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  • Negocio dulce: las golosinas extranjeras suman terreno en los kioscos

    » La Capital

    Fecha: 10/06/2025 16:22

    Hasta hace unos años encontrar una golosina japonesa o un chocolate del oriente en un comercio de la región era una rareza . Hoy, sin embargo, basta con recorrer algunos locales especializados, como pueden ser Shop ProMarket en el Portal Rosario o Rockolate Bombonería en San Lorenzo, para notar que los productos importados tienen visibilidad en las góndolas. Si bien no representan el grueso del negocio y la industria nacional gana espacio con un surtido de oferta de calidad , las golosinas importadas forman parte de un segmento de gran demanda, principalmente impulsada por las redes sociales y la búsqueda de productos virales que en Argentina no se fabrican o se conocen solo por su popularidad internacional. Una de las principales razones por las que se suman productos importados al stock es el pedido directo de los clientes. Esta es la experiencia de Federico Komorovski, responsable de Rockolate Bombonería en San Lorenzo junto a sus hermanos Facundo y Agustín: “El 70% de las cosas que me piden en el negocio es porque las vieron en TikTok”, dice el comerciante. Desde la s galletitas Oreo con sabor Coca-Cola hasta el famoso “Chocolate Dubái” , una barra con relleno de pistacho, son algunas de las solicitudes que responden al impacto viral. Aunque las redes amplifican el deseo, el camino para responder a esa demanda no siempre es rentable . Komorovski reconoce que traer productos importados muchas veces es una decisión de negocios que no tiene margen de ganancia : “Hay productos que los traigo solo para que la gente los pueda probar y sacarse las ganas. No te dan los costos, lo haces como servicio para fidelizar al cliente”. Traer golosinas del exterior implica un esquema de costos e intermediarios. Algunos locales trabajan directamente con mayoristas de Buenos Aires o Rosario, otros empiezan a gestionar sus propias importaciones o comparten contenedores con colegas para reducir gastos: “A veces traés medio contenedor y lo completás con otro tipo de alimentos, que pueda ser compatible para almacenamiento conjunto, así cierra el costo”, explica el representante de Rockolate Bombonería. Embed Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida por ROCKOLATE BOMBONERIA (@rockolatebomboneria) Además de los gastos logísticos, los impuestos elevan el precio final considerablemente. A la carga impositiva general que puede tener un negocio a la calle, como ser el IVA, Ingresos Brutos y las cargas sociales, se suma un recargo por importación que puede implicar un 30% o 40% adicional: “No podés igualar el precio de un free shop, claro. A un chocolate Lindt de 100 gramos no lo puedo marcar con un 25 o 30% más”, detalla. e5219532-23f0-43cd-88e8-95302d920951.jpg Facundo y Agustín hicieron su propia experiencia de importar en su local en San Lorenzo. Foto gentileza Industria nacional vs. golosinas de Internet En ese escenario, la industria nacional no solo se mantiene firme, sino que sigue liderando el consumo masivo ya que la mayoría de su stock sigue siendo de origen argentino. Arcor, como marca dominante, acapara gran parte del surtido: “Argentina tiene golosinas muy buenas, por ejemplo, en productos ácidos que están muy de moda Arcor ofrece un nivel excelente”, dice Komorovski. A la hora de importar, la diferencia pasa más por el deseo de exclusividad o novedad que por la calidad: “La gente busca lo que vio en el cumpleaños de 15, en el viaje a Disney o en un video de Instagram, es algo más aspiracional”, analiza y agrega: “En ese sentido, los productos nacionales ofrecen mayor margen de ganancia y mejor rotación. Los importados se usan más para fechas especiales como parte de un regalo”. Lo mismo sucede con marcas como Kinder, mientras en Argentina se comercializa una línea limitada de productos, en Europa el abanico incluye obleas y ediciones especiales vinculadas a películas que los clientes quieren probar y Komorovski sale a buscarlo. Embed Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida por Promarket (@shop.promarket) Un fenómeno que no preocupa De esta forma, el lugar de los importados en los kioscos es más simbólico que estructural: funcionan como anzuelo para atraer público, diferenciarse de la competencia y ofrecer una experiencia vinculada al deseo más que al consumo habitual. De esta forma, los caminos para traer golosinas del exterior seguirán dependiendo de las condiciones regulatorias, los costos logísticos y la demanda generada mayormente en redes sociales. Mientras tanto, en Rosario se seguirán viendo en las góndolas al chocolate nacional mezclado con el curioso snack coreano y en el medio los comerciantes locales buscando equilibrar demanda, consumo y números.

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