. Cómo se encuentran esos dos mundos es mi trabajo y es una tarea que exige de toda mi sensibilidad; hacia el lenguaje, el ritmo, los sonidos, las metáforas. Me exige imaginar más allá del texto. Me pide prestar atención a los pequeños detalles, buscar “tesoros” escondidos y trabajar con ellos, sacarles brillo. Creo que a veces ni siquiera el poeta sabe el tesoro que me entrega, con una confianza ciega de esperanza en que yo sabré cuidar su poema y darle luz. Por eso es una tarea que asumo con mucha responsabilidad. Sobre todo los libros de poesía para la infancia. Debo estar a la altura del texto poético pero, por sobre todo, a la altura de esas mentes frescas y creativas, rebosantes de imaginación. Mi propuesta no solo debe ser satisfactoria, debe ser conmovedora. En la presentación del libro, los chicos escriben y dibujan cartas para los chicos de otras presentaciones. (Foto: Eduardo Tentoni) – Les pregunto a los tres: ¿qué les leían cuando eran chicos? ¿Qué música escuchaban? – Sabina: Mi mamá nos leía (a mis hermanos y a mí) muchos cuentos de hadas. Sobre todo cuentos de los Hermanos Grimm. Música, recuerdo escuchar “Ruidos y ruiditos”. – Valeria: Mi mamá nos leía todas las noches a mi hermano y a mí adaptaciones de clásicos y antologías de cuentos breves. Música, María Elena Walsh y Pipo Pescador, pero también recuerdo de esa época las voces de Fabiana Cantilo e Hilda Lizarazu. – Martín: Mi abuelo vendía artículos escolares y algunos libros para niños, versiones baratas, muy coloridas. En ese momento no lo sabía, pero eran principalmente adaptaciones de los Hermanos Grimm y de Hans Christian Andersen. Me acuerdo sobre todo de las ilustraciones de El soldadito de plomo. Música para niños: también María Elena Walsh. Y después música popular. Folklore y cantautores latinoamericanos. – ¿Por qué consideran que es valioso que los chicos ingresen temprano a la poesía? – Valeria: La poesía sella el pacto entre la palabra y la música, y ese es un pacto que, más adelante en la vida, va a amplificar los límites de la palabra, que son también los límites del entendimiento. Mientras tanto, las rimas y las repeticiones a edades tempranas son partituras amorosas para una mente que está en pleno descubrimiento del mundo; cuando todo es nuevo, la repetición ofrece la calma y el refugio de lo conocido. – Martín: En principio porque la poesía habilita cualquier cosa: hacer, deshacer, romper, construir. Es un juego que le da plasticidad al sentido y permite que uno se apropie de una porción de verdad, lo que en definitiva pone en crisis la verdad como idea absoluta y hace posible un ejercicio más libre del pensamiento. No sé si importa tanto la poesía como fin, como objeto, tanto como la apertura de significados que sólo se pueden generar a partir de la duda. La poesía abre esa experiencia donde la curiosidad guía el proceso. – ¿Cómo es la respuesta de chicos y adultos que están teniendo? – Sabina: Esta pregunta quisiera responderla con una anécdota que llegó a mis oídos. El hijo de una librera, que había asistido a la presentación de Dos trenes, un tren y tenía el libro en su casa, no dudó en acercarse a unos clientes, que habían entrado a la librería esa tarde. Los clientes miraban libros desordenadamente sin elegir ninguno en particular, entonces el niño los abordó con el libro en la mano y les dijo “llévense éste, que es espectacular”. Yo creo que la simpleza y la ternura son armas poderosas. Este libro tiene ambas. – Martín: Me parece que la repetición y el caprichoso “dos trenes, un tren” hacen que los chicos adopten la canción y, después el texto, como un juego. En los adultos siento que pasa lo mismo o es lo que creo que nos pasa a todos los adultos si vemos a un niño jugar: queremos jugar también. Tanto quieren jugar los adultos, como dice Martín, que ahora en las presentaciones de Dos trenes, un tren canta también Sabina, cuenta Valeria. “En realidad cantan todos, porque es muy pegadiza y la letra es repetitiva, así que se aprende fácil”, dice. "Nos pasa a todos los adultos si vemos a un niño jugar: queremos jugar también", dice Martín Armada. En la foto, autores e ilustradora de "Dos trenes, un tren". Otra cosa que pasa en las presentaciones que hacen en vivo es que los chicos y las chicas se ponen a escribir cartas que se cruzan entre los participantes de una presentación a otra. La primera presentación se hizo en la biblioteca popular de Villa Ventana, en la provincia de Buenos Aires, y las cartas que se escribieron ahí fueron recibidas por los chicos de Casa Gerbera, en la presentación que se hizo luego en CABA. “Esos chicos a su vez les respondieron a los de Villa Ventana, y Sabi les llevó las respuestas en un sobre gigante (fue idea de ella, es una idea genial y terminan haciéndose amigos invisibles por correo)”, cuenta Valeria y se entiende que el proyecto es entonces seguir llevando cartas, libros y canciones a todos los rincones donde haya chicos y grandes con ganas de cantar, leer y disfrutar. *La canción “Dos trenes, un tren” se puede escuchar en Spotify en este link .

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