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  • Alejandro Mancuso: “Ahora la gente me pregunta si soy el papá de Chiara de GH”

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 10/06/2025 05:10

    Random - Alejandro Mancuso Alejandro Mancuso es un exfutbolista argentino que se destacó como mediocampista central. Comenzó su carrera profesional en Ferro Carril Oeste en 1988 y luego se consolidó en Vélez Sarsfield, donde fue titular y mostró gran calidad en el medio campo. En 1993, se incorporó a Boca Juniors, donde disputó 66 partidos oficiales y fue parte fundamental del equipo. Su desempeño lo llevó a ser convocado para la Selección Argentina y participar en la Copa Mundial de la FIFA 1994 en Estados Unidos, además de ser parte del combinado nacional en la Copa América. Tras su etapa en Boca, Mancuso continuó su carrera en el extranjero. Jugó en clubes destacados de Brasil como Palmeiras y Flamengo. Con Flamengo ganó el Campeonato Carioca en 1996, consolidándose también en el fútbol brasileño. En Europa, tuvo un breve paso por el CD Badajoz de España. En 1997 regresó a Argentina para jugar en Independiente y cerró su carrera profesional en 2000 en Bella Vista de Uruguay. Después de retirarse como jugador, siguió vinculado al fútbol y fue asistente técnico de Diego Maradona en la selección argentina entre 2008 y 2010. También participó en torneos de Showbol. Con casi 60 años, es una figura respetada del fútbol argentino y brasileño, reconocido tanto por su trayectoria en la cancha como por su actual rol en medios deportivos como comentarista y su vínculo con la nueva generación. En el ámbito personal, es padre de Giovanni, su hijo más chico, de Gianluca, futbolista profesional que juega en España; y de Chiara, quien se ha hecho conocida públicamente por su participación en la última edición de Gran Hermano 2025. Alejandro Mancuso: "Ser jugador de la élite no es fácil". (Candela Teicheira) Leo: — ¿Qué significado tuvieron los años 90 para el deporte y cómo ves el cambio de estilo desde entonces? Mancuso: — Siempre digo que los años 90 marcaron una historia dentro del deporte, no solo el fútbol, el básquet, el tenis… Me encuentro con mucha gente en la calle y me dicen: “¡Uy! ‘Mancu’ cómo se extraña el estilo tuyo, el de (Fernando) Redondo”. Y te empiezan a nombrar todos los jugadores de aquella época. Pero el fútbol cambió. Leo: — ¿Te gusta el fútbol actual? Mancuso: — A mí me gusta. Me gusta desde lo físico. A veces me pongo a pensar y digo: “Qué lindo hubiera sido que nosotros, con la técnica que teníamos, hubiéramos podido incorporar toda esta parte física que ha cambiado hoy en día". Leo: — ¿Cuál sentís que fue tu mejor momento? Mancuso: — El mejor momento mío fue en Flamengo. Leo: — ¿Flamengo vino después de Boca? Mancuso: — Después de Palmeiras. Vino Vélez, Boca, Selección Argentina, Palmeiras, que tuvo un gran año, y después Flamengo. Fue una locura. Jugué con Romario y con Bebeto, que era la delantera goleadora del Mundial 94. Fue la dupla campeona y no tenían buena relación en ese momento entre ellos. Fue una situación media estresante para nosotros, pero adentro de la cancha sí se conocían. Leo: — ¿Te asombrabas de las cosas que hacían? Mancuso: — Después de Diego, lo máximo que vi fue Romario adentro de una cancha. Fue extraordinario por donde lo mires. Tenía explosión, definía como ninguno, tenía un puntín cruzado de baby fútbol que era extraordinario. La salida, el pique corto, la velocidad en la larga... Leo: — ¿Y cómo era el carácter? Mancuso: — Muy parecido a lo que representaba Diego en un plantel. Eso era lo que respetaban en Brasil: el silencio en los vestuarios. Leo: — O sea, jugaste con Romario, con Bebeto y con Maradona. Mancuso: — Sí, cuando llego a Palmeiras fue como jugar con la selección brasilera. Yo venía de Boca, la Selección Argentina y caigo en un Palmeiras que era impresionante. El Palmeiras de Cafú, Antonio Carlos, el central de la Roma y de la selección, y Roberto Carlos, el lateral izquierdo del Madrid. Después jugaba Rivaldo. Ese equipo de Palmeiras fue una locura. Era el 80% de la selección brasileña. Tuve que afrontar ese cambio que no fue fácil para mí porque yo llegué como uno más y tuve que hacerme un nombre. Leo: — ¿Describirías como difícil ser jugador de fútbol de élite? Mancuso: — Muy difícil. Leo: — ¿Por qué? Mancuso: — Hay muchos chicos que por ahí nos están viendo y muchos papás, que es uno de los grandes problemas que hoy tiene el deporte. Hay 1 millón de chicos que tienen características para llegar al primer nivel. Pero los que llegan son muy poquitos porque hay un extra que necesitás. No es solo el talento, cuidarte e irte a dormir a las 10 de la noche. Hay chicos que no pueden superar ese escalón para el despegue. Todos jugamos, pero después metete a una cancha con 50.000 personas. Leo: — O andá a jugar a otro país… Mancuso: — Con otro idioma. O entra un vestuario complicado. Además, te están pagando bien y te tiran la responsabilidad. Leo: — Y la prensa, que es otro capitulo más. Mancuso: — Y los hinchas. No es fácil. Leo: — Claro. Hay que tener un carácter especial, que se puede forjar. Pero te tenés que poner en guardia todo el tiempo. Mancuso: — Tenés que tener también una personalidad. Ser jugador de la élite no es fácil. Tenés que saber escuchar y aprender. Y después, en el momento justo, tenés que tirar tu personalidad a la cancha. Entrar a la Bombonera con 50.000 personas no es fácil. La pelota viene como saltando adentro de un canguro, no viene lisa por el piso, hay que soportar el murmullo de la gente, manejar la ansiedad, bajar un cambio… "He vivido cosas fuertísimas con Diego", recordó Mancuso. (Candela Teicheira) El papá de… Leo: — Recién mencionabas a los padres dentro del deporte. ¿Presionan mucho a los chicos que juegan bien con ocho o diez años? Mancuso: — Sí y están equivocados. Le meten una presión al chico. Por eso a mí nunca me gustó ir a las inferiores. Mi hijo juega al fútbol, ahora en España, pero yo no iba a sentarme en la tribuna y a ponerme a pelear o a gritar. Leo: — Y si tu hijo te pregunta: “Papá, ¿cómo jugué? Dame una devolución” Mancuso: — Llega el momento justo para decirlo. Pero no me metí nunca porque él tiene que formar su caparazón, su estructura, porque si no, no lo dejás ser. Leo: — Pero además sos papá de Chiara, que entró a Gran Hermano. Mancuso: — Un reality que explotó y es una locura. Leo: — ¿Hubo charla previa a su entrada? Mancuso: — En la calle, la gente me pregunta si soy el papá de Chiara de GH. El otro día fui a cargar nafta y me atiende un chico futbolero. Le digo que me llene el tanque, me voy a pagar adentro y cuando salgo me dice: “Disculpame, ¿vos sos el papá de Chiara de GH?” Y le digo: “Amigo, jugué 30 años al fútbol. Me quedaron las piernas destrozadas...” (risas). Leo: — Pero claro, él debe tener 20 años… Mancuso: — Le digo: “Chiara es mi hija y sí, yo no soy el papá de Chiara de Gran Hermano”. Fijate lo que es la parte mediática, ¿no? Y el cuidado que hay que tener. Leo: — Hablando de presiones, padres y cuidados... Cuando ella quiso entrar, ¿te lo consultó? ¿Te pidió algún consejo? Mancuso: — Me lo dijo el mismo día que la llamaron para entrar y se tenía que aislar. Había pasado tres filtros… Leo: — ¿Pero había comentado anteriormente que quería participar en un reality? Mancuso: — No, nada. Sabía que si me decía eso, con mi comentario, la iba a tirar para atrás. Leo: — Vos ibas a decir que no… Mancuso: — Yo le iba a decir: “Cuidado con la exposición, ¿te parece?" Leo: — ¿Y ella qué hacía antes de entrar a la casa? ¿Le gustaba la parte artística y los medios? Mancuso: — Sí, ella estudió. Hizo baile, coreografía, teatro. Le encanta la parte artística. Ella quiere arte, arte y arte... Leo: — Vio la posibilidad en Gran Hermano y dijo: “Es lo mío” Mancuso: — Sí. Entró y se pelea, grita, discute. Pero bueno. Yo trato de no meterme, que haga lo que quiera. Leo: — ¿Y te gusta cómo está transitando todo? Mancuso: — Hay momentos que la veo y me inquieta, me pone nervioso porque se cruzan unas discusiones que no me gusta como padre. Pero por otro lado digo: “Es un show, hay que ir para adelante y que llegue hasta donde llegue". Leo: — Cuando te contó que iba a entrar, ¿qué le dijiste? Mancuso: — Me quedé. Ella se presentó en los casting y pasó. Y en el tercero, cuando le dan el ok para entrar, viene y me dice: “Me tengo que presentar porque quedé en Gran Hermano”. Yo estaba con mi mujer, la miré y le dije: “¡¿Cómo?!” O sea, no me dio posibilidad de nada. Leo: — ¿Cuáles fueron tus primeras palabras? Mancuso: — Le dije: “Bueno, tené cuidado”. Y después me quedé recalculando: ¿estará bien? ¿Estará mal? ¿Qué pasará ahí adentro? ¿Qué dirán? Si la pasa mal, si la pasa bien. Pero bueno, ya está. Leo: — ¿Y salió mejor de lo que pensabas? Mancuso: — Sí. Yo pensé que al principio le iba a costar el tema del encierro. Pero estuvo cinco meses, entró en el tramo final. Marcó su estilo, su personalidad, todo lo que ella puede llegar a ser. Creo que hay un antes y un después, no tengo duda. Leo: — O sea que tenés a Chiara y a Gianluca, que está en España… Mancuso: — Y a Giovanni, que también entró en la casa a acompañar a Chiara. Yo soy muy familiero. Tengo mi mujer, la misma de toda la vida, que nos conocimos a los 20 años. Llevamos 30 y pico años juntos y formamos una familia hermosa, con tres hijos divinos. La verdad que la vida me dio demasiadas cosas. Leo: — ¿Y vos tuviste presión de tus padres? Mancuso: — No, mi viejo era matarife. No tenía idea del fútbol. Yo me formé solo, fui al baby fútbol solo, caminando. Me manejaba así porque él estaba en otra actividad. Pero lo que me inculcó mucho fue el tema de la familia y yo traté de no fallar. Siempre fui un padre presente, traté de no fallarle a mis hijos y a mi mujer. Formamos una familia linda, tenemos una casa hermosa, en armonía familiar, que es lo que yo quiero. No quiero otra cosa. El exfutbolista argentino destacó la exigencia y el cambio de estilo en el fútbol con respecto a los años 90. (Candela Teicheira) Diego Maradona Leo: — ¿Lo extrañás a Diego? Mancuso: — Y sí, ¿cómo no lo voy a extrañar? Extraño las charlas. A veces me voy a acostar a la noche y me río de algunas cosas que me voy acordando de charlas futboleras porque era magnífico hablar de fútbol con él, de la vida, de las historias, las anécdotas. Nos sentábamos a tomar un mate y estábamos cuatro horas contando anécdotas una tras otra, porque él era un enamorado del fútbol brasilero y tenía muy buena relación con ellos. Romario lo amaba. Leo: — Menos con Pelé (risas)… Mancuso: — Pero con Pelé después también se amigó. Leo: — ¿Y por qué se enojó con vos? Mancuso: — En el 2011, yo sufro un robo muy traumático en mi casa. Yo vivía en Villa Luro y me entran en enero a la una y media del mediodía. Yo estaba entrando arriba y viene un pibito con un arma y me dice: “Bajá. Te estamos robando”. Cuando me dice eso, yo automáticamente pienso en la familia que estaba abajo. Me desesperé, bajé por la escalera y los tuve dos horas y media ahí. Fue durísimo. Justo sale lo de Dubái para que Diego sea entrenador y yo ahí lo que le planteo es que no lo puedo acompañar porque yo tenía que mudar la familia, irme a un country y después, viste cómo eran esas situaciones, cuando vos te querías aislar del mundo Maradona. Él se enojó, sacó lo del Showbol, sacó lo de lo un tema de China… Leo: — Pero más allá de eso tu experiencia fue buena. Mancuso: — Mi experiencia fue extraordinaria. Yo me quedé con esa imagen, con ese Diego del 2006 al 2011 que fue brillante. En el 2010 en Sudáfrica, Diego pateaba los tiro libre a la par de Messi y las clavaba porque estaba con fuerza de piernas. Estaba bien, entrenaba, armábamos los picados. Esa era mi función: tenerlo siempre bien desde lo deportivo. Incluso, nos habíamos enganchado con el tenis. Leo: — Y después de esa pelea nunca más pudieron volver. Mancuso: — Se cortó. Y yo lo que hice fue jamás sentarme en un programa de televisión a hablar de Diego desde la intimidad. La intimidad con Diego me la llevo yo. He vivido cosas fuertísimas. No es para armar un libro, es para hacer diez libros. Sentarnos y contar el día a día. Casi todas cosas buenas de todo lo que vivimos. Leo: — Pero no lo vas a hacer por respeto a él. Mancuso: — No, nunca. Me las llevo yo.

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