09/06/2025 09:03
09/06/2025 09:03
09/06/2025 09:02
09/06/2025 09:00
09/06/2025 09:00
09/06/2025 08:59
09/06/2025 08:59
09/06/2025 08:58
09/06/2025 08:57
09/06/2025 08:57
Parana » Analisis Litoral
Fecha: 09/06/2025 05:42
En Concordia, Entre Ríos, la pobreza es un problema significativo, con el 57.1% de la población viviendo bajo la línea de pobreza , lo que representa alrededor de 94.700 personas. A pesar de haber registrado una disminución en el segundo semestre de 2024, la situación en 2025 sigue siendo alarmante. ¿Culpables o inocentes ? Introducción: cuando la pobreza es estructural Ser una de las ciudades más pobres del país no es un dato menor. Debería interpelar no solo a las gestiones anteriores, sino también a la actual. No se trata únicamente de números fríos o estadísticas de coyuntura: se trata de una constante, una situación que se ha vuelto estructural, y que exige explicaciones y acciones concretas. Según el INDEC, en el último informe de pobreza (segundo semestre de 2024), más del 46% de la población de Concordia vive bajo la línea de pobreza, y cerca del 11% está en situación de indigencia. Esta realidad ubica nuevamente a la ciudad en el podio de las más golpeadas por la desigualdad, compitiendo año tras año con localidades del conurbano bonaerense y algunas ciudades del norte argentino. Un modelo económico dependiente del Estado Históricamente, Concordia se ha sostenido sobre un modelo económico donde el Estado —municipal, provincial o nacional— ha sido el principal generador de empleo. Este rasgo, lejos de ser un mérito, terminó transformándose en un talón de Aquiles para el desarrollo local. La desproporcionada dependencia del empleo público, de los planes asistenciales y de la obra pública esconde una verdad incómoda: el aparato productivo privado es débil, disperso y relegado. Los sectores que podrían ser motores genuinos del crecimiento —como la citricultura, el sector forestal, la agricultura familiar, el turismo o la industria local— no llegan a representar ni el 30% del empleo directo en la ciudad, según datos del Ministerio de Trabajo y estadísticas provinciales. El comercio local sobrevive, pero con márgenes mínimos y bajo una lógica de subsistencia. La política del estancamiento: cuanto peor, mejor Para algunas estructuras políticas, esta situación no ha sido una preocupación sino una oportunidad. A mayor pobreza, mayor dependencia; y a mayor dependencia, mayor control social y electoral. El viejo axioma “cuanto peor, mejor” parece haberse institucionalizado en ciertos sectores, que han encontrado en la exclusión una forma perversa de garantizar su continuidad en el poder. Durante décadas, los altos niveles de pobreza convivieron con gestiones municipales que naturalizaron la informalidad y la precariedad, que utilizaron los planes sociales como herramienta electoral, y que no supieron —o no quisieron— planificar políticas de desarrollo a largo plazo. Recursos desperdiciados: la represa, el citrus y el aeropuerto Concordia tiene una represa binacional en su “patio trasero”, y sin embargo no ha logrado capitalizar ese activo como motor de desarrollo regional. Se han perdido oportunidades estratégicas en momentos donde dirigentes locales tenían vínculos directos con el poder central. Pero la falta de visión y de gestión eficaz convirtieron esas oportunidades en frustraciones. El caso del citrus es paradigmático: en los últimos 10 años se perdieron más de 3.000 hectáreas de producción citrícola, lo que representa cerca del 25% de la superficie total en la región. La falta de políticas de sostenimiento, el abandono del pequeño productor y la caída de mercados internacionales consolidaron un declive que aún no encuentra respuesta. Lo mismo ocurre con el sector forestal, incentivado en su fase primaria (plantación de especies), pero sin una estrategia para desarrollar valor agregado o fomentar la radicación de industrias foresto-industriales. Y quizá el símbolo más doloroso de este desgobierno económico fue el proyecto frustrado del Aeropuerto Internacional de Cargas. Una obra que prometía posicionar a Concordia como un nodo logístico en el Mercosur, pero que terminó abandonada en medio de sospechas de desvío de fondos y gestiones opacas. Esa obra hubiera sido un verdadero disparador para la industria exportadora regional. Pero no fue !!!. El observatorio económico: promesa incumplida En su momento, la idea de crear un observatorio económico regional fue presentada como un paso fundamental hacia una política pública basada en datos y planificación. Sin embargo, ni la gestión anterior ni la actual han concretado esta herramienta básica para entender la matriz económica local. La falta de un diagnóstico certero sobre las dinámicas del empleo, la producción y el consumo sigue impidiendo cualquier política de transformación real. El presente: entre los vouchers y la resignación Ahora, Concordia parece ensayar una nueva etapa: será ciudad piloto en un programa nacional de asistencia mediante vouchers. Aunque puede verse como una alternativa al clientelismo tradicional, lo cierto es que no hay políticas articuladas que acompañen este esquema con desarrollo productivo. Sin capacitación, sin promoción industrial, sin crédito ni apoyo a emprendedores, el voucher se transforma en un paliativo temporal más, y no en una estrategia de salida estructural de la pobreza. ¿Y el turismo aéreo de Bordet? Mientras tanto, el exgobernador Gustavo Bordet realizó múltiples viajes internacionales bajo la etiqueta de “misiones comerciales”. Sin embargo, los resultados fueron prácticamente nulos. No se conoce ni una sola inversión extranjera concreta ni acuerdo comercial relevante que haya derivado de esos viajes. Un gasto injustificable frente a las urgencias locales. Conclusión: no siempre hay un lunes para leer el diario Muchos dirán que es fácil opinar con el “diario del lunes”. Pero la realidad es que las señales estaban a la vista. El atraso no es fruto de una maldición, sino de decisiones políticas concretas. Y aún hoy, con una nueva gestión en curso, parece repetirse la misma lógica de administrar carencias en vez de generar oportunidades. La historia no tiene por qué repetirse eternamente. No todo está perdido, pero es urgente cambiar el rumbo. Concordia puede —y debe— dejar de ser el ejemplo de lo que no hay que hacer. Porque no siempre habrá un próximo tren para subirse al desarrollo regional. Alejandro Monzon /Analisis Litoral
Ver noticia original