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» Comercio y Justicia
Fecha: 09/06/2025 22:37
Por Evangelina Belén Mollar* Exclusivo para Comercio y Justicia Los tratamientos de fertilidad, muchas veces largos, complejos y emocionalmente desafiantes, requieren más que avances tecnológicos: demandan una mirada bioética profunda, una comunicación clara y un acompañamiento humano y profesional que ponga en el centro a las personas. En los últimos años, los tratamientos de fertilización asistida se han convertido en una esperanza concreta para muchas personas y parejas que enfrentan dificultades reproductivas. Gracias al desarrollo de tecnologías como la fertilización in vitro, la inseminación artificial y la criopreservación de embriones, hoy es posible sortear obstáculos biológicos que antes eran imposibles de superar. Sin embargo, en paralelo a estos avances, emergen preguntas profundas que exceden lo puramente técnico: ¿Cómo garantizar un tratamiento ético? ¿Qué lugar ocupan los pacientes como sujetos de derecho y no solo como destinatarios de una intervención médica? ¿Y qué papel juegan los profesionales de la salud como guías, acompañantes y, sobre todo, como seres humanos? La respuesta a estos interrogantes se encuentra en la bioética, una disciplina que analiza los dilemas morales que surgen del progreso científico e invita a pensar en el cuidado, el respeto, la autonomía y la responsabilidad como pilares fundamentales de cualquier práctica médica. Experiencia médica y vital Detrás de cada tratamiento de fertilidad hay una historia única. Una espera, un duelo, una decisión difícil. Para muchas personas, llegar a una clínica de fertilidad es el resultado de años de intentos fallidos, de pérdidas dolorosas o de la necesidad de explorar nuevos caminos para construir un proyecto familiar. En ese recorrido, los pacientes no solo buscan respuestas médicas, sino también contención emocional, escucha activa y un vínculo de confianza con quienes los acompañan. Los tratamientos pueden durar meses o incluso años. Es un proceso que no se vive solamente desde el cuerpo, sino también desde la mente y el corazón. Es fundamental que los medicos puedan acompañar vidas, no casos clínicos. Decisiones complejas En el terreno de la fertilización asistida, los dilemas éticos son inevitables. ¿Qué hacer con los embriones que no se implantan? ¿Cuáles son los límites éticos de la selección embrionaria? ¿Qué pasa con la confidencialidad en casos de donación de gametos? ¿Cómo se protege el derecho de las personas gestantes en prácticas como la gestación por sustitución? Frente a estas preguntas, la bioética actúa como brújula. No para imponer respuestas cerradas, sino para promover una reflexión crítica, plural y situada. Los comités de bioética, formados por profesionales de distintas disciplinas (médicos, juristas, filósofos, psicólogos, entre otros), tienen la responsabilidad de ofrecer orientación ante situaciones que involucran tensiones entre derechos, deseos, tecnologías y normativas. En muchos países, además, la legislación no siempre avanza al mismo ritmo que la ciencia. Por eso, la reflexión bioética no puede esperar a que las leyes se actualicen. Debe estar presente en cada consulta, en cada consentimiento informado, en cada decisión clínica. Relación médico-paciente Uno de los puntos centrales en cualquier tratamiento de fertilidad es la relación médico-paciente. Y en este contexto específico, esta relación se vuelve aún más delicada y significativa. La medicina reproductiva no trabaja solo con diagnósticos y protocolos; trabaja con deseos, expectativas, frustraciones y decisiones que marcan profundamente la vida de quienes consultan. Una relación médico-paciente sólida debe construirse sobre la base de la comunicación clara, el respeto a la autonomía del paciente, la empatía y el acompañamiento emocional. El consentimiento informado, por ejemplo, no puede reducirse a una firma. Implica un proceso donde el paciente comprende realmente qué opciones tiene, qué riesgos existen, qué alternativas éticas se están evaluando y cuáles son sus derechos. Es clave que el paciente no se sienta presionado ni invadido. Hay que respetar su tiempo, su dolor, su incertidumbre. Un buen médico no es solo el que sabe más, sino el que ha desarrollado la gran habilidad de saber escuchar. Un trabajo en equipo Cada vez más centros especializados en fertilidad comprenden la necesidad de ofrecer un enfoque interdisciplinario que contemple el aspecto físico, psicológico, ético y social del tratamiento. Psicólogos, trabajadores sociales, enfermeros y asesores legales forman parte de equipos que trabajan de manera articulada para sostener a los pacientes desde múltiples dimensiones. En este sentido, también es importante contemplar la diversidad de experiencias: no es lo mismo acompañar a alguien que atraviesa este camino después de haber padecido enfermedades como el cáncer. La mirada ética debe estar atravesada por la empatía, amorosidad, escucha y claridad en la comunicación. Esperanza y desafíos Los tratamientos de fertilización asistida abren posibilidades extraordinarias. Pero también conllevan tensiones, desigualdades de acceso, expectativas desmedidas e incluso riesgos de medicalización excesiva del deseo de tener hijos. La bioética invita a no perder de vista el centro del proceso: la dignidad humana. Debemos recordar que el objetivo no es solo lograr un embarazo, sino acompañar de forma ética, respetuosa y empática a quienes confían en los profesionales de la salud, para uno de los proyectos más significativos de su vida. Conciencia En definitiva, la fertilización asistida no es solo una cuestión de laboratorios y tecnología. Es una práctica médica que interpela profundamente a la ética, a la comunicación, al cuidado y al respeto. Por eso, los profesionales de la salud tienen una responsabilidad que va mucho más allá de aplicar tratamientos: deben ser acompañantes sensibles en uno de los procesos más íntimos y trascendentes de la existencia humana. En este camino, la ciencia sin conciencia puede perder su rumbo. Y la conciencia, sin ciencia, puede quedarse sin herramientas. Solo el equilibrio entre ambas puede ofrecer una medicina verdaderamente humana. (*) Abogada. Especialista en Bioética. Integrante del comité de Bioética del Incucai (antes, de la SAU y del Hospital Vélez Sarsfield). Directora Regional para Latinoamérica, división Bioethx, Aquas.inc. (Washington DC). Consultora.
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