08/06/2025 18:46
08/06/2025 18:45
08/06/2025 18:44
08/06/2025 18:43
08/06/2025 18:41
08/06/2025 18:41
08/06/2025 18:41
08/06/2025 18:40
08/06/2025 18:40
08/06/2025 18:39
» El Ciudadano
Fecha: 08/06/2025 10:14
*Por Luciana Mangó y Daniel Zecca Viviana Della Siega celebra por partida doble. El 28 de mayo se cumplieron 20 años del inicio de la Campaña por el Aborto Legal, de la cual es parte, y el 3 de junio 10 años de la primera marcha de Ni Una Menos en 2015. Para ella, la militancia comenzó mucho antes, allá por los 70, 80 cuando se empezó a reconocer la violencia doméstica bajo el lema “lo personal es político”. Hoy la lucha por la igualdad de género y contra la violencia hacia mujeres y disidencias continúa en las calles, en las escuelas y en los hogares, aunque desde el Estado nacional la ola derechista agudiza los recortes en políticas públicas para dar respuesta a las demandas del miedo. Pese a las conquistas de la última década, los femicidios no bajan y la falta de autonomía económica afecta principalmente a las mujeres que sostienen el hogar a través de las tareas de cuidado. En diálogo con el stream El Ciudadano Política, que se emite todos los jueves a las 13.30, Della Siega analiza logros y deudas de los feminismos, responsabiliza al Estado y al aparato judicial por la falta de respuestas y atención a las situaciones de violencia, al tiempo que invita a participar de los encuentros de cara a la reforma constitucional de Santa Fe para sumar perspectiva de género a la carta magna provincial. —Es un mes de aniversarios donde se cumplieron 20 años de la Campaña por el Aborto Legal y 10 años del primer Ni Una Menos ¿Qué balance podés hacer y cómo se ubican los feminismos en un contexto nacional con recortes y discursos que hablan de «ideología de género»? —Hay una frase que repito: «Las luchas tienen historia». No son solo 20 años de Campaña o 10 de Ni Una Menos. Hay una tradición previa. En los 70, por ejemplo, se empezó a hablar de «lo personal es político», entendiendo que la violencia en los hogares era responsabilidad del Estado. En esa época se hablaba de violencia doméstica, aún no se usaba el término violencia de género. Con la Campaña por el Aborto Legal, la marea feminista hizo click. Lo mismo pasó con el caso de Chiara Páez y aquel 3 de junio movilizado por periodistas. A mí me impactó ver a los muchachos de la Unión Obrera Metalúrgica con el bombo en una marcha de mujeres. Eso ayudó a instalar el tema, pese a los negacionismos de este gobierno que borra la Memoria, Verdad y Justicia como si no hubiera habido desaparecidos, bebés robados o mujeres violadas. Niegan también la violencia de género. Cuando preguntan: «¿Por qué algo especial para las mujeres?» Es porque el 3 de junio llevábamos una bandera con 2.700 nombres de mujeres asesinadas en la última década. Yo llevaba registros de años anteriores y estábamos entre 200 y 250 femicidios anuales. Y cuando dicen: «A los hombres también los matan», es cierto, pero en otros contextos. El 60% de los femicidios son cometidos por parejas o ex parejas. El hogar es el lugar más inseguro para muchas mujeres, no la calle. Allí donde deberían estar protegidas, están en peligro. La responsabilidad del Estado es clave. Muchas víctimas habían pedido ayuda, hecho denuncias, y ni la Policía ni la Justicia actuaron. La Justicia está cambiando pero muy poco. Sigue siendo misógina y duda de la mujer. «¿Qué habrá hecho?», preguntan. Es una historia vieja: cómo vestía, por qué salió. ¿Por qué una esquina o una prenda son peligrosas para nosotras y no para los hombres? Imagínense qué siente una mujer en un barrio que baja del colectivo y hay cinco hombres que la esperan y la misma escena pero al revés. El miedo y la posibilidad de peligro no es la misma. Eso se tiene que modificar. —¿Cómo se modifica esa cultura? —La Educación Sexual Integral (ESI) es fundamental. Contra lo que dicen algunos, no se trata de enseñar a usar preservativos. La ESI forma sujetos respetuosos, trabaja sobre el consentimiento y previene la violencia de género. Muchos niños y niñas, después de una clase, se animan a denunciar abusos. Incluso hubo casos de docentes asesinadas por denunciar, como sucedió en la ciudad de Santa Fe. Cuando alguien dice «con mis hijos no te metas», en realidad está diciendo: «Solo yo decido sobre ellos». Eso refleja una idea de propiedad sobre los hijos. —¿Cuánto se avanzó en políticas públicas? —En los 80 se instaló el tema de la violencia de género. Primero tuvimos la ley de violencia doméstica. Después, la ley 26.485, basada en Belém do Pará, que es muy completa y contó con la participación de las mujeres. Se crearon áreas de género en municipios, provincias y nación. Dimos talleres, charlas, trabajamos en escuelas. Soy optimista: hubo avances, pero no logramos bajar los femicidios. Hace años, Argentina tenía 260 anuales; España tenía 80. La tasa sigue siendo alta. Son asesinatos evitables, de mujeres jóvenes, que han pedido ayuda y no la han tenido, que dejan huérfanos y familias destruidas. —¿Qué falla en las respuestas estatales a las denuncias? —Los botones de pánico no bastan. Yo propongo tobilleras para agresores con antecedentes. Además, se desmantelaron políticas: bajaron de categoría las áreas de género, lo que implica menos presupuesto para políticas públicas, cerraron planes de vivienda y autonomía económica. Sin recursos, no hay refugios ni acompañamiento. Muchas mujeres no se van porque no tienen dónde ir. El aparato judicial también falla: es lento y sin perspectiva de género. Mira para otro lado y tiene muchos prejuicios. La ley Micaela con formación en perspectiva de género para los agentes judiciales es clave, pero muchos jueces se resisten a capacitarse. Hay mucho para cambiar, pero también es mucho lo que se hizo, el problema es que hoy se cortó todo. —¿Qué rol tiene la autonomía económica? ¿Cuánto retrocedieron las políticas públicas? —A nivel nacional se cerraron todos los programas y alguno que quedó, como el Potenciar, está en su mínima expresión. Es un retroceso muy grande en un momento de mucha crisis. Habrá bajado la inflación pero los servicios y el transporte aumentaron. El 25 de noviembre, Día Internacional contra la Violencia de Género, por primera vez no nos dieron el boleto gratuito que lo pedimos porque es mucho dinero para las mujeres de los barrios trasladarse para la marcha. La autonomía económica es muy importante para empoderar a las mujeres. Hacíamos un ejercicio con mujeres de barrios donde le proponíamos calcular el valor económico de sus tareas domésticas: cocinar, limpiar, cuidar. Al sumarlo, veían que aportaban más que sus maridos. El trabajo de cuidado no remunerado sostiene a la sociedad. Evita Perón lo reconoció, aunque no se llamara feminista. Ella decía que el aporte de la mujer debía ser reconocido. Cristina Kirchner impulsó la jubilación para amas de casa, lo cual fue un avance. —¿Cómo se inserta la perspectiva de género en la reforma constitucional de Santa Fe? —Con organizaciones de toda la provincia y las compañeras de Ni Una Menos de Santa Fe armamos un documento con principios para una convención con enfoque de género y derechos humanos que sea inclusiva. Ya tuvimos reuniones con convencionales. El 14 de junio haremos un encuentro provincial en la Facultad de Medicina para articular propuestas concretas, sólidas y contundentes. La idea es llevar artículos ya redactados. Sabemos que algunos no quieren escucharnos, pero seguiremos insistiendo.
Ver noticia original