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» Radio Sudamericana
Fecha: 10/06/2025 22:41
Martes 10 de Junio de 2025 - Actualizada a las: 21:14hs. del 10-06-2025 REDES SOCIALES La derrota contra Bolivia lo elimina del certamen. Ya había faltado a Rusia 2018 y Qatar 2022. Las burlas y la bronca en redes sociales. Chile cayó por 2-0 contra Bolivia en El Alto, se despidió de la posibilidad de acceder a la Copa del Mundo y se quedó sin entrenador: Ricardo Gareca renunció a su cargo tras la derrota. La Roja precisaba ganar en el altiplano para tener alguna chance de alcanzar el repechaje, la única alternativa que le quedaba, dados los magros 10 puntos cosechados en las 15 fechas anteriores de la clasificación. Pero un gol de Miguel Terceros en la primera parte y otro de Enzo Monteiro sobre el final condenaron a La Roja a la tercera eliminación consecutiva: Chile no estuvo en Rusia 2018 ni en Qatar 2022 y no participará en Estados Unidos-México-Canadá 2026. El equipo boliviano, en cambio, llegará a la doble ventana de septiembre con chances de conseguir un lugar en la repesca y todavía sueña con ser parte del Mundial. “Tomamos una decisión como cuerpo técnico. Tuve una reunión en el vestuario y queremos descomprimir la situación. Manifestamos el agradecimiento a todos. Nos sentimos contenidos en toda nuestra estadía en Chile. Quiero agradecer a los jugadores, a los dirigentes por el respaldo que nos dieron hasta las últimas consecuencias. Acá nunca hubo un tema económico. Jamás he hecho juicio a nadie. Era ponernos de acuerdo. Sentí el respaldo de la dirigencia en todo momento. Más allá de las disidencias, siempre conté con el apoyo de todos”, dijo Gareca tras el partido, certificando su salida. Y admitió que los resultados “no acompañaron en ningún momento”. También agradeció a la gente, que llenó los estadios. En lo más alto del continente, Chile tocó fondo. Apenas habían pasado cinco minutos de juego cuando la defensa trasandina hizo una siesta imperdonable y Terceros aprovechó un centro atrás de Diego Medina, controló, se sacó de encima la marca de Benjamín Kuscevic y sometió a Brayan Cortés. Gareca, que antes del partido se había aferrado a su cargo y nunca admitió que su equipo tenía más de un pie y medio fuera del Mundial, se tomó la cabeza, incrédulo, tras la primera ventaja boliviana. Ni la expulsión tempranera a Lucas Chávez, sucedida 14 minutos después, puso a La Roja en partido. Demasiados problemas tenía Chile como para pensar en frío y darse cuenta de que tenía un futbolista más. Porque la supremacía numérica no se notó salvo por cinco minutos de aquella primera mitad. El ciclo de Gareca al frente de Chile estaba herido de muerte desde su asunción. Que el Tigre llegara al frente del equipo a esta doble ventana de junio fue porque la federación chilena de fútbol no tenía el dinero estipulado en su contrato para rescindir con antelación el vínculo. Sus futbolistas nunca dieron la talla y los hinchas jamás se sintieron identificados. La apatía, en algunos casos, se tradujo en chiflidos para el DT argentino, recordado por un gran paso en Perú pero desdibujado con su tarea en Chile. El Tigre se despidió de los futbolistas. La nave chilena no llegó a su puerto imaginario, que era el Mundial. Diez derrotas en dieciséis partidos condenaron a sus simpatizantes a mirar la Copa del Mundo por televisión. Será tiempo, entonces, de recalcular. Gareca quedará en la historia con un récord negativo: es la primera vez que Chile queda afuera de tres mundiales seguidos en la cancha. Había ocurrido antes, sí, pero por un castigo impuesto por la FIFA, que le prohibió participar de México 86, Italia 90 y Estados Unidos 1994. En El Alto dejó sus chances de jugar en Estados Unidos, México y Canadá 2026, la misma sensación que había experimentado en las eliminatorias rumbo a Rusia 2018 y Qatar 2022. Por eso, el diario La Tercera dice en su portal que el Tigre es el “peor entrenador” en toda la historia de La Roja. “Aroma a fin de ciclo. La era Gareca no da para más. Y pensar que todavía quedan dos partidos para cerrar este camino terrorífico. Habrá que ver el Mundial por la tele”, se lamenta el periódico. Lo cierto es que Chile ni siquiera cayó de pie, ya que en Bolivia consumó una derrota que se intuía con tan sólo examinar la tabla de posiciones: la Roja apenas había conseguido un mísero punto fuera de Santiago. Y había sido contra Perú. En todos los demás desplazamientos perdió. Además, este equipo que deambula en la cancha tenía que jugar contra ese enemigo invisible llamado altura. Los más de 4100 metros sobre el nivel del mar. Demasiada oposición para una selección chilena sin identidad, sin rebeldía, y con escasísimo talento. Igor Lichnovsky, que fue titular junto a Benjamín Kuscevic en la zaga central, no jugaba desde agosto del año pasado por una rotura de ligamentos. A Chile, es justo decirlo, le faltan los futbolistas que -por ejemplo- a la Argentina le sobran. Sin jugadores, sin talento, sin ganas y sin fútbol es imposible conseguir la clasificación a un Mundial. El partido en Bolivia sirvió para despedir a la generación dorada de Arturo Vidal y Alexis Sánchez. Este último fue titular y capitán, pero el brazalete resultó testimonial. Nunca tuvo presencia ofensiva y naufragó ante los zagueros locales. De la habilidad y el desparpajo que alguna vez mostró en River queda poco y nada. Lo mismo vale para Vidal, que hace unos días jugó en la Argentina y fue expulsado por... provocar a los hinchas de Racing. Para colmo, Gareca no tiene ni un ápice de la suerte que tuvo cuando dirigía a Perú -por ejemplo-. Para la segunda parte del partido con Bolivia resolvió el ingreso de Francisco Sierralta, defensor central. Jugó apenas... ¡nueve minutos! Una patada descalficadora contra Matheus (Loyola le miraba el número) lo eyectó de la cancha. Gareca terminó en Bolivia con la cabeza entre las manos, fastidiado y enojado por lo poco -poquísimo- que sus futbolistas mostraron dentro de la cancha. Sus cambios no funcionaron, y tampoco fue solución el diseño táctico. La Roja apenas si tuvo un par de remates desde afuera del aárea. Nada de juego asociado. Mucho menos de identidad. La suya fue una eliminación anunciada.
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