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Concordia » Despertar Entrerriano
Fecha: 08/06/2025 11:31
En Concordia, una red invisible de oficios, changas y producción artesanal sostiene los ingresos de miles de familias en los barrios periféricos. Desde cocinas comunitarias hasta carpinterías improvisadas, pasando por el reciclaje urbano y la venta ambulante, la economía popular —informal y no registrada— representa un pilar silencioso del entramado social. Desde Despertar Entrerriano hablamos con presidentes barriales. Si bien algunas iniciativas logran insertarse en circuitos como las ferias sociales promovidas por la Municipalidad, la mayoría se desarrolla en condiciones precarias, sin acceso a financiamiento, cobertura social ni habilitaciones formales. Rubros que se sostienen por necesidad Claudia Blanco, presidenta de la comisión vecinal de Villa Adela, describe los sectores que más resisten: “Acá la gente se defiende con gastronomía y peluquería, porque la comida siempre hace falta, y lo otro es un oficio que te da una entrada fija aunque sea mínima. Pero todo cuesta, y sin ayuda estatal es remar contra la corriente”, dijo a Despertar Entrerriano. La producción de ladrillos, extendida en barrios como Villa Adela y La Bianca, es un ejemplo claro. Jorge, productor artesanal, trabaja con su familia desde hace tres generaciones. Su horno a leña funciona en el patio y produce bloques que se venden a obras particulares o corralones. “No hay precio fijo ni seguro: dependemos del clima, del barro y de que aparezca algún comprador”, comenta. En Carretera La Cruz, José Álvarez, presidente barrial, señala que “hay muchas mujeres trabajando en cocinas, haciendo pan, empanadas, tartas. En diciembre repuntan, pero después se hace muy difícil. La mayoría se maneja por WhatsApp o por el boca en boca”. Abandono estatal y falta de infraestructura Daniel, vecino y referente del barrio Pompeya Sur, remarca el estado de abandono: “El barrio está olvidado. No hay presidente barrial, y yo doy la cara porque nací y me crié acá. Habíamos pedido entubamiento de la zanja, nos prometieron los caños… nunca llegaron. Ahora hay mujeres haciendo dulces, cocinando, pero sin comedor ni espacio digno. Necesitan que alguien las escuche”. En Villa Zorraquín, Daniel, carpintero sin local ni herramientas modernas, fabrica muebles por encargo: “Trabajo si tengo madera, si no, el cliente espera. Así se vive”. En Benito Legerén, José Luis González describe una situación similar: “Los jóvenes juntan cartón, otros hacen changas de electricidad o pintura. La mayoría está fuera del radar municipal. Si no fuera por los vecinos organizados, no se sabría nada de lo que pasa acá”. Sin registro ni políticas específicas Desde la Secretaría de Desarrollo Productivo reconocen la falta de información concreta: “Tenemos datos de quienes participan en ferias, pero lo que pasa en los barrios, como los ladrilleros o costureras, no lo tenemos relevado”. Consultados por este medio, remarcan que existen líneas de apoyo para quienes buscan formalizarse: capacitaciones, ferias, asistencia técnica. Pero admiten una gran dificultad para alcanzar a los trabajadores más precarizados. “Muchos nunca llegaron a nuestras oficinas”, agregaron. El desafío de la formalización A pesar de las dificultades, la economía barrial de Concordia sigue en movimiento. No se mide en balances ni en crecimiento interanual, pero se expresa en cada plato vendido, en cada arreglo de ropa, en cada kilo de cartón reciclado o mueble entregado. Invisible para el sistema, pero imprescindible para las familias, esta economía a pulmón exige algo más que voluntad: necesita políticas que reconozcan, potencien y acompañen a quienes, desde la periferia, sostienen la ciudad todos los días. Fuente: Despertar Entrerriano
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