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» Diario Cordoba
Fecha: 10/06/2025 03:33
Es difícil encontrar en Isabel Coixet una arista desconocida a estas alturas. Lleva 36 años haciendo de la vida su mejor guion y, claro, a sus 65, cuesta imaginarla haciendo otra cosa que no sea cine. Siempre atenta a los detalles, perfeccionista y minuciosa a partes iguales, ha desarrollado un universo propio a lo largo de 23 películas. Un examen de empatía que la ha impulsado a descubrir otros pliegues del arte. En la exposición que acoge el Museo Thyssen-Bornemisza, la artista enseña por primera vez 50 'collages' que bien podrían ser 50 'storyboards' cinematográficos. En ella, todo está conectado. “Los empecé sin pensar en nada. Me encanta acumular cosas absurdas y todas ellas confluyen en estas obras”, apunta. Hasta el 14 de septiembre, podrán contemplarse unos fragmentos que, por su naturaleza, inacabados, cada espectador deberá completar. Formados por fotografías y papeles, evocan escenas que la cineasta ha tanteado desde distintas posiciones. Algunas tomaron cuerpo, otras se quedaron por el camino. Pero, en cualquier caso, la profundidad con la que las alumbró reflejan su firme compromiso social. “Me gusta que la exposición esté en una sala recóndita del museo. Lo comparo a comer en un restaurante con estrella Michelin y ser el postre tras el café cuando ya estás lleno. Me siento una impostora, pero estoy cómoda ahí. Era la típica niña que olvidaba las manualidades. Odiaba hacerlas. Me parecía que trabajar con las manos no estaba bien, yo quería escribir y hacer películas”, explica Coixet. 'Vous savez, je suis de ceux qui préfèrent se taire que ne rien dire' (2015), de Isabel Coixet. / MUSEO THYSSEN Las obras de 'Fotocollages. Aprendizaje en la desobediencia' empezaron a gestarse hace 15 años de forma compulsiva e instintiva: tienen algo de planos preparatorios, con la esencia de las maquetas que ciertos directores de Hollywood no dejaban al azar, dibujando cada plano para las sesiones correspondientes. “Son ejercicios de memoria. Todos somos anacronismos andantes, pero hacemos lo que podemos para maquillarlos. Aquella niña que odiaba las tareas escolares sigue viviendo en mí”, añade la cineasta, que también los ha realizado en formato digital. 'Il me connait mieux que moi-même' (2023), de Isabel Coixet. / MUSEO THYSSEN Los diseños de Coixet conectan con la gran tradición vanguardista del género, vinculándola directamente con su cine: siempre humanista, siempre feminista. En ellos explora lo sutil y lo inacabado, reivindicando la desobediencia artística como forma de creación. “Lo primero que pensé cuando surgió la posibilidad de montar la exposición fue en la cantidad de cineastas que han tenido carreras secretas en las artes plásticas. Me acordé de Federico Fellini, Derek Jarman, Tim Burton… Lo que me sorprendió de Isabel fue su orientación decidida al collage, que tiene su origen en el cinematógrafo”, sostiene Guillermo Solana, director artístico del Thyssen. Por primera vez expuestas El 'collage' surgió a principios del siglo XX de la mano de artistas como Braque y Picasso, seguidos por otros vanguardistas como los alemanes Kurt Schwitters y Hanna Höch, que comenzaron a recolectar y pegar trozos para construir nuevas realidades. Esta experimentación tiene su origen, a su vez, en el modo en que el cine, a partir de su nacimiento en 1895, crea historias mediantes fotogramas, modificando la forma de observar el mundo de una generación entera. Al igual que el 'collage', cuya esencia reside en la carga de significado de las piezas que lo componen, el cine, según la comisaria, Estrella de Diego, debe tener un “margen para lo adivinatorio”. 'My homework is to practice civil desobedience' (2024), de Isabel Coixet. / MUSEO THYSSEN En estas piezas se incluyen frases en diferentes idiomas que se van intercalando como llamas de atención o punto de partida para imaginar el relato, reflejo de su manera de jugar con los varios niveles de lectura. “La mochila que llevo detrás de la cámara no es diferente a la que cargo cuando 'collages'. Estos te permiten fijar cosas que de otra manera no sería posible”, puntualiza Coixet, que ha empleado variedad de soportes y técnicas: desde cartón pluma al táblex. La artista, que acaba de empaquetar una serie y está a punto de montar una película en Italia, no ha dejado de crear nuevas obras. “Es la primera vez que se muestran”, dice. Pero no la última.
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