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» Corrienteshoy
Fecha: 10/06/2025 22:55
Maxi Ríos: perseverancia como talento, alimentación como combustible y su relación con el básquet como un matrimonio exitoso Esta temporada vistió la camiseta Canalla, y otra vez lo entregó todo. En una profunda entrevista, el nicoleño de 44 años habla sobre nuevas generaciones, hábitos, valores, familia y amor puro por el deporte. Maximiliano Ríos no es solo uno de los jugadores más longevos del torneo, es también un símbolo de compromiso, esfuerzo y amor por el básquet. Desde sus inicios en San Nicolás allá por 1997, pasando por infinidad de equipos e incluso consagrándose en La Liga Federal 2021 con Jáchal, hasta su presente en un Rosario Central que culminó hace solo días su participación en la presente edición, Maxi nunca dejó de entrenar, aprender y compartir. En esta charla íntima, repasa la filosofía de vida que construyó en 28 temporadas como profesional. -Después de tantos años, pasó una temporada más. ¿Qué te sigue empujando a competir a este nivel? «Mi sueño de chico era que este juego sea mi profesión. No importaba llegar a la NBA o Europa, solo quería vivir del básquet. Haberlo logrado me llena de orgullo y me hace valorarlo cada temporada más. Comencé como profesional en el ’97, en San Nicolás, y sigo con la misma pasión y ganas. Son ya 28 temporadas en las que fui aprendiendo y disfrutando cada día más. Muchos me hablan del sacrificio, pero no me cuesta entrenarme y cuidarme. Para mí, un sacrificio es algo que no te gusta, mientras que esto es algo normal en mi día a día. Y creo que lo que más me empuja es el amor, la voluntad, y el compromiso con el trabajo. Cuando me siento frustrado o sin ganas, voy a jugar a la plaza con cualquiera que esté: ahí se juega solo por diversión, sin importar el dinero, si el piso está sucio o si no hay redes. Eso me devuelve el espíritu amateur, la esencia del deporte, el verdadero amor por el juego.» -A tus 44 años, seguís siendo líder, goleador y referente. ¿Sentís que tu relación con el juego cambió con el tiempo? «Voy cambiando y mi relación con el juego también. Con el tiempo perdemos reacción pero ganamos predicción. Perdemos capacidad física pero ganamos experiencia e inteligencia, que nos permite ver las cosas un poco antes. Por eso hay que seguir entrenando para mantenerse bien físicamente y a la vez estudiar el juego para anticiparse, sacar ventajas y tomar mejores decisiones.» -Acaban de finalizar su participación frente a Gimnasia. ¿Cómo viviste el vestuario y el camino recorrido? «Fue una temporada rara: la más corta que me tocó jugar, con pocos partidos y calendario apretado. El equipo fue variando, hubo recambios y lesiones que no nos permitieron regularidad. Jugamos bien por momentos, pero no sostenidamente. Eso, en una temporada corta, se paga caro. Pero el grupo fue excelente, conocí muy buenos compañeros y personas. Igual, le tengo un poco de fobia a los vestuarios, de chico viví malas experiencias y trato de pasar el menor tiempo posible ahí. Prefiero interactuar en la cancha, el gimnasio o fuera del club.» -¿Creés que hoy se vive un vestuario más sano? ¿Valorás ese cambio generacional? «Sí, el vestuario es distinto. Antes, el 90% del plantel eran mayores, pero hoy la mayoría son juveniles y eso cambia la dinámica. Cuando éramos chicos, el trato de los grandes era duro. Hoy no podés tratar a los chicos de esa forma, los tiempos cambian y hay que adaptarse, tanto en el básquet como en la vida. Las nuevas generaciones son educadas con menos rigor y más compasión. Antes un insulto era normal, a mí incluso me da energía porque sé convertirlo en algo positivo, aunque hoy a un pibe lo puede desmotivar o que te conteste y generar conflictos. Hay que ser más inteligentes, saber cómo llegarles para sacar su mayor potencial. Además, antes los mayores no te enseñaban mucho, uno aprendía solo. Yo trato de compartir el conocimiento, corregir errores, transmitir lo que aprendí. Compartir es algo muy bueno, quiero que mis compañeros me superen y que el juego evolucione.» -Tus hábitos son admirables. ¿Cómo nació esa forma de vida? ¿Qué hacés especialmente en lo alimenticio? «Siempre fui muy metódico para entrenar, planificaba todo. De chico tenía una carpeta con registros: tiros semanales, kilómetros a correr, fundamentos a mejorar, metas a cumplir. Si me faltaban 300 tiros y había salido un sábado, volvía, tomaba un café y me iba sin dormir al club a tirar. Lo alimenticio lo descubrí más grande, en Perú, por una lesión. Ahí conocí un médico que me enseñó la dieta paleolítica, que después se popularizó porque la implementan jugadores de Selección. Me mantiene con energía y acelera la recuperación. También consulto, leo libros y me actualizo con artículos. Pero tampoco hay que obsesionarse, no podés cuidarte o entrenar doble turno los 365 días, necesitás descanso físico y mental. Eso sí, la alimentación es clave, no solo para un deportista, para cualquiera. Es el combustible del cuerpo: por más que tengas una Ferrari, si le ponés GNC, no va a andar al 100%.» -La música es parte fuerte en tu vida. ¿Qué representa para vos? «Siempre fue parte de mí. De chico era fanático, ponía música en cumples de 15 y fiestas con amigos. Ahorrábamos para comprar equipos de sonido y discos. Después arranqué con la guitarra y hasta tuve un grupo con un amigo colombiano en Estados Unidos. Hoy siempre tengo una melodía en la cabeza, caminando, en bici, o en pleno partido. Es terapéutico.» -Tu familia ocupa un lugar central en tu vida. ¿Qué significa para vos? «Mi familia lo es todo, siempre me apoyaron. Tuve una infancia hermosa, llena de amor. Mis viejos siempre me mostraron el camino correcto y enseñaron con el ejemplo: trabajar, tener códigos, ser buena persona. Siempre que tengo que tomar una decisión pienso qué harían ellos. Hasta hoy vienen a verme jugar. Ahora están mis sobrinos y seguimos con los mismos valores, educándolos y acompañándolos con la misma convicción. El amor de la familia vale más que 100 campeonatos.» -¿Qué recuerdos te marcaron más en tu carrera? «Si bien tuve buenos momentos, gané campeonatos y premios, muchas veces la pasé mal, y eso me marcó más. Cuando está todo bien, uno se relaja y pone piloto automático. En los momentos malos aprendés más, porque tenés que ingeniártelas para resolver problemas y exigirte al máximo. Yo siempre aprendí más de las lágrimas que de las risas.» -¿Cómo imaginás el día después del retiro? «Todos me preguntan si tengo ganas de seguir jugando, pero para mí lo importante es tener ganas de entrenar. Todos tienen ganas de jugar, pero entrenar todos los días es otra cosa. Sé que esto no es para siempre, pero no hago planes, me concentro en el hoy. Soy jugador y me enfoco en eso, después veremos. Hay muchas opciones: soy psicólogo, estudié educación física, astronomía, inglés, entrenador, escribo, hago música, juego al golf y me gusta el campo… El abanico de posibilidades es amplio.» -¿Qué mensaje le dejás a quienes sueñan con una carrera como la tuya? «Siempre les digo que si llegué yo, puede llegar cualquiera. No nací con talento ni soy un privilegiado físicamente, por eso entreno tanto. Diría que soy un «perro entrenado», jaja… Pero la perseverancia es un talento, ese sería el mío. Y la clave es el amor por el juego. Tiene que ser al 100%, no a medias. Este un camino difícil, con altibajos, y requiere esfuerzo físico y mental. Vas a viajar mucho, estar lejos de casa, encontrarte solo, vas a tener que tomar decisiones… Y ahí es donde valen tus valores, tu voluntad y tu educación. Pero también hay mucha gente que quisiera vivir este sueño, y hay que jugar también por ellos, por quienes no pudieron llegar.» -Si tuvieras que definir tu historia con el básquet en una frase, ¿cuál sería? «Mi historia con el básquet es como la de un matrimonio exitoso: nos conocimos, nos enamoramos, y emprendimos viaje. Juntos recorrimos el país y parte del mundo, aprendimos idiomas y culturas, nos halagaron y también insultaron, reímos, lloramos y peleamos… Pero siempre estuvimos juntos. Soy un privilegiado y un agradecido por todo. Nací en un cuerpo sano, tuve una familia que me dio amor, educación, comida, techo. Hay que valorar las cosas mientras las tenemos, no cuando las perdemos. Y si debo elegir una frase, me quedo con esta: «Sé fuerte, sé inteligente, sé consistente.» Gentileza CABB Fuente: https://deporteshoy.com.ar/2025/06/maxi-rios-perseverancia-como-talento-alimentacion-como-combustible-y-su-relacion-con-el-basquet-como-un-matrimonio-exitoso/
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