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Parana » Informe Digital
Fecha: 08/06/2025 07:48
Un año y medio después, Javier Milei logró unir a la mayoría de los periodistas argentinos. Transcurrido este tiempo desde su asunción a la Presidencia, aquellos colegas que inicialmente lo respaldaban comprendieron que no podían continuar defendiendo a quien persigue a quienes piensan de manera diferente. Aquellos que se tomaron un momento para analizar cuán republicano es un presidente que es responsable de la mitad de las agresiones a los periodistas, se dieron cuenta de que tenían ante sí a un líder autoritario; y quienes siempre advirtieron sobre su peligro, confirmaron sus peores sospechas. El buen periodismo. El pasado jueves, muchos de los periodistas más renombrados se reunieron en la Biblioteca Nacional para participar en el acto de la Academia Nacional de Periodismo. En ese evento, se distinguió como académico honorario a Jorge Lanata (una distinción que no había podido recibir anteriormente debido a su estado de salud, y que ahora fue retirada por sus hijas, Bárbara y Lola), además de otorgarse los premios Pluma de Honor a Leila Guerriero (correspondiente al año 2024) y a Jorge Fernández Díaz (por 2025). Lanata fue uno de los dos periodistas que iniciaron un juicio por calumnias contra Milei tras ser llamado “ensobrado” (el otro fue Jorge Fontevecchia). Desde el comienzo, se negó a mirar hacia otro lado y normalizar que un mandatario lo tratara de corrupto. Fue objeto de insultos por parte de Milei y sus seguidores, mientras que políticos y comunicadores optaron por guardar silencio. Guerriero es considerada una de las cronistas más destacadas del periodismo hispanoamericano. Autora de obras bellas y exitosas como Los suicidas del fin del mundo y La llamada, expresó: “No sé si hice mucho por la libertad de expresión, pero intento contar historias sin simplificar, con matices y contradicciones. Ser fiel a una idea que sostengo: no se trata de llegar primero ni más rápido, sino de llegar mejor.” Fernández Díaz es un periodista de mil redacciones. Fue uno de los fundadores del diario PERFIL y dirigió la revista Noticias. Actualmente, es columnista dominical de La Nación y conductor de Radio Mitre. Recientemente, recibió el premio de letras más prestigioso de España, el Nadal; así como el Mariano de Cavia, también español, que premia la excelencia periodística. El hecho de que él sea uno de los periodistas más atacados por Milei subraya el nivel de distorsión presidencial sobre qué significa ser un buen periodista y cuál es la función de este oficio. Me cuesta hablar con objetividad sobre la persona con la que comenzamos en esta, como decía García Márquez, “la mejor profesión del mundo.” Fue durante la dictadura, cuando a los 20 años fundamos una revista con la inconsciencia de creer que en ese contexto era posible hacer periodismo independiente, denunciando a los dictadores y a sus cómplices políticos, mediáticos y judiciales. Sobrevivimos a duras penas, seguramente gracias a nuestra intrascendencia e ignorancia política. Fernández Díaz siempre ha mantenido una mirada crítica ante los poderes de turno, con una honestidad y una calidad profesional y humana que son reconocidas por todos quienes han trabajado con él, e incluso por aquellos que alguna vez se encontraron en su mira periodística. Periodistas peligrosos. Los insultos que Milei dedica a él y a otros periodistas como él son muy significativos en ese sentido. Revelan la calidad de Milei como persona y jefe de Estado. En su discurso, Fernández Díaz comentó: “Nos atacan porque los periodistas somos muy peligrosos. Claro. Somos los únicos que podemos rasgar el velo del engaño. Los gobiernos se han convertido en fábricas de relatos diarios, productoras de contenidos, fábricas de literatura de ficción. Controlan más la narrativa y la agenda que los actos de gobierno. El relato es la gestión. Y ese relato está plagado de bulos, manipulaciones, mentiras, calumnias. Los periodistas, con sus datos veraces, sus números independientes y sus argumentaciones lúcidas, son un incordio, porque atacan el corazón mismo de la ficción gubernamental. ¿Cómo no vamos a ser un peligro? ¿Cómo no vamos a ser tildados de corruptos y decadentes? ¿Cómo no vamos a ser parte de un ‘oficio maldito’? Somos el único obstáculo para una hegemonía de la acción y la palabra.” El periodismo cómplice. Sin embargo, un año y medio después, todavía hay periodistas que continúan avalando o silenciando los ataques presidenciales hacia quienes no coinciden con el Gobierno, ya sean economistas, empresarios o periodistas. Resulta sorprendente que personas que viven de una profesión fundamentada en la libertad de expresión acepten sumisamente las presiones del poder para condicionar esa libertad, o se sometan a los relatos del poder sin repreguntas ni el menor sentido crítico. También asombra el mutismo de aquellos dirigentes que antes se decían republicanos y que en el pasado repudiaban cualquier ataque del poder hacia los periodistas, ya fueran agresiones de funcionarios o persecuciones económicas hacia medios críticos. Lo que antes repudiaban, ahora lo toleran o justifican. Entre todos ellos, resuena nuevamente el grito de silencio que se escuchó ayer, cuando en el Día del Periodista el Presidente volvió a arremeter contra nosotros desde su cuenta de X. Joaquín Morales Solá, presidente de la Academia, lo sintetizó: “Este silencio que aturde incluye a los dirigentes de casi todos los partidos, a líderes empresariales y sindicales, así como a líderes religiosos. Claro que hay excepciones, pero son pocas. También hay conversos: políticos que antes defendían la libertad del periodismo cuando era atacado por otra facción política, y que ahora se suman al coro de quienes ofenden al periodismo desde el poder. A esos conversos les decimos que el periodismo no dudará en defenderlos cuando llegue su hora de ser maltratados.” Fernández Díaz añadió: “Sabemos que algunos colegas han decidido ser ricos y famosos a cualquier precio; que repiten con entusiasmo consignas dictadas por mandarines con billetera y que incluso se involucran en campañas sucias contra disidentes.” Lo sabemos porque, al igual que el de Milei, todos los gobiernos han tenido sus comunicadores de cabecera. Así como han tenido a sus políticos, empresarios y jueces leales. Como ha ocurrido tantas veces, es probable que esos comunicadores y dirigentes que hoy son cómplices de los excesos del poder, mañana sufran las consecuencias y comprueben que la última defensa institucional a la que recurrirán serán estos malditos periodistas. Sin embargo, llegado ese momento, habrá que ver si serán capaces de recuperar el prestigio perdido. Como también indica la experiencia pasada, les espera una difícil tarea. El hecho maldito del poder. La pregunta de por qué los distintos gobiernos consideran al periodismo un hecho maldito solo tiene una respuesta: somos los periodistas quienes interrogamos al poder. Los militares nos perseguían y a algunos colegas los asesinaban. Carlos Menem nos acosaba judicialmente y permitió la instauración de una mafia que terminó con la vida de nuestro fotógrafo, José Luis Cabezas. Néstor y Cristina Kirchner nos atacaban públicamente y utilizaban la pauta oficial para favorecer a sus comunicadores y asfixiar a sus críticos. Javier Milei representa la exacerbación de Menem y los Kirchner: enjuicia a los periodistas, multiplica los insultos a un nivel inédito, utiliza la pauta oficial en la misma dirección y, además, no salda las deudas del Estado para ahogar a las empresas de medios que no aceptan sus presiones. A PERFIL, lamentablemente, le tocó recibir los aprietes de todos esos gobiernos desde el inicio de cada uno de ellos. Igual que hoy. Pero ahora, un año y medio después, ya no somos los únicos. Gracias a Milei.
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