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» El Ciudadano
Fecha: 08/06/2025 10:15
Por Candela Ramírez Hay tachaduras, correcciones, tipeo a máquina y manuscritos; cuadernos, hojas despejadas o el reverso de facturas o remitos; hubo 53 tomos y al menos 20 mil entradas: el Diccionario de Mikielievich nunca llegó a publicarse como tal pero forma parte del gran archivo que conformó sobre la ciudad. Desde diciembre de 2024, la Editorial Municipal de Rosario (EMR) trabaja en un proyecto de libro que retoma esta idea inconclusa de Wladimir C. Mikielievich y se enmarca en la propuesta de la gestión de celebrar los 300 años de Rosario. Wladimir C. Mikielievich nació el 28 de marzo de 1904 y dedicó gran parte de su vida a archivar, estudiar y divulgar la historia de la ciudad. De su gran archivo —que llegó a desbordar inclusive los límites físicos de su propia casa— se desprenden desde artículos periodísticos hasta cartas, dibujos, fotografías, fichajes y apuntes mecanografiados. Mikielievich fue estadístico, demógrafo, periodista, dibujante, cartógrafo, diseñador gráfico, publicista: todos estos oficios estuvieron atravesados por su carácter de coleccionista: guardó diarios, revistas, mapas, documentos antiguos, también folletos, postales y volantes que recogía de la calle, boletos de colectivo, boletas electorales. Todos estos elementos configuraban un testimonio vivo de la ciudad y él hizo todo a su alcance para resguardarlo, dedicó su vida a ello al punto que desde 2004 el Museo de la Ciudad (que existe desde 1981) lleva su nombre. En 2019 EMR publicó “Archivo Mikielievich”, una investigación de Érica Brasca, Ernesto Inouye y Bernardo Orge donde se puede reponer gran parte de esta historia y, además, ver sus anotaciones y este material que guardaba. “Fue director general de Estadística de la Municipalidad; coordinó la Junta de Nomenclatura Urbana que dio nombre a más de trescientas calles; tuvo a su cargo la organización local del Censo General de la Nación en 1947 y 1960; recabó en el Archivo General de Indias de Sevilla documentos sobre los orígenes de la ciudad; fundó y presidió la Sociedad de Historia de Rosario y dirigió durante casi cuarenta años la Revista de Historia de Rosario”, enumera la presentación de aquel libro. Desde, al menos, la década del treinta este pionero de la divulgación de la historia de Rosario empezó a registrar un diccionario de palabras referidas a la ciudad. Sus anotaciones son ordenadas por momentos, caóticas por otros y configuran 53 tomos y más de veinte mil entradas. Trabajadores de la EMR trabajan de forma coordinada en la tarea de seleccionar palabras emblemáticas de este diccionario para poder publicar un libro inspirado en su manera de nombrar e historizar la ciudad: el aniversario de la ciudad es la excusa para presentar trescientas palabras, la mayoría elegidas por él, muchas serán actualizadas por la Editorial y, además, habrá nuevas palabras, las del siglo XXI que Mikielievich no llegó a registrar (falleció en 1999). “El diccionario incluirá palabras de diversa índole desde biografías, cuestiones de nomenclaturas de calles, de historia, empresas, personajes, también pueden aparecer curiosidades”, enumeró Oscar Taborda, director de la EMR. En diálogo con El Ciudadano adelantó cómo será la publicación que esperan tener lista en octubre de este año. Acompañado por Lis Mondaini, Mariana Manoni, Pablo Makovsky, Juan Manuel Alonso y Daniel García Helder explicaron en qué clave piensan la publicación. “Él tenía la idea de publicar el diccionario pero nunca terminó, no termina, no puede terminar y es por esa no terminación justamente que nuestra idea es hacer entradas al estilo que él llevaba pero del siglo XXI que él no lo vivió. En el diccionario que estamos haciendo nos basamos en los enfoques de Mikielievich. Era un diccionario continuamente vivo, reunía datos, cada día obligaba a una actualización, a una ampliación,. A través de las décadas se ve cómo las iba corrigiendo. Nuestro diccionario no es el de él, es un recorte”, describió Taborda. Agregó: “Estamos replicando el procedimiento de él, que atiende a ese mundo rosarino que abarca distintos aspectos y atendemos también a esta idea del diccionario donde el orden alfabético establece una arbitrariedad que sirve justamente para ver una suerte de panorama muy variado”. Además, el dispositivo diccionario es muy poco conocido por las nuevas generaciones que utilizan directamente buscadores digitales para conocer el significado de una palabra. Esta nueva manera de buscar desplazó algo muy enriquecedor que ocurría a través de los diccionarios: buscar una palabra pero en el camino, en las páginas, encontrar otras, distraerse con esas otras palabras y definiciones y salir de ahí cargado de nueva data que uno no esperaba encontrar, sino que se las chocaba. “El libro va a ser una ramificación de un montón de temas y también tiene un poco que ver con la lectura fragmentaria que se vive: uno lee una y otra palabra y ya, no es un libro para leer de principio a fin. La idea del diccionario es que uno busca una cosa y que buscando eso te encuentres con otra. Será un libro papel y estamos viendo formatos para simular lo que efectivamente eran los diccionarios, que por ejemplo traían láminas”, contó el director de la EMR. El objetivo, entonces, es también que sea un libro muy visual: que haya fotografías, ilustraciones, calcomanías, logos. Algunas palabras tendrán un desarrollo más extenso y otras serán más breves. El dispositivo permite jugar mucho: desde la editorial esperan que sea un libro que interese a los más grandes quizá por el punto de contacto con la nostalgia, pero también a los más jóvenes o a los más chicos para que sientan de pronto una nueva curiosidad por su ciudad. Mikielievich logró registrar entradas que refieren al siglo XVIII, XIX y XX. “Fue un gran nomenclador de la ciudad”, definieron desde EMR y recordaron su participación en la elección de los nombres de muchas de las calles de Rosario. A su vez, Mikielievich transcribió muchos conflictos judiciales que ayudan también a reponer la historia cotidiana de la ciudad. Lo mismo hizo con las discusiones en el Concejo y el dictado de ordenanzas. Esa amplitud —desde registros burocráticos o mediáticos hasta folletos callejeros— quizá tenga relación directa con su investigación como aficionado, no fue un historiador académico pero fue sin duda uno de los grandes historiadores de la ciudad: alguien que entendió desde muy chico el valor de resguardar el archivo de un pueblo. “De hecho Mikielievich es fuente de información para los historiadores académicos”, aportó Taborda. ¿Qué dice de Mikielievich este diccionario casi infinito, desbordado, vivo? ¿Qué podemos saber de él a través de sus anotaciones a modo de diccionario?. “Bueno, hay una entrada que habla de él mismo”, respondieron entre risas los trabajadores de la EMR. Taborda describió que “Mikielievich era muy consciente de lo que estaba haciendo, estaba atento y era consciente de su aporte, sumaba información a las investigaciones y aplicaba su saber a cuestiones prácticas”: “Él se sentía una figura, una autoridad. Tomaba partido en muchos asuntos y en otros se limitaba a dar información. Hay entradas muy sesgadas, se refleja su pensamiento, su ideología y también cómo fue cambiando. Se ve un entusiasmo, en los primeros años de registro, por el anarquismo y después va cambiando su mirada. También hay enojos con determinadas personas como si fueran cartas de lectores”. Desde EMR explicaron que pretenden ir logrando un equilibrio entre “la diversidad de palabras”: “Por ejemplo hay biografías y tenemos que hacer un equilibrio entre los que son deportistas, científicos, políticos, artistas de artes plásticas o pintores o fotógrafos y así. No puede ser una reproducción porque estamos hablando de veinte mil entradas”. “Además en las páginas del diccionario, en su plan de abarcar todo, le interesaba un dato y después quizás caía en la cuenta, como es tan rosarino, de que eso no era de Rosario”, relataron y destacaron que ese hacer y deshacer es lo que se puede ver a través de sus miles de tachaduras en birome. Es enorme y difícil la tarea de selección, se arriesgaron a contar algunas posibilidades: “Creemos que va estar el Parque Alem y el Parque Independencia, el barrio Alberdi. O palabras como el agua, la luz, el gas, las cloacas, que permiten contar la historia de los servicios públicos en la ciudad. También en Rosario hubo una fábrica de fósforos, pensamos que va a estar”. “El diccionario sirve para que se produzcan esos encuentros que establece el alfabeto porque vos podés ir de la A de arena a aviación y de ahí a Azcuénaga. Son ejemplos, todavía no tenemos la lista final. Pero esa miscelánea de alguna manera manifiesta la vida continua y cotidiana de la ciudad”, definió Taborda. De ahí el valor de este trabajo. Hay nombres propios, Messi por ejemplo. Hay arbitrariedades deliciosas, por ejemplo nombrar “arena” para entrar por ahí al humedal, al río Paraná. Están probando. De las derivas que permitan las “definiciones” de este diccionario saldrán quizás los fragmentos más jugosos de este trabajo. Las rosarinas y rosarinos conocerán el resultado final en octubre.
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