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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 07/06/2025 18:39
Xi Jinping y Vladimir Putin, durante las celebraciones por el Día de la Victoria en Moscú (REUTERS/Evgenia Novozhenina) El documento interno del Servicio Federal de Seguridad de la Federación Rusa (FSB, por sus siglas en ruso) revela que la preocupación por la influencia del régimen de China en regiones como Asia Central y el Ártico ha crecido dentro de los servicios de inteligencia rusos. Según el informe obtenido por The New York Times, el temor a que Beijing expanda su poder en territorios históricamente bajo la órbita de Moscú se suma a una lista de inquietudes que contrastan con la imagen pública de una alianza sin fisuras entre ambos países. Esta desconfianza, que se manifiesta en advertencias sobre espionaje y posibles reclamos territoriales, pone en entredicho la narrativa oficial de una “amistad inquebrantable” entre Rusia y China. El documento, de ocho páginas y sin fecha precisa, fue obtenido por el grupo de ciberdelincuencia Ares Leaks y posteriormente verificado por seis agencias de inteligencia occidentales, que lo consideraron auténtico. El texto detalla las prioridades del FSB para contrarrestar el espionaje chino y ofrece una visión inédita de la percepción rusa sobre su socio estratégico. Desde la invasión de Ucrania en febrero de 2022, la relación entre Moscú y Beijing ha adquirido un peso determinante en el equilibrio global, pero el informe muestra que, tras bambalinas, la confianza es limitada. En el plano económico, China se ha convertido en el principal cliente del petróleo ruso y en proveedor de componentes tecnológicos y militares esenciales. Cuando las empresas occidentales abandonaron el mercado ruso, las marcas chinas ocuparon su lugar. Ambos países han anunciado proyectos conjuntos en áreas tan diversas como la producción cinematográfica y la exploración lunar. Sin embargo, el memorando secreto del FSB contradice la retórica oficial. “Tienes al liderazgo político, y estos tipos están totalmente a favor del acercamiento con China”, explicó Andrei Soldatov, experto en servicios de inteligencia rusos exiliado en Reino Unido, al New York Times. “Tienes a los servicios de inteligencia y seguridad, y ellos son muy suspicaces”, agregó. El informe describe una “batalla de inteligencia tensa y en desarrollo dinámico” entre dos naciones que, de cara al público, mantienen una relación cordial. Tres días antes de la invasión a Ucrania, el FSB aprobó un nuevo programa de contrainteligencia denominado “Entente-4”, cuyo nombre, según el documento, alude irónicamente a la creciente amistad con Beijing pero cuyo objetivo real es impedir que los espías chinos socaven los intereses rusos. El momento de la aprobación no parece casual: Rusia estaba concentrando casi todos sus recursos militares y de inteligencia en el frente ucraniano, a más de 6.400 kilómetros de la frontera con China, y temía que Beijing intentara aprovechar esa distracción. Desde entonces, el FSB ha detectado un aumento en los intentos de reclutamiento de funcionarios, expertos, periodistas y empresarios rusos cercanos al poder en Moscú por parte de agentes chinos. Para contrarrestar esta amenaza, el FSB ordenó a sus oficiales interceptar el “peligro” y “prevenir la transferencia de información estratégica importante a los chinos”. Además, los agentes debían reunirse personalmente con ciudadanos rusos que trabajaran estrechamente con China y advertirles sobre los intentos de Beijing de aprovecharse de Rusia y obtener investigaciones científicas avanzadas. El documento también instruye la “acumulación constante de información sobre los usuarios” de la aplicación de mensajería china WeChat, lo que incluye hackear los teléfonos de los objetivos de espionaje y analizar los datos con una herramienta de software especial del FSB. Esta vigilancia refleja la magnitud de la preocupación rusa por la actividad de inteligencia china en su territorio. Las fuerzas de seguridad rusas observan con atención los movimientos del régimen chino (REUTERS/Maxim Shemetov) La posible alineación a largo plazo de dos gobiernos autoritarios, con una población combinada de casi 1.600 millones de personas y alrededor de 6.000 ojivas nucleares, ha generado inquietud en Washington. Algunos miembros de la administración de Donald Trump consideran que, mediante un acercamiento a Putin, Estados Unidos podría separar a Rusia de China y evitar lo que el secretario de Estado Marco Rubio denominó “dos potencias nucleares alineadas contra Estados Unidos”. El propio Trump declaró antes de su elección en noviembre: “Voy a tener que desunirlos, y creo que puedo hacerlo también. Tengo que desunirlos”. El documento del FSB puede interpretarse como un respaldo a la teoría de que, con la estrategia adecuada, Rusia podría distanciarse de China. El texto describe desconfianza y sospecha en ambos lados de la relación. Según el informe, China somete a sus agentes a pruebas de polígrafo al regresar al país, intensifica la vigilancia sobre los 20.000 estudiantes rusos en territorio chino y trata de reclutar a rusos con cónyuges chinos como posibles espías. “Putin cree que puede profundizar mucho más en este abrazo chino, y no está exento de riesgos, pero vale la pena”, afirmó Alexander Gabuev, director del Carnegie Russia Eurasia Center, quien revisó el documento para The New York Times. “Pero también vemos que hay personas dentro del sistema que son escépticas ante ese enfoque”. La relación personal entre Putin y Xi Jinping se ha fortalecido a lo largo de más de 40 encuentros, consolidando una asociación económica basada en la complementariedad: Rusia como uno de los mayores productores de energía y China como el mayor consumidor mundial. Esta interdependencia plantea un reto delicado para los agentes de contrainteligencia rusos, que, según el documento, deben contener los riesgos del espionaje chino sin provocar “consecuencias negativas para las relaciones bilaterales”. Los oficiales recibieron la instrucción de evitar cualquier “mención pública de los servicios de inteligencia chinos como un posible enemigo”. El memorando, probablemente destinado a las oficinas regionales del FSB, fue elaborado por el Departamento de Operaciones de Contrainteligencia (DKRO), específicamente por el Servicio 7, encargado de contrarrestar el espionaje procedente de China y otras partes de Asia. La ansiedad por la vulnerabilidad de Rusia ante un Beijing cada vez más poderoso domina el texto, aunque no queda claro si estas preocupaciones son compartidas por todo el aparato estatal ruso. “Volviendo al viejo adagio, no existen servicios de inteligencia amigos”, señaló Paul Kolbe, investigador principal del Belfer Center for Science and International Affairs de Harvard y ex oficial de la CIA en Rusia, al periódico neoyorquino. “No hay que rascar mucho en cualquier oficial militar o de inteligencia ruso para encontrar una profunda sospecha hacia China. A largo plazo, China es, a pesar de la asociación ilimitada y lo útiles que son, también una amenaza potencial”. El interés de China por los secretos militares rusos y sus científicos se intensificó poco después de la invasión a Ucrania. Representantes de empresas e institutos de defensa chinos, vinculados a la inteligencia de Beijing, comenzaron a llegar a Rusia con el objetivo de comprender mejor el conflicto. El documento del FSB indica que “de particular interés para Beijing es la información sobre métodos de combate con drones, modernización de su software y métodos para contrarrestar nuevos tipos de armas occidentales”, y añade que Beijing considera que la guerra en Ucrania será prolongada. El texto también señala que China ha priorizado la obtención de conocimientos en aviación, un área en la que históricamente ha estado rezagada respecto a Rusia. Los objetivos incluyen pilotos militares y expertos en aerohidrodinámica, sistemas de control y aeroelasticidad, así como especialistas que trabajaron en el programa discontinuado de ekranoplan, una nave de guerra tipo aerodeslizador desarrollada por la Unión Soviética. “La prioridad de reclutamiento se da a ex empleados de fábricas de aviones e institutos de investigación, así como a empleados actuales que estén insatisfechos con el cierre del programa de desarrollo de ekranoplan por parte del Ministerio de Defensa ruso o que atraviesen dificultades financieras”, detalla el informe. China aumentó su cooperación militar con Rusia tras el inicio de la invasión a Ucrania (REUTERS/Sergey Pivovarov) No queda claro si estos esfuerzos de reclutamiento se limitan a contratar especialistas rusos para proyectos chinos o si también buscan convertirlos en espías. El documento muestra que Rusia se preocupa por la percepción china de la guerra en Ucrania y procura suministrar información positiva sobre sus operaciones a los espías de Beijing. Además, ordena a los agentes de contrainteligencia rusos preparar informes para el Kremlin sobre posibles cambios en la política china. Líderes occidentales han acusado a China de suministrar componentes militares esenciales a Rusia y de tratar de ocultarlo. El documento del FSB respalda esta acusación al afirmar que Beijing propuso establecer cadenas de suministro a Moscú que eludan las sanciones occidentales y ofreció participar en la producción de drones y otros equipos militares de alta tecnología. Aunque el texto no especifica si estas propuestas se concretaron, sí confirma que China ha suministrado drones a Rusia. El memorando también menciona el interés chino en el grupo mercenario Wagner, una organización paramilitar respaldada por Rusia que ha operado en África y combatido junto a las tropas rusas en Ucrania. “Los chinos planean utilizar la experiencia de los combatientes de Wagner en sus propias fuerzas armadas y empresas militares privadas que operan en países del sudeste asiático, África y América Latina”, señala la directiva. El informe no aclara si China busca reclutar a ex miembros de Wagner o simplemente aprender de su experiencia. La preocupación por posibles reclamos territoriales de China en la frontera oriental de Rusia, que se extiende por 4.210 kilómetros, también ocupa un lugar destacado en el documento. Nacionalistas chinos han cuestionado durante años los tratados del siglo XIX que permitieron a Rusia anexar grandes extensiones de tierra, incluida la actual Vladivostok. El FSB advierte que algunos académicos chinos promueven reclamos territoriales y buscan rastros de “antiguos pueblos chinos” en el Lejano Oriente ruso, posiblemente para influir en la opinión local a favor de Beijing. En 2023, China publicó un mapa oficial que incluía nombres históricos chinos para ciudades y regiones dentro de Rusia. El memorando también menciona el interés chino en el grupo mercenario Wagner (REUTERS/Alexander Ermochenko) El documento ordena a los agentes exponer estas actividades “revanchistas” y los intentos de China de utilizar científicos rusos y archivos para investigaciones que respalden una afiliación histórica de las zonas fronterizas. “Realizar trabajo preventivo con respecto a los ciudadanos rusos involucrados en dichas actividades”, instruye el memorando. “Restringir la entrada a nuestro país de extranjeros como medida de influencia”. Las inquietudes rusas sobre la expansión china no se limitan a la frontera oriental. En Asia Central, región que durante la era soviética respondía a Moscú, el FSB informa que Beijing ha desarrollado una “nueva estrategia” para promover su poder blando, comenzando en Uzbekistán. Aunque el documento no detalla la estrategia, menciona que implica intercambios humanitarios. Para Putin, restaurar la influencia soviética en la región es parte de su legado. El informe también destaca el interés de China en el Ártico y la Ruta Marítima del Norte, que bordea la costa septentrional de Rusia. El deshielo provocado por el cambio climático ha hecho que estas aguas sean cada vez más transitables, lo que reduce el tiempo de envío entre Asia y Europa y facilita la exportación de productos chinos. Tradicionalmente, Rusia ha intentado mantener un control estricto sobre la actividad china en el Ártico, pero Beijing considera que las sanciones occidentales obligarán a Moscú a recurrir a China para mantener su “infraestructura ártica envejecida”, según el documento del FSB. La empresa rusa de gas Novatek ya ha dependido de China para rescatar su proyecto de gas natural licuado en el Ártico, tras la retirada de la estadounidense Baker Hughes. El FSB sostiene que los espías chinos también operan en el Ártico, utilizando universidades y empresas mineras como tapadera para obtener información sobre el desarrollo ruso en la región. A pesar de todas estas vulnerabilidades, el informe deja claro que poner en peligro el apoyo de China sería aún más perjudicial para Rusia. El documento advierte expresamente a los oficiales que deben obtener la aprobación de los niveles más altos de la seguridad rusa antes de tomar cualquier medida sensible.
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