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» Misionesparatodos
Fecha: 11/06/2025 02:32
El politólogo sostuvo que la confirmación de la condena contra Cristina Kirchner podría resolver la interna entre el la expresidenta y Axel Kicillof en la provincia de Buenos Aires. El politólogo Gustavo Marangoni declaró que la posible confirmación de la condena contra Cristina Kirchner a seis años de prisión e inhabilitación para ejercer cargos públicos por parte de la Corte Suprema podría dirimir la interna entre la expresidenta y el gobernador bonaerense Axel Kicillof. “La exacerbación de la polarización entre kirchnerismo y La Libertad Avanza, también podría servir como aglutinante para esa unidad”, agregó en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3). Gustavo Marangoni es analista político y socio de la consultora M&R Asociados. Es licenciado en Ciencia Política, graduado en la Universidad del Salvador, con posgrados en Economía y Comercio Exterior, un máster en Relaciones Internacionales en FLACSO y un doctorado en Ciencia Política en la Universidad Católica. Fue presidente del Banco Provincia (2011-2015). Pocas personas conocen la provincia de Buenos Aires como vos. ¿Hay una demolición del peronismo? ¿El peronismo se va a reconstruir a partir de la posible prisión de Cristina Kirchner? El peronismo está en un estado de fragmentación a nivel nacional. Yo diría que el kirchnerismo hegemoniza el AMBA, la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano. Pero más allá, lo que se encuentra son fragmentos. Lo mismo pasa con casi todo el arco político, por lo menos el que tradicionalmente gobernó la Argentina en las últimas dos décadas. De alguna manera, la pregunta es si este estado de fragmentación —que no incluye un fuerte estado de deliberación dentro del peronismo y dentro de esas fuerzas a las que hacía referencia— es el principal capital con el que cuenta Javier Milei para consolidar su centralidad política. En todo caso, la pregunta también es si este fenómeno de descomposición, no solo del sistema político en la Argentina sino del sistema de poder, es algo que seguirá sumando postales y convertirá a la Argentina en una suerte de archipiélago de pedazos, sobre los que el presidente, en caso de tener suerte electoral en octubre, busque conformar y consolidar algo diferente y nuevo que dé lugar a un “mileismo”. ¿El PRO se acabó? Sí, por supuesto. Desde el punto de vista de que ha perdido en su lugar fundacional. Vamos a definirlo con las palabras de Sebastián Pareja, el armador de La Libertad Avanza en la provincia de Buenos Aires, cuando decía: “Los dirigentes del PRO están regalados”. A confesión de parte… Creo que el primero que se disolvió fue Juntos por el Cambio, el mismo día de la primaria del 2023. Luego, el PRO entró en un estado de “pollitos en fuga”, del amarillo al violeta, y luego fue absorbido en la provincia de Buenos Aires. Hemos visto en las últimas horas cómo referentes de La Libertad Avanza dicen que si se suman, van con sus colores, con su marca. De ninguna manera en formato de coalición. ¿Y qué pasa con esa parte de Juntos por el Cambio que era verdaderamente republicana, de centro, lejos de la extrema derecha? ¿Se une al peronismo? ¿Queda libre? ¿Es uno de esos archipiélagos, una isla flotando en el medio del océano? Reformulando a (Gabriel) García Márquez, ese centro republicano no tiene quien le escriba. Haya pertenecido al no peronismo o pertenezca al peronismo, hace rato que los centros están debilitados. Lo que no quiere decir que sea un fenómeno permanente. Afortunadamente, la política en la Argentina y en el mundo tiene sus sístoles y sus diástoles, sus idas y vueltas. En algún momento esta situación de polarización, que prima, pasará. Obviamente uno no conoce la velocidad del fenómeno con el que se dará. Lo cierto es que hoy, en este presente concreto, es difícil. Sobre todo, porque este presente convive peculiarmente en la Argentina con el aumento de la apatía política. Lo hemos visto confirmado una vez más el domingo en Misiones, ya por séptima elección provincial consecutiva, donde hay un 15 o 20% menos de participación que la que solía haber en las legislativas. Por eso hablo de un estado de descomposición del sistema político y del sistema de poder en la Argentina. Porque tenemos apatía política, una crisis económica que, aunque ha morigerado su índice inflacionario, no deja de estar presente en la escasez de reservas, la necesidad de pedir continuamente préstamos y los niveles desiguales de la actividad económica real. Todo eso se combina con una alta polarización, con esto que se da en llamar “la batalla cultural”, pero que no se puede traducir —o por lo menos no se vislumbra aún— en un nuevo orden que garantice más previsibilidad y certidumbre a los argentinos en el mediano o largo plazo. Alejandro Gomel: Desde lo estrictamente electoral: ¿"Cristina presa" le sirve a La Libertad Avanza, le sirve al peronismo, no le sirve a ninguno? ¿Es inocuo? ¿Qué impacto puede tener? Inocuo, seguro que no. Luego, lo que podemos agregar es que creo que La Libertad Avanza, que se presenta como antikirchnerismo en su estado más extremo —con la desmesura que la caracteriza—, a priori uno diría que necesitaba a Cristina en la cancha. Si querían ponerle los clavos al cajón, si no está presente, no hay forma de ponerla en el cajón. No compite. Me imagino que, en caso de que se materialice este trascendido de que la Corte finalmente deje firme la sentencia contra Cristina, tendrían que virar el argumento y decir que será bajo su gobierno donde definitivamente Cristina terminó presa. Pero no sé si esa era la primera opción o es el segundo mejor escenario para La Libertad Avanza. Sin establecer paralelismos exactos, hay que recordar cuando Menem fue preso. En algunos aspectos hay elementos parecidos entre el contexto de ese entonces y el actual. Y en otros, hay diferencias. Lo parecido es que Menem seguía siendo la figura más importante del justicialismo, pero ya no hegemonizaba. Igual que Cristina. Lo diferente es que en ese momento había un presidente en una situación de debilidad, que no es lo que sucede ahora con Milei. Además, la economía estaba en una situación de fragilidad y debilidad, que —más allá de muchas de las cosas que se digan ahora con cierta euforia— no quita el hecho de que la Argentina sigue pendiente, desde el punto de vista económico, de asistencia permanente, y de un esquema que probablemente deba resetearse tras las elecciones de octubre. AG: No terminó beneficiando ni al Menem preso ni a De la Rúa, que terminó como terminó. Exacto. Y fue anticipatorio también de un “que se vayan todos”. No estoy diciendo que eso sea igual a esta apatía que estamos viendo ahora, pero me parece sintomático que, al año y medio del triunfo de una novedad en la política, haya niveles de participación que oscilan entre el 50 y 60%, cuando antes las legislativas o provinciales estaban cerca del 70%. Evidentemente, ahí hay un fenómeno que puede ser la antesala de algo de lo que nos enteraremos si se confirma en octubre en las elecciones nacionales. Elizabeth Peger: ¿Cómo puede impactar la condena en el peronismo, y en especial para el peronismo bonaerense? Cristina era la mejor o la única posibilidad que muchos entendían podía preservar el territorio propio. ¿Cómo se reemplaza en un escenario con apatía? Si desaparece ella, ¿no se acentúa esa apatía? ¿Cómo maneja el peronismo esa situación? Es probable que al peronismo de la provincia de Buenos Aires le pueda representar la amalgama que le estaba faltando. Ayer (por el lunes 9), de hecho, estuvo presente Axel Kicillof en el mensaje de la expresidenta. Hasta hace poco había sonidos de tambor de guerra entre el kicillofismo y el cristinismo, pero con Cristina presa es más fácil pensar en la unidad del peronismo en la provincia de Buenos Aires. Y el antagonismo mismo, y la exacerbación de la polarización entre kirchnerismo y La Libertad Avanza, también podría servir como aglutinante para esa unidad. En el resto del país, me parece que la situación va a ser distinta respecto del peronismo. Porque cada gobernador está haciendo un poco lo de aquella vieja canción de Antón Pirulero: "cada cual atiende su juego". Hay gobernadores que están más cerca de La Libertad Avanza, hay provincias donde el peronismo está partido en dos o en tres, peleando incluso el tercer lugar. Y hay otras donde directamente no participa de las elecciones, como ocurrió en Misiones el domingo pasado. Me parece que, para el peronismo, una eventual encarcelación o prisión domiciliaria de Cristina Kirchner lo va a seguir manteniendo en este estado de fragmentación sin deliberación. Porque lo que se da como diferencia con el peronismo de otras épocas, que también estuvo en crisis, es que antes esas crisis estaban repletas de debates internos: ortodoxos y renovadores, menemistas y cafieristas, kirchneristas y menemistas. Hoy eso no está. Me animaría a decir que a veces Cristina debate con ella misma. Cuando habló el 25 de mayo pasado dijo que no podemos seguir hablando de Estado presente, sino de Estado deficiente, y que tenemos que repensar todo lo que tiene que ver con las leyes laborales. Ahí hay algún destello de que entiende la necesidad de un cambio, de impactar con algo nuevo. O cuando señala que “los desencantados no van a los brazos del peronismo, sino a los brazos de nadie”. Se anima a decir cosas que otros kirchneristas no dicen, y que siguen con su retrato en sepia. Aunque ella, después de anunciar esos títulos, tampoco profundiza mucho más, y vuelve a quedarse en su zona de confort.
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